CAPITULACIONES DE SANTA FE
Réplica de La Santa María
En las Capitulaciones de Santa Fe se le otorgaba a Colón los siguiente:
La historia más fidedigna y documentada de Cristóbal Colón comienza en 1476, cuando alcanza las costas portuguesas al parecer víctima del naufragio de un combate naval entre mercantes y corsarios. En esa historia es cuando en 1476, viajando rumbo a Inglaterra, su nave naufraga en una batalla entre mercantes de caucho y corsarios (el corsario Casenove), salvándose a nado y alcanzando las costas del Algarve. Desde allí partió a Lisboa, buscando la ayuda de su hermano Bartolomé (del que se sabe tan poco como del mismo Cristóbal, aparte de que también fue a Portugal, viviendo allí, y de que era versado en cosmografía y navegación, ayudando a Cristóbal en sus viajes), y de otros conocidos. Además de Bartolomé, podría haber tenido otros tres hermanos (aunque también en esto discrepan los historiadores): Giovanni Pellegrino, Giacomo y su hermana Bianchinetta. Otras fuentes sólo citan a hermanos mayores que Colón (que murieron) y a sus dos hermanos menores, Bartolomé y Diego. Hasta 1485 vive en Portugal como agente de la casa Centurione de Madeira, realizando numerosos viajes con destinos variados, incluida Génova e Inglaterra, donde visitó Irlanda. Es en este viaje donde podría haber llegado a Islandia, escuchando leyendas de un camino hacia tierra nueva (Terranova) viajando hacia el oeste. En 1479 contrajo matrimonio con doña Felipa Perestrelo e Moniz, hija del colonizador de las islas Madeira, Bartolomé de Perestrello, probablemente en Lisboa. Este matrimonio con una noble es la prueba más fundamentada que desdice la teoría de la familia genovesa humilde de Cristóbal Colón, ya que en esa época no era posible un matrimonio entre nobles que no incluyese a otro noble. En 1480 tienen a su único hijo, Diego Colón, muriendo Felipa en enero de 1485, momento éste en que Cristóbal abandona Portugal viajando a Palos, donde se encontraban los reyes de Castilla y Aragón. En los siguientes años y hasta su muerte vivió junto a la cordobesa huérfana Beatriz Enríquez de Arana, quien vivía junto a un primo trabajando como tejedores. Nunca se casaron, aunque le dejó su fortuna a esta mujer, e hizo que su primer hijo Diego la tratara como a su madre verdadera. Tuvieron un hijo, Fernando Colón (1488-1539) también llamado Hernando Colón, quien fue el biógrafo más cercano de su padre, escribiendo la obra "Vida del Almirante Don Cristóbal Colón" donde enaltecía a su padre (quizá en exceso) y viajando junto a Cristóbal a América en su cuarto viaje.
Colón empezó a idear su plan de llegar a Cipango (el moderno Japón) y a las tierras del Gran Khan navegando hacia Occidente. Es difícil estimar en qué momento nació el proyecto, pero puede fecharse después de su matrimonio y antes de 1481. Probablemente tuvo conocimientos de los informes del matemático y médico florentino Paolo dal Pozzo Toscanelli sobre la posibilidad de llegar a las Indias por el oeste, redactados a instancias del rey de Portugal, interesado en el asunto. Sea como fuere, Colón tuvo acceso a una carta de Toscanelli que iba acompañada de un mapa en que se trazaba el trayecto a seguir al oriente asiático, incluidas todas las islas que se suponían debían estar en el trayecto. Este mapa y las noticias de Toscanelli estaban basados principalmente en los viajes de Marco Polo. Señalaba este último que entre el extremo occidental de Europa y Asia la distancia no era excesiva, estimando unas 6,500 leguas marinas el espacio entre Lisboa y Quinsay, y desde la legendaria Antilia al Cipango sólo 2,500 millas, lo que facilitaba la navegación. Los libros que se conservan de la biblioteca de Colón aportan luz sobre lo que influyó en sus ideas, por su costumbre de subrayar los libros, y se deduce que los más subrayados serían los más leídos. Entre los que tienen más anotaciones están el Tractatus de Imago Mundi de Pierre d'Ailly, la Historia Rerum ubique Gestarum de Eneas Silvio Piccolomini, y especialmente Los Viajes de Marco Polo, que le dieron la idea de cómo era el oriente que soñaba encontrar. La idea de Colón se basaba en que la Tierra tenía una circunferencia de 29,000 km, según la "medición" de Posidonio y la medida del grado terrestre de d'Ailly, sin considerar que éste hablaba de millas árabes y no italianas, que son más cortas, de modo que cifraba esa circunferencia en menos de las tres cuartas partes de la real, que por otro lado era la aceptada científicamente desde tiempos de Eratóstenes. Como resultado de lo anterior, según Colón, entre las Canarias y Cipango debía haber unas 2,400 millas marinas, siendo 10,700 en la realidad. Para mostrar su proyecto, dibujó un mapa, basado en el de Toscanelli, que incluía numerosas islas en el camino que harían más fácil la navegación.
