Un verdadero orgullo de Guatemala
Luis Felipe Linares López
El 22 de octubre, los miembros de la Promoción 66 del Liceo Guatemala festejamos —o quizás más bien conmemoramos— 42 años de nuestra graduación, bien pertrechados para la vida gracias a la fortuna de tener, en los Hermanos Maristas, a unos maestros de lujo. Fuimos 108, de los cuales 25 han partido, cumpliendo así aquello de que “este mundo es el camino, para el otro que es morada sin pesar”, como reza una de las célebres coplas de Jorge Manrique.
Esa promoción, en la cual la vida quiso se diera de todo,
mantiene a lo largo de estos largos años, una relación cercana y
cordial, con los “zipizapes” de cajón, pero con la seguridad de
amistades sólidas y perdurables, enraizadas en lo profundo de nuestras
vidas. El espacio no permite mencionar a todos con quienes a lo largo
estos años se dieron vínculos especiales: en la política universitaria,
con Ángel Sánchez y Checha Guillén; mis compadres Pepe Molina y Walter Curley, el inolvidable Luis Alfonso Bambi Estrada (uno de los 25 que nos hacen falta); en el PAN de su mejor época: Pepe
Gándara, PP Enríquez, Carlos Luna, Roberto Alpírez y Erick Mansilla. Y
alguien con quien hemos compartido política, trabajo y mucho más, que
ha sido y será el alma y gran aglutinador del grupo, Julio César Prado.
Recientemente culminó la etapa más prolongada de su vida
profesional, él es sin duda alguna —y esto sin regatear méritos a muchos
de mis queridos compañeros— más destacado integrante de nuestra
promoción y un verdadero orgullo de Guatemala.
El Dr. Guillermo Zea Flores del programa Eliminación de la Oncocercosis para Las Américas (OEPA), examina a un joven en San Lucas Tolimán, Sololá, Guatemala. |
En 1915,el Dr. Rodolfo Robles Valverde, primer Decano de
la Facultad de Ciencias Naturales y Farmacia de nuestra universidad
carolina, descubrió la enfermedad que provoca ceguera y la causa, el
gusano onchocercavovulus transmitido por varias especies de moscas.
Hasta hace pocos años, y mucho más en la primera mitad del siglo XX,
la oncocercosis causaba estragos en la boca costa, principalmente en las
zonas cafetaleras.
Ahora, casi un siglo después, otro sabio guatemalteco,
Guillermo Zea Flores, desempeñó un papel de primerísima importancia,
trabajando en varios países de América Latina y, en Guatemala, en los
departamentos afectados: Santa Rosa, Guatemala, Huehuetenango, Sololá,
Suchitepéquez y Chimaltenango, en la exitosa lucha contra la enfermedad.
La estrategia del OEPA se basó en administrar el
medicamento, de nombre genérico ivermectina, cada 6 meses (tiempo de su
efecto), durante 12 años (tiempo de vida del gusano adulto, que debería
morir por vejez).
En 2002, con motivo de la Conferencia Interamericana sobre
Oncocercosis, en Manaos, la casa Merck le otorgó una distinción
especial, señalando que su “dedicación no tiene paralelo”, y por su “su visión y habilidad para motivar a otras personas para trabajar hacia la eliminación de la enfermedad es notable”, concluyendo que “el Dr. Zea-Flores es un verdadero líder en salud pública”, según palabras de la Directora mundial de donaciones de esa empresa. Felicitaciones, Guillermo, sos un verdadero ejemplo.
Fuente: Siglo21.com.gt [19 nov. 2012]
Fuente: Siglo21.com.gt [19 nov. 2012]
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