MENSAJE EN ESTE FIN DE AÑO
MENSAJE EN ESTE FIN DE AÑO, QUERIDA FAMILIA, AMIGOS Y
AMIGAS A QUIENES TANTO QUIERO Y APRECIO
Como es mi costumbre desde hace varios años, cuando se
acerca el final de un cierre de calendario, les entrego un mensaje a mis amigos y amigas, a mi
familia, a mis cuates, a mis compañeros y camaradas y a todos los seres queridos de mi entorno, en el cual suelo hacer un repaso
histórico de todos aquellos hechos, acontecimientos, acciones u omisiones en
que nos hemos visto involucrados e inmersos en alguna u otra forma. Son en
verdad remembranzas de vida. Nos insufla un positivismo y queremos plasmar en
el papel sólo sucesos hermosos y de esplendor, de optimismo no de pesimismo; de coraje y bravura, no de temor y cobardía; de impetuosidad y no de capitular ni de sometimiento; de
tolerancia y no de incomprensión y fanatismo; de tempestades y vendavales
arremetidos con pasión y
efervescencia; de tormentas y fuertes vientos en que hemos salido airosos con
quietud y bonanza, amaneciendo a un día nuevo con soles llenos de esperanza y
resplandor. De momentos de triunfo, jamás de fracaso. Ello es correcto,
demuestra en nosotros grandes dosis de positivismo y realismo, no de idealismo
y desinterés. Pero la realidad es otra .
. . muy distinta
Debemos forzosamente ir más allá . . .
involucrar en todo este repaso las cosas cotidianas y frecuentes que a nuestro
alrededor, sin nosotros quererlas y desearlas suceden desgraciadamente a diario
en esta Guatemala mía . . . en esta Guatemala nuestra . . . porque no debemos jamás olvidar
el sufrimiento de nuestro hermanos necesitados, de todos aquello que no tienen
voz . . . de todos esos guatemaltecos y guatemaltecas, que sólo forman un
número más en las estadísticas, pero que pasan desapercibidos, desdibujados,
inadvertidos y son ignorados por
los indolentes de este tiempo y de todos los tiempos, aquellos por los que luchó
algún día en la Roma Imperial un
guerrero llamado “El
Espartaco”. Espartaco lucho por la
libertad de los esclavos, en Guatemala, tenemos esclavos, prisioneros y
subyugados del hambre, de la
enfermedad y de la ignorancia y que están así sumidos desde décadas desde años,
por la insensatez y el abandono al que han sido sometidos toda su vida por los
poderosos de estos tiempos y de remotos
tiempos. Por aquellos
que sólo acometen tibias acciones coyunturales y no acciones
estructurales que vayan al fondo del gravísimo problema nacional de esta irredenta patria, porque estas jamás les
interesarán ya que no llevan monedas ni ganancias a sus bolsillos para engrosar
sus cuentas bancarias.
Nosotros que estamos formados dentro de esos que
estimo sólidos conceptos cristianos, estoy seguro que esta nuestra valorización moral y jurídica, choca
de manera frontal, abierta y profundamente con aquellas posiciones radicales
que no respetan la concepción cristiana del hombre, que no reconocen que los
valores y derechos del hombre son superiores al Estado. Y esos valores
inmutables del hombre son: su vida, su honra, su dignidad, su seguridad, que
desde luego y fundamentalmente son los grandes valores proclamados por el
Cristianismo, del que debe nutrirse nuestro espíritu y que debe ser norte de
nuestras actuaciones en todas las
áreas del desempeño humano.
Los guatemaltecos y guatemaltecas debemos actuar y creer
firmemente en la DIGNIDAD, la
SOLIDARIDAD y la JUSTICIA.
La DIGNIDAD como un valor supremo del hombre
honesto, vertical y recto con un comportamiento decoroso; la DIGNIDAD como
actitud del hombre que no cambia jamás su línea de conducta ante ofrecimientos
materiales de poder, dinero, vanidad y lujo. La DIGNIDAD de los POBRES y
MISERABLES a quienes debemos tratar con humanismo, respeto, justicia social,
bondad e integridad para sacarlos de esos estadios sociales y espirituales tan
deprimentes, infames, perversos, degradantes y lacerantes en que los ha
colocado la sociedad . . . en que los hemos situado nosotros, o
permitido que sigan así.
La JUSTICIA ese
valor inmanente, esa idea severa de dar a cada uno lo que le pertenece, la
JUSTICIA, esa sensación y sentimiento de satisfacción que se produce y
experimentamos, cuando lo justo se realiza y vive con sabiduría, decencia y
equidad.
La SOLIDARIDAD
como un valor permanente que debe privar en el hombre, en la tarea de crear una
sociedad más justa, más fraternal,
más incluyente, absolutamente tolerante, más libre y más humana; en esa
SOLIDARIDAD que es una comunidad de intereses y responsabilidades que hacen del
hombre la persona humana que debe ser el centro de toda la actividad social y
política de nuestro mundo.
Me pregunto ¿podremos
encontrar DIGNIDAD, SOLIDARIDAD Y JUSTICIA cuando un 53.51 % de guatemaltecos viven en POBREZA y un 13% de
nuestros hermanos viven en POBREZA EXTREMA?
Podremos hablar de JUSTICIA si
el año pasado un millón seiscientos veinte mil guatemaltecos, según un
Informe del PNUD, pasaron a
engrosar las estadísticas de
guatemaltecos POBRES.