Por 1483 ó 1484 presentó este proyecto ante el rey Juan II de Portugal, siendo rechazado, porque entonces estaba el rey intentando alejar a Castilla de sus colonias, ya que ésta estaba a punto de terminar su Reconquista y su poder era suficiente como para competir en ventaja con Portugal, para lo que estaba tratando una división del mundo entre los dos reinos ibéricos, que acabó en el Tratado de Tordesillas, y que dejaba a Castilla el viaje, incierto, por occidente como posibilidad, lo que, por otro lado, avalaba el dictamen de sus sabios, coincidente con el que después dieron los de Salamanca, que analizaron el proyecto y lo consideraron imposible. No le quedó otro remedio que acudir a Castilla. Se dirigió con su hijo Diego Colón a Palos de la Frontera (Huelva), en 1485. En el vecino monasterio de La Rábida, hizo amistad con fray Juan Pérez y fray Antonio de Marchena, a quienes confió sus planes. Los frailes lo apoyaron y recomendaron a fray Hernando de Talavera, confesor de la reina Isabel I. En la vecina ciudad de Moguer también encontró el apoyo de la abadesa del convento de Santa Clara, Inés Enríquez, tía del rey Fernando el Católico. Colón se dirigió a la corte, establecida por entonces en Córdoba, entablando relaciones con importantes personajes del entorno real. Si bien el Real Consejo rechazó su proyecto, consiguió ser recibido, gracias al valimiento de Talavera, en enero de 1486, por la reina Isabel, a quien expuso sus planes. La reina se interesó por la idea, pero quiso que, previamente, un consejo de doctos varones, presidido por Talavera, diera un dictamen sobre la viabilidad del proyecto, mientras asignaba a Colón, pobre de recursos, una subvención de la corona. El Consejo se reunió en la Universidad de Salamanca y, basándose en la circunferencia aceptada de la Tierra desde Eratóstenes, que era de 252,000 estadios (tomando el estadio egipcio, tendría un error del 1% sobre la medida aceptada ahora de 40,000 km) dictaminó que la distancia que había a las verdaderas Indias era excesiva, y determinó la viabilidad del proyecto como absolutamente imposible. También parece que las exigencias económicas y políticas expuestas por Colón eran muy altas. La reina llamó entonces a Colón, diciéndole que no descartaba totalmente su plan. Mientras el navegante esperaba, se vio en la necesidad de vender mapas y libros para sobrevivir. Conoció en esa época a la cordobesa Beatriz Enríquez de Arana, que fue madre de su hijo Fernando (había enviudado hacía tiempo, pero no contrajo nuevo matrimonio). Colón pasó nuevamente a Portugal a intentar suerte pero, por las razones antedichas, sin resultado. Talavera le recomendó ofrecer su proyecto al duque de Medinaceli, quien se mostró interesado. Sin embargo, al ser consultada la reina, mandó a llamar a Colón dándole la promesa de ocuparse de su plan tan pronto como se terminara la conquista de Granada. En diciembre de 1491, Colón llegaba al campamento real de Santa Fe de Granada. Su proyecto fue sometido a una nueva junta, convocada por la reina, pero nuevamente se rechazó. Parte importante de la oposición era por las exigencias desmedidas de Colón. En esos momentos intervinieron Luis de Santángel y Diego de Deza, quienes ganaron para su causa al rey consorte de Castilla, Fernando, consiguiendo su apoyo. En el transcurso de las negociaciones, Colón rebajó sus exigencias, comprometiéndose a aportar parte del dinero y a dirigir la expedición, lo que constituía una garantía. Las negociaciones entre Colón y la Corona se realizaron a través del secretario de la Corona de Aragón, Juan de Coloma, y de fray Juan Pérez, en representación de Colón. El resultado de las negociaciones fueron las Capitulaciones de Santa Fe, del 17 de abril de 1492.
