VIOLENCIA ORGANIZADA

Como he venido diciendo, la cultura de violencia imperante en el país tiene al menos tres raíces históricas; una sustentada en prácticas crueles, inhumanas y los crímenes de lesa humanidad ejecutados por políticas de Estado a través de los aparatos de seguridad. Otra, en las condiciones estructurales históricas de desigualdad, discriminación y exclusión; y la última, es la estructura patriarcal de la sociedad, la prevalencia del machismo como reafirmación de lo anterior y además, los sentimientos misóginos de algunos. Estas tres raíces hacen propicio el caldo de cultivo para la reproducción de conductas agresivas, abusivas y violentas, generadas desde el núcleo familiar y con repercusiones colaterales a toda la sociedad en su conjunto.

En otras palabras, ha sido la conducta del opresor, la violencia organizada del sistema la que ha ido moldeando las condiciones que hacen propicia la cadena de violencia irracional, discriminada e indiscriminada que mediante la acción de los poderes ocultos mantiene en esa vorágine a la sociedad guatemalteca. El país no puede seguir cayendo en picada, es menester que la población encuentre junto a sus autoridades la ruta que consolide una cultura de paz, armonía, tolerancia y solidaridad.

De plano que por el momento, las actuales condiciones estructurales no favorecen la construcción de la cultura de paz, porque en el imaginario colectivo prevalece la cultura de la violencia, la que se amplia y reproduce a través de la difusión masiva de la información, la exclusión social, el desempleo, la falta de educación, de salud, de medios dignos de subsistencia, el menoscabo de oportunidades y el deterioro del tejido social.

Desde luego que también tiene mucho que ver la historia de dominación, vasallaje y violencia que arrastramos. Esas categorías estuvieron presentes como conductas en los pueblos prehispánicos, las mismas condiciones prevalecieron durante las épocas de conquista y colonización, ¿Acaso fueron eventos pacíficos?, ¿Acaso la conversión religiosa del dominado se logró de manera pacífica? Y qué decir de la historia republicana que no está exenta de acontecimientos dominados por la violencia. Lo que quiero decir es que conociendo la historia nacional, se puede deducir que la ola de violencia social de la actualidad no es un hecho aislado; eso sí, preocupante porque hace crecer el miedo, despliega el terror y aumenta la situación de indefensión e intranquilidad de la población. En todas las épocas la violencia ha existido y ha sido preferida de los poderosos para mantener las condiciones de injusticia y desigualdad.

La violencia recurrente se ha politizado, se ha vuelto un tema electorero. Todos los políticos la incluyen en sus discursos. También todos los gobernantes prometen y comprometen cielo y tierra, asegurando que van a terminar con ese fenómeno endémico. Hasta ahora nada ha sido eficaz y las estadísticas del saldo de la violencia siguen en aumento. La falta de resultados pone en precario la imagen del país, genera abusos y violaciones a los derechos humanos y hace más fuertes las estructuras de la impunidad.

Factor Méndez Doninelli
Guatemala, 030409