PROMO66 LICEO GUATEMALA

domingo, agosto 01, 2021

EL POR QUÉ DE MI APODO

 EL POR QUÉ DE MI APODO


 Roberto “La Gallina” Urrutia.

En 1963 llegué al Liceo Guatemala proveniente del Colegio Lehnsen, que en ese entonces era mixto. Ingresé a segundo grado prevocacional a la sección “C” comandada por don Ángel Vergara, ejemplo de rígido maestro. Me sentía como “pollo comprado” pues de un colegio pequeño estaba dando el salto a un “Colegión”.

Pasaron los meses y poco a poco me fui adaptando al nuevo sistema y a la camaradería propia de nuestra promoción. Recuerdo perfectamente al Chile Hirst, Pepe Muñoz, “Pepe” Molina, Carlos Ramos, Carlos Luna y otros. Entre ellos había un Mansilla que era un chingonazo y a quien no volví a ver más después de ese año.

Resulta que se llegó el día del maestro y en las tres secciones de segundo curso se celebró a lo grande. Fue entonces que hizo su aparición mi recordado acordeón. Estaba empezando a aprender a tocarlo y solo me sabía la popular melodía de Víctor Manuel Porras, “La Gallinita Twist”, un son y un par de piezas más. Causó revuelo el acordeón y nos paseamos por las tres secciones echando punta con las melodías mencionadas.

Unas semanas más tarde se realizó una excursión a Los Aposentos y el acordeoncito volvió a hacer de las suyas. Parece que a los compañeros no les importaba que fueran las mismas piezas las que tocaba y pedían que las repitiera, en especial La Gallinita Twist.

Más tarde vino el “viaje de estudios” a México y claro, no podía faltar el acordeón para amenizar el laaaaaaargo camino recorrido. Por supuesto tampoco podía faltar la ahora internacional Gallinita Twist.

Fue así que casi desde el día del maestro del 63, varios compañeros comenzaron a llamarme “gallinita twist” o simplemente “gallinita”. Había nacido el apodo que me acompaña aún.

Llegó la graduación, la entrada a la universidad y 2 años de Estudios Generales Básicos y pensé que el apodo había quedado en el olvido. Entré a la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia y en una ocasión en que caminaba por un pasillo del antiguo Edificio B de la Universidad, acompañado de un cuate de la clase, -otro chingonazo, de apodo “Mono Loco” (QEPD)-, veo venir hacia mí a Carlos Paniagua, quien muy educadamente me dijo: “Hola vos, Gallinita…”. Ni bien había terminado de saludarme cuando estalló una sonora carcajada a mi lado. “Mono Loco” sería el medio de transporte de mi apodo al resto de compañeros quienes desde entonces me han llamado de las más variadas formas: Gallina, Plumuda, Gallus, Kish, Coquecha, Gallinita, etc. El apodito se ha hecho famoso y es internacionalmente conocido y hasta mis papás lo heredaron, porque a mi papá le decían “Papá Gallo” y a mi mamá, “Mamá Gallina”.