Primer viaje
Finalizados todos los preparativos, la expedición zarpó de Palos de la Frontera (Huelva) el 3 de agosto de 1492, con las carabelas La Pinta y La Niña, y con la nao Santa María. Hasta el 6 de septiembre estuvo en las Islas Canarias, concretamente en La Gomera (visitando a Beatriz de Bobadilla, gobernadora de la isla) y en Gran Canaria, arreglando el timón de La Pinta, y sustituyendo sus velas triangulares originales por unas cuadradas, lo que la convirtió en la carabela más rápida de la flotilla. El 12 de octubre, cuando la tripulación ya estaba inquieta por la larga travesía sin llegar a ninguna parte, el grumete Rodrigo de Triana dio el famoso grito de: Tierra a la vista. Llegaron a una isla llamada Guanahani, a la que rebautizó San Salvador, en el archipiélago de las Bahamas. También desembarcó en la isla de Cuba y la de La Española. En esta, el 25 de diciembre de 1492, se hundió la nao capitana, la Santa María. Sus restos fueron usados para construir el Fuerte de La Navidad, constituyendo así el primer asentamiento español en América.
La Santa María no era una carabela, en contra de lo que la apelación colectiva tradicional (las Tres Carabelas) afirma. Se trataba de una carraca (nao en el lenguaje náutico español de la época). Con sus tres palos era una carraca menor construida, al parecer, en Galicia (razón por la cual fue llamada originalmente La Gallega) y propiedad de Juan de la Cosa. De acuerdo con las normas de estiba de entonces, la Santa María podía llevar una carga de 106 toneladas de la época (51 toneladas actuales). En el palo mayor aparejaba dos velas cuadradas: la mayor con una cruz roja en el centro y una vela de gavia. El trinquete portaba una sola vela cuadrada y el palo de mesana aparejaba una vela triangular latina. Del bauprés colgaba una vela de cebadera. La Santa María se perdió en aguas del Caribe durante el primer viaje.
La Pinta había sido construida en los astilleros de Palos pocos años antes del primer viaje. Fue elegida por Martín Alonso Pinzón por sus cualidades náuticas, ya que él mismo la había alquilado anteriormente, la costeó el concejo de Palos. Su nombre hizo pensar a algunos historiadores que pertenecía a la familia Pinto, pero en realidad fue alquilada a los armadores Gómez Rascón y Alonso Quintero, que fueron en ella a América como marinos, por lo que probablemente su verdadero nombre fuera "La Pintá". Era una carabela nórdica de velas cuadradas con un velamen muy sencillo. Los palos de mesana y mayor iban aparejados con una vela cuadrada de grandes dimensiones, en tanto que el trinquete portaba una vela latina. La principal característica de esta carabela era su velocidad, hasta el punto que Colón, en su diario de a bordo, hacía referencia a que en una noche había navegado a 15 millas por hora (una milla de la época equivale a 0.8 millas náuticas actuales, por lo que su velocidad sería de unos 11 nudos, la misma que un carguero medio de la actualidad).