En Guatemala, la POBREZA RURAL se extiende por todos los rincones de la
patria, no solo en el centro y en
el occidente como se pensó. Según un estudio divulgado este año por el Banco
Mundial, en 147 de los 334 municipios que conforman Guatemala, OCHO de cada DIEZ personas viven en POBREZA. Además otro porcentaje igual de entre
un 50 y 75% de habitantes viviendo
con menos de US$.1.oo diario. Un Informe
del Instituto Nacional de Estadística (INE) de mayo de este año, afirma
que en el caribeño departamento de
IZABAL la POBREZA es de alrededor
del 70% y en algunos lugares alcanza el 90%. Esto NO es DIGNIDAD, ni
JUSTICIA, muchos menos SOLIDARIDAD. Esto es INDIGNANTE, es INJUSTO, es
EGOÍSTA y es la INDIFERENCIA en su más alto grado.
Por ello no siempre podemos hacer un repaso histórico de lo positivo, porque la otra verdad y sustancia que nos rodea es
una realidad muy muy distinta; nosotros vivimos en dos Guatemalas, aquella
de los que satisfacemos todas o casi todas nuestras necesidades; y la otra, la Guatemala profunda
. . . la lacerante, la cruel, la infamante, la inhumana, aquella de los miserables que no
tienen alimento, salud, techo, abrigo ni escuela . . . la de aquellos que no tienen NADA y
que comen mendrugos de pan recogidos de los basureros de las periferias de
todas las ciudades.
Por ello en esta época de recogimiento y reflexión
debemos hacer una revisión y una
censura hacia nosotros mismos preguntándonos ¿que hacemos por esta Guatemala profunda? Qué acciones acometemos, ¿o
es la indiferencia nuestra compañera de vida?
Somos cristianos, formados dentro de concepciones
solidarias que nos despertaron a muchos o a casi todos la conciencia de clase y
la opción por los pobres. Desde
nuestros años de estudio en la primaria, en la secundaria o en las
universidades algunos, descubrieron
la existencia de esas dos Guatemalas.
Guatemala es un país de muchos contrastes, tenemos una nación muy golpeada, una
sociedad confrontada y fragmentada, una sociedad intolerante y tremendamente
polarizada. Y si fuimos formados dentro
de concepciones cristianas con altos contenidos morales, y se nos
arraigaron los valores y
sentimientos de respeto, justicia, probidad, equilibrio, decoro,
honestidad, tolerancia y comprensión, debemos obligadamente cada día luchar
como actores de cambio, en la creación de una sociedad, repito, más equitativa,
más justa, más solidaria y más humana, para rescatar en un día no lejano, el
resquebrajado edificio institucional que es nuestra Nación, un ya casi Estado
fallido.
En este mundo convulso, a veces cruelmente
competitivo, entronizado en una globalización únicamente en lo tecnológico,
económico y financiero, pero no cohesionado en lo social y lo espiritual, a
nadie le está permitido moral y éticamente ver desde la llanura y ser
indiferente.
Ayer domingo escribía algún columnista en un medio
matutino, al referirse a crecimiento económico e igualdad social, que “Guatemala lleva décadas de
estancamiento económico, de
1980 a la fecha, en promedio el crecimiento per cápita anual ha sido de tan
sólo 0.4 por ciento. En ese mismo período Chile obtuvo un crecimiento de 3.5 %;
y China reportó un crecimiento per
cápita anual del 8.8 por ciento.
¿Cuál es el crecimiento extraordinario que tenemos que repartir en
nuestro país?”, y agrega que, “Guatemala se encuentra bastante
rezagada respecto al resto de América Latina en todos sus indicadores sociales.
No debería extrañarnos. El PIB per cápita promedio de América Latina es tres
veces más alto que el de Guatemala. Nuestro país tiene el quinto PIB per cápita más bajo de la región, sólo
por arriba de Haití, Nicaragua, Honduras y Bolivia. ¿Y aún así pretendemos
tener los mismos indicadores sociales que la región latinoamericana?”
Mas agrego, estos indicadores se reflejan en el hambre
y miseria de la gran mayoría silenciosa de connacionales, en aquellos de
quienes algún día del año
1970, afirmé en alguna de mis prosas: “Suena el timbre de una puerta / y
aparece un ángel sucio / es ese niño pequeño / que llega todos los días / a
pedir que le den pan. / Tiene la cara roñosa / y los pantalones rotos / la
camisa no es camisa / sino un trapo lleno de parches. / Tiene frío, / sed y hambre / y en su
cara se adivina / que es hijo del sufrimiento. / Le dan pan, techo y abrigo / y
le calman un instante. / ¿Pero quién le da esperanza / en un futuro distinto? /
¿Quién le dice que mañana / será un hombre verdadero? / ¿Quién le dice que mañana
/ la rosa será de él?” Esto fue escrito hace 43 años, pero
su vigencia es ahora más cierta, puntual y certera que nunca.
Por ello mi mensaje de este año es una llamada de
atención a la reflexión, recapacitación,
meditación y examen de lo que hemos hecho por los pobres de esta nuestra
Guatemala o de lo que muchos NO
HEMOS HECHO.
Me sigue taladrando los oídos la misiva que nuestro
querido amigo Luis “KALIFA” Castellanos (Promo 66 del LG) nos
envió desde Montreal, cuando se
refiere a los regalos navideños y en su último parágrafo afirma: “ No olvidemos que en Guatemala un
niño de cada tres se va a dormir a su petate o sobre un cartón, sin haber
comido un bocado, muchos menos haber recibido regalos.”
Que el Niño DIOS les bendiga a ustedes y sus familias en esta época de
meditación y recogimiento y que ahora sí, el nuevo año sea mejor que los pasados, pero con nuestro
esfuerzo compartido y traducido en una real y verdadera práctica.
Como siempre la reiteración de mi profundo afecto.
Flaminio.
Guatemala, diciembre de 2013.
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