Cuatro horas para Centroamérica
Ya habían sonado las voces de alarma. En abril del año pasado el director de operaciones de la Oficina de Combate al Narcotráfico (DEA) informó al Congreso que Centroamérica se había convertido ya en conducto natural para el paso de drogas.
Los carteles de México y de Colombia se dieron cuenta de eso hace tiempo, al parecer desde que la guerra contra el sandinismo inundó de armas la región.
Tal vez esa por eso la Casa Blanca pidió al Congreso quinentos millones de dólares para ayudar a México a combatir el narcotráfico y la delincuencia organizada. Y cincuenta millones de dólares para Centroamérica.
Globalización del mal
Quizá Centroamérica es una de las zonas más desvalidas del mundo, y sin duda del continente, y por eso se convirtió en presa natural de las organizaciones que producen y venden drogas y trafican en armas, y cometen todos los delitos que acompañan a estas actividades.
Michael Braun, director de Operaciones de la DEA que estuvo encargado de América Latina entre 1991 y 1994, ofreció una perspectiva pesimista al Congreso.
Braun explicó que las organizaciones importantes están vinculadas a grupos locales que operan como células, una estructura que evita mayores daños si las autoridades capturan a alguno de sus integrantes.
Y Braun también puntualizó que la globalización no discrimina y los carteles de la droga usan tecnología celular y satelital de punta para burlar a las autoridades y controlar sus operaciones.
70 mil narcos en potencia
Poco más de un año después, en mayo de 2007, la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (ONUDD) advirtió que la violencia y el narcotráfico son una amenaza para el desarrollo de Centroamérica (CRIME AND DEVELOPMENT IN CENTRAL AMERICA).
Antonio María Costa, director ejecutivo del organismo, advirtió que la región no puede ni debe enfrentar sola el problema que representan para la región setenta mil pandilleros.
Uno sabe, porque lo vio de cerca, que aprendieron el oficio del narcotráfico en las calles de Estados Unidos, a donde habían llegado ellos o sus padres huyendo de la última guerra de la Guerra Fría en América Latina.
Como sea, muchos, muchísimos, decenas de miles, terminaron por delinquir y acabaron en la cárcel y luego deportados a un país que algunos no conocían y con el que tenían poco o nada que ver.
Los países centroamericanos “están afectados, en diferente medida, por la droga, el crimen y la pobreza”, señaló Costa ante la Organización de Estados Americanos (OEA), y después dijo a la prensa que esas naciones “también están en peligro por su posición geográfica”, atrapados entre el mayor productor y el mayor consumidor de cocaína.
El plan que no presentaron
Un mes más tarde, los presidentes Elías Antonio Saca (El Salvador), Oscar Berger (Guatemala), Daniel Ortega (Nicaragua), Felipe Calderón (México), Martín Torrijos (Panamá) y Said Musa, el primer ministro de Belice, volvieron a advertir a la región, a Washington y al mundo que el narcotráfico pone en peligro la democracia de la región.
En agosto, la Conferencia Interministerial Estadounidense-Centroamericana, que en el nombre lleva el incógnito, determinó en Washington una agenda regional que hace pensar en la Iniciativa de Mérida menos el equipo sofisticado y otra tecnología que recibirá México.
Y en octubre se anunció una estrategia para ayudar a los países centroamericanos a combatir el tráfico de drogas, que implica otros tráficos nefastos.
Thomas Shannon, subsecretario de Estados para el Hemisferio Occidental declaró que la ayuda es señal de que Washington tiene liderazgo en la región. Pero algunos piensan que es muy poco y es muy tarde.
La ministra de Gobernación de Guatemala, Adela de Torrebiarte, había anunciado que los presidentes centroamericanos iban a discutir un plan de lucha contra el narcotráfico que presentarían a Estados Unidos.
Según elperiodico
el gobierno de Guatemala no sabía que Estados Unidos aportaría cincuenta millones de dólares para la campaña que se había acordado semanas antes.
En todo caso, el vocero del ejército Daniel Domínguez reconoció que Estados Unidos ya tiene programas de capacitación y ofrecen información y apoyo a las fuerzas armadas guatemaltecas con naves en operativos antinarcóticos.
Cuatro horas
Uno, por afición a las matemáticas de lo demasiado bueno y demasiado malo, saca la cuenta y piensa.
Para un asunto de seguridad nacional que además pone en riesgo las democracias de la región, Estados Unidos destina el equivalente a lo que cuestan cuatro horas de guerra en Irak.Miguel Molina
26/10/2007
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