La Niña era una carabela de velas latinas que pertenecía a los hermanos Niño de Moguer, de ahí su nombre, antes de formar parte de la expedición (su denominación realmente era la Santa Clara). Esta embarcación se construyó en los antiguos astilleros del puerto de la Ribera de Moguer entre 1487 y 1490. Fue elegida por los Pinzón por ser muy maniobrable, también la costeó el concejo de Palos. Las velas de la Niña carecían de rizos, por lo que no tenían sistema de cabos que permitiera reducir la superficie en caso de fuerte viento. Las jarcias que sostenían los palos estaban enganchadas en los costados del buque. La carabela carecía de castillo de proa, mientras que el alcázar era bastante pequeño. Es posible que, durante el primer viaje, la Niña fuera convertida en carabela de velas cuadradas durante la escala en Canarias. Formó parte de las tres primeras expediciones de Colón, recorriendo en el transcurso de sus viajes más de 25,000 millas náuticas en total. La Niña fue capturada por corsarios berberiscos a la vuelta del segundo viaje. La reacción de la tripulación permitió liberar la embarcación, que regresó a Cádiz para intervenir en el tercer viaje.
Siguiendo las costumbres vigentes en esos tiempos, las relaciones de Colón y sus hombres con otros pueblos y tierras se regían por las posibilidades de conquistarlas para el reino al que representaban. Pensando que se hallaban en el "Gran Kan", intentaron tomar posiciones militares defensivas y entablar contacto con algún rey. Al no encontrar algo parecido y viendo poco a poco que tanto la superioridad armamentística que poseían sobre los indígenas, como el desconocimiento de los habitantes de esas tierras de cualquier lugar llamado "Gran Kan", atribuyeron ese desconocimiento a un muy bajo nivel cultural y fueron asumiendo la facilidad de conquista del nuevo territorio. Así lo demostraron en los comunicados a sus monarcas.
Colón destaca el objetivo de la búsqueda de oro en su Diario de Viaje (sumario realizado por Bartolomé de las Casas: Sábado 13 de octubre (1492):
Las Capitulaciones de Santa Fe son los documentos suscritos el 17 de abril de 1492, en la localidad de Santa Fe, por los Reyes Católicos, que recojen los acuerdos alcanzados entre los reyes y Cristóbal Colón relativos a la expedición a las Indias por el mar hacia occidente. En este documento se le nombra almirante , virrey y gobernador general en todos los territorios que descubriera o ganase durante su vida, nombrando como herederos a sus sucesores de forma vitalicia. También se le concedió un diezmo de todas las mercaderías que hallase, ganase y hubiese en los lugares conquistados. Están firmadas por el secretario de Fernando y hombre de confianza, Luis de Santángel. Después de largas negociaciones entre Colón y los Reyes Católicos, se firmó un documento en la Villa de Santa Fe de la Vega de Granada. Santa Fe era la ciudad fundada sobre el campamento que Isabel la Católica estableció como cuartel general para la conquista de Granada. Las capitulaciones se firmaron en los últimos tiempos del asedio a la ciudad, en abril de 1492, meses antes de la partida del primer viaje. En aquellos años se llamaba Capitulaciones al contrato firmado entre los monarcas con particulares para emprender determinadas acciones. De esa manera, la conquista de los nuevos territorios se haría con particulares, no con ejércitos de Estado. Con el correr de los años América se convertía en el nido de los aventureros europeos que deseaban emprender viajes en busca de riquezas.
En las Capitulaciones de Santa Fe se le otorgaba a Colón los siguiente:
- El título vitalicio y hereditario de Almirante de los mares;
- El título de Virrey y Gobernador de las tierras a donde llegare;
- El derecho a recibir la décima parte de todas las riquezas y mercancías obtenidas en la empresa;
- La autoridad para lidiar en los problemas que se originasen en cuestiones de riquezas;
- El derecho a contribuir con la octava parte de los gastos de la expedición, a cambio de recibir luego una parte similar de los beneficios obtenidos.
Con esos beneficios, Colón logró un rápido ascenso social, al pasar a formar parte de la nobleza cortesana. Las Capitulaciones de Santa Fe significaron un reparto anticipado entre Colón y los Reyes Católicos sobre los enormes beneficios que reportaría la conquista de América.
"(...) Primeramente que Vuestras Altezas como Señores que son de las dichas Mares Oceanas fazen dende agora al dicho don Christoval Colon su almirante en todas aquellas islas y tierras firmes que por su mano o industria se descubriran o ganaran en las dichas Mares Oceanas para durante su vida, y después del muerto, a sus herederos e successores de uno en otro perpetualmente con todas aquellas preheminencias e prerrogativas pertenecientes al tal officio, e segund que don Alfonso Enríquez, quondam, Almirante Mayor de Castilla, e los otros sus predecessores en el dicho officio, lo tenían en sus districtos. Otrosí que Vuestras Altezas fazen al dicho don Christoval su Visorey e Governador General en todas las dichas tierras firmes e yslas que como dicho es el descubriere o ganare en las dichas mares, e que paral regimiento de cada huna e qualquiere dellas, faga el eleccion de tres personas para cada oficio, e que Vuestras Altezas tomen y scojan uno el que mas fuere su servicio, e assi seran mejor regidas las tierras que Nuestro Señor le dexara fallar e ganar a servicio de Vuestras Altezas."
Cristobal Colón fue un navegante y cartógrafo al servicio de la Corona de Castilla, famoso por haber realizado el denominado descubrimiento de América el 12 de octubre de 1492. El nombre de este navegante puede traducirse como Cristóbal: el que lleva a Cristo; Colón: Espíritu Santo o paloma, de ahí que en la firma de Colón anterior a 1492 se lee Xpo ferens ("portador de Cristo"), que podría hacer referencia a la Orden de Cristo, a la que él pudo haber pertenecido.
La historia más fidedigna y documentada de Cristóbal Colón comienza en 1476, cuando alcanza las costas portuguesas al parecer víctima del naufragio de un combate naval entre mercantes y corsarios. En esa historia es cuando en 1476, viajando rumbo a Inglaterra, su nave naufraga en una batalla entre mercantes de caucho y corsarios (el corsario Casenove), salvándose a nado y alcanzando las costas del Algarve. Desde allí partió a Lisboa, buscando la ayuda de su hermano Bartolomé (del que se sabe tan poco como del mismo Cristóbal, aparte de que también fue a Portugal, viviendo allí, y de que era versado en cosmografía y navegación, ayudando a Cristóbal en sus viajes), y de otros conocidos. Además de Bartolomé, podría haber tenido otros tres hermanos (aunque también en esto discrepan los historiadores): Giovanni Pellegrino, Giacomo y su hermana Bianchinetta. Otras fuentes sólo citan a hermanos mayores que Colón (que murieron) y a sus dos hermanos menores, Bartolomé y Diego. Hasta 1485 vive en Portugal como agente de la casa Centurione de Madeira, realizando numerosos viajes con destinos variados, incluida Génova e Inglaterra, donde visitó Irlanda. Es en este viaje donde podría haber llegado a Islandia, escuchando leyendas de un camino hacia tierra nueva (Terranova) viajando hacia el oeste. En 1479 contrajo matrimonio con doña Felipa Perestrelo e Moniz, hija del colonizador de las islas Madeira, Bartolomé de Perestrello, probablemente en Lisboa. Este matrimonio con una noble es la prueba más fundamentada que desdice la teoría de la familia genovesa humilde de Cristóbal Colón, ya que en esa época no era posible un matrimonio entre nobles que no incluyese a otro noble. En 1480 tienen a su único hijo, Diego Colón, muriendo Felipa en enero de 1485, momento éste en que Cristóbal abandona Portugal viajando a Palos, donde se encontraban los reyes de Castilla y Aragón. En los siguientes años y hasta su muerte vivió junto a la cordobesa huérfana Beatriz Enríquez de Arana, quien vivía junto a un primo trabajando como tejedores. Nunca se casaron, aunque le dejó su fortuna a esta mujer, e hizo que su primer hijo Diego la tratara como a su madre verdadera. Tuvieron un hijo, Fernando Colón (1488-1539) también llamado Hernando Colón, quien fue el biógrafo más cercano de su padre, escribiendo la obra "Vida del Almirante Don Cristóbal Colón" donde enaltecía a su padre (quizá en exceso) y viajando junto a Cristóbal a América en su cuarto viaje.
Colón empezó a idear su plan de llegar a Cipango (el moderno Japón) y a las tierras del Gran Khan navegando hacia Occidente. Es difícil estimar en qué momento nació el proyecto, pero puede fecharse después de su matrimonio y antes de 1481. Probablemente tuvo conocimientos de los informes del matemático y médico florentino Paolo dal Pozzo Toscanelli sobre la posibilidad de llegar a las Indias por el oeste, redactados a instancias del rey de Portugal, interesado en el asunto. Sea como fuere, Colón tuvo acceso a una carta de Toscanelli que iba acompañada de un mapa en que se trazaba el trayecto a seguir al oriente asiático, incluidas todas las islas que se suponían debían estar en el trayecto. Este mapa y las noticias de Toscanelli estaban basados principalmente en los viajes de Marco Polo. Señalaba este último que entre el extremo occidental de Europa y Asia la distancia no era excesiva, estimando unas 6,500 leguas marinas el espacio entre Lisboa y Quinsay, y desde la legendaria Antilia al Cipango sólo 2,500 millas, lo que facilitaba la navegación. Los libros que se conservan de la biblioteca de Colón aportan luz sobre lo que influyó en sus ideas, por su costumbre de subrayar los libros, y se deduce que los más subrayados serían los más leídos. Entre los que tienen más anotaciones están el Tractatus de Imago Mundi de Pierre d'Ailly, la Historia Rerum ubique Gestarum de Eneas Silvio Piccolomini, y especialmente Los Viajes de Marco Polo, que le dieron la idea de cómo era el oriente que soñaba encontrar. La idea de Colón se basaba en que la Tierra tenía una circunferencia de 29,000 km, según la "medición" de Posidonio y la medida del grado terrestre de d'Ailly, sin considerar que éste hablaba de millas árabes y no italianas, que son más cortas, de modo que cifraba esa circunferencia en menos de las tres cuartas partes de la real, que por otro lado era la aceptada científicamente desde tiempos de Eratóstenes. Como resultado de lo anterior, según Colón, entre las Canarias y Cipango debía haber unas 2,400 millas marinas, siendo 10,700 en la realidad. Para mostrar su proyecto, dibujó un mapa, basado en el de Toscanelli, que incluía numerosas islas en el camino que harían más fácil la navegación.
Por 1483 ó 1484 presentó este proyecto ante el rey Juan II de Portugal, siendo rechazado, porque entonces estaba el rey intentando alejar a Castilla de sus colonias, ya que ésta estaba a punto de terminar su Reconquista y su poder era suficiente como para competir en ventaja con Portugal, para lo que estaba tratando una división del mundo entre los dos reinos ibéricos, que acabó en el Tratado de Tordesillas, y que dejaba a Castilla el viaje, incierto, por occidente como posibilidad, lo que, por otro lado, avalaba el dictamen de sus sabios, coincidente con el que después dieron los de Salamanca, que analizaron el proyecto y lo consideraron imposible. No le quedó otro remedio que acudir a Castilla. Se dirigió con su hijo Diego Colón a Palos de la Frontera (Huelva), en 1485. En el vecino monasterio de La Rábida, hizo amistad con fray Juan Pérez y fray Antonio de Marchena, a quienes confió sus planes. Los frailes lo apoyaron y recomendaron a fray Hernando de Talavera, confesor de la reina Isabel I. En la vecina ciudad de Moguer también encontró el apoyo de la abadesa del convento de Santa Clara, Inés Enríquez, tía del rey Fernando el Católico. Colón se dirigió a la corte, establecida por entonces en Córdoba, entablando relaciones con importantes personajes del entorno real. Si bien el Real Consejo rechazó su proyecto, consiguió ser recibido, gracias al valimiento de Talavera, en enero de 1486, por la reina Isabel, a quien expuso sus planes. La reina se interesó por la idea, pero quiso que, previamente, un consejo de doctos varones, presidido por Talavera, diera un dictamen sobre la viabilidad del proyecto, mientras asignaba a Colón, pobre de recursos, una subvención de la corona. El Consejo se reunió en la Universidad de Salamanca y, basándose en la circunferencia aceptada de la Tierra desde Eratóstenes, que era de 252,000 estadios (tomando el estadio egipcio, tendría un error del 1% sobre la medida aceptada ahora de 40,000 km) dictaminó que la distancia que había a las verdaderas Indias era excesiva, y determinó la viabilidad del proyecto como absolutamente imposible. También parece que las exigencias económicas y políticas expuestas por Colón eran muy altas. La reina llamó entonces a Colón, diciéndole que no descartaba totalmente su plan. Mientras el navegante esperaba, se vio en la necesidad de vender mapas y libros para sobrevivir. Conoció en esa época a la cordobesa Beatriz Enríquez de Arana, que fue madre de su hijo Fernando (había enviudado hacía tiempo, pero no contrajo nuevo matrimonio). Colón pasó nuevamente a Portugal a intentar suerte pero, por las razones antedichas, sin resultado. Talavera le recomendó ofrecer su proyecto al duque de Medinaceli, quien se mostró interesado. Sin embargo, al ser consultada la reina, mandó a llamar a Colón dándole la promesa de ocuparse de su plan tan pronto como se terminara la conquista de Granada. En diciembre de 1491, Colón llegaba al campamento real de Santa Fe de Granada. Su proyecto fue sometido a una nueva junta, convocada por la reina, pero nuevamente se rechazó. Parte importante de la oposición era por las exigencias desmedidas de Colón. En esos momentos intervinieron Luis de Santángel y Diego de Deza, quienes ganaron para su causa al rey consorte de Castilla, Fernando, consiguiendo su apoyo. En el transcurso de las negociaciones, Colón rebajó sus exigencias, comprometiéndose a aportar parte del dinero y a dirigir la expedición, lo que constituía una garantía. Las negociaciones entre Colón y la Corona se realizaron a través del secretario de la Corona de Aragón, Juan de Coloma, y de fray Juan Pérez, en representación de Colón. El resultado de las negociaciones fueron las Capitulaciones de Santa Fe, del 17 de abril de 1492.
Primer viaje
Finalizados todos los preparativos, la expedición zarpó de Palos de la Frontera (Huelva) el 3 de agosto de 1492, con las carabelas La Pinta y La Niña, y con la nao Santa María. Hasta el 6 de septiembre estuvo en las Islas Canarias, concretamente en La Gomera (visitando a Beatriz de Bobadilla, gobernadora de la isla) y en Gran Canaria, arreglando el timón de La Pinta, y sustituyendo sus velas triangulares originales por unas cuadradas, lo que la convirtió en la carabela más rápida de la flotilla. El 12 de octubre, cuando la tripulación ya estaba inquieta por la larga travesía sin llegar a ninguna parte, el grumete Rodrigo de Triana dio el famoso grito de: Tierra a la vista. Llegaron a una isla llamada Guanahani, a la que rebautizó San Salvador, en el archipiélago de las Bahamas. También desembarcó en la isla de Cuba y la de La Española. En esta, el 25 de diciembre de 1492, se hundió la nao capitana, la Santa María. Sus restos fueron usados para construir el Fuerte de La Navidad, constituyendo así el primer asentamiento español en América.
La Santa María no era una carabela, en contra de lo que la apelación colectiva tradicional (las Tres Carabelas) afirma. Se trataba de una carraca (nao en el lenguaje náutico español de la época). Con sus tres palos era una carraca menor construida, al parecer, en Galicia (razón por la cual fue llamada originalmente La Gallega) y propiedad de Juan de la Cosa. De acuerdo con las normas de estiba de entonces, la Santa María podía llevar una carga de 106 toneladas de la época (51 toneladas actuales). En el palo mayor aparejaba dos velas cuadradas: la mayor con una cruz roja en el centro y una vela de gavia. El trinquete portaba una sola vela cuadrada y el palo de mesana aparejaba una vela triangular latina. Del bauprés colgaba una vela de cebadera. La Santa María se perdió en aguas del Caribe durante el primer viaje.
La Pinta había sido construida en los astilleros de Palos pocos años antes del primer viaje. Fue elegida por Martín Alonso Pinzón por sus cualidades náuticas, ya que él mismo la había alquilado anteriormente, la costeó el concejo de Palos. Su nombre hizo pensar a algunos historiadores que pertenecía a la familia Pinto, pero en realidad fue alquilada a los armadores Gómez Rascón y Alonso Quintero, que fueron en ella a América como marinos, por lo que probablemente su verdadero nombre fuera "La Pintá". Era una carabela nórdica de velas cuadradas con un velamen muy sencillo. Los palos de mesana y mayor iban aparejados con una vela cuadrada de grandes dimensiones, en tanto que el trinquete portaba una vela latina. La principal característica de esta carabela era su velocidad, hasta el punto que Colón, en su diario de a bordo, hacía referencia a que en una noche había navegado a 15 millas por hora (una milla de la época equivale a 0.8 millas náuticas actuales, por lo que su velocidad sería de unos 11 nudos, la misma que un carguero medio de la actualidad).
La Niña era una carabela de velas latinas que pertenecía a los hermanos Niño de Moguer, de ahí su nombre, antes de formar parte de la expedición (su denominación realmente era la Santa Clara). Esta embarcación se construyó en los antiguos astilleros del puerto de la Ribera de Moguer entre 1487 y 1490. Fue elegida por los Pinzón por ser muy maniobrable, también la costeó el concejo de Palos. Las velas de la Niña carecían de rizos, por lo que no tenían sistema de cabos que permitiera reducir la superficie en caso de fuerte viento. Las jarcias que sostenían los palos estaban enganchadas en los costados del buque. La carabela carecía de castillo de proa, mientras que el alcázar era bastante pequeño. Es posible que, durante el primer viaje, la Niña fuera convertida en carabela de velas cuadradas durante la escala en Canarias. Formó parte de las tres primeras expediciones de Colón, recorriendo en el transcurso de sus viajes más de 25,000 millas náuticas en total. La Niña fue capturada por corsarios berberiscos a la vuelta del segundo viaje. La reacción de la tripulación permitió liberar la embarcación, que regresó a Cádiz para intervenir en el tercer viaje.
Siguiendo las costumbres vigentes en esos tiempos, las relaciones de Colón y sus hombres con otros pueblos y tierras se regían por las posibilidades de conquistarlas para el reino al que representaban. Pensando que se hallaban en el "Gran Kan", intentaron tomar posiciones militares defensivas y entablar contacto con algún rey. Al no encontrar algo parecido y viendo poco a poco que tanto la superioridad armamentística que poseían sobre los indígenas, como el desconocimiento de los habitantes de esas tierras de cualquier lugar llamado "Gran Kan", atribuyeron ese desconocimiento a un muy bajo nivel cultural y fueron asumiendo la facilidad de conquista del nuevo territorio. Así lo demostraron en los comunicados a sus monarcas.
Colón destaca el objetivo de la búsqueda de oro en su Diario de Viaje (sumario realizado por Bartolomé de las Casas: Sábado 13 de octubre (1492):
"[...] Yo estava atento y trabajava de saber si avía oro y vide que algunos de ellos traían un pedaçuelo colgado en un agujero que tienen en la nariz. Y por señas pude entender que yendo al Sur o Bolviendo la isla por el Sur, que estava alli un rey que tenía grandes vasos de ello, y tenía muy mucho[...]"
Cristobal Colón, Diario de Viaje.
Cristobal Colón, Diario de Viaje.
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