VERSO DE DARIO
Estimado Guayo:
después
de ir a libar una cuantas cervezas, espero que acompañadas de uno o más
platos de vigorón, disfrutabas de la calidez de la noche sentado en
alguna de las mesas de los muchos cafetuchos sitos a la orilla del
malecón del lago de Managua, mientras, un poco al descuido, observabas
la brisa del lago agitar las faldas de las provocativas transeúntes que,
cimbreantes de juventud, se desplazaban en grupos frente a tu mesa,
tenés que haber recordado aquel verso de Darío, quizá no uno de los más
conocidos, y que creo que es posterior al libro azul que mencionan, pero
que a mi, en nuestra juventud, (me lo aprendí en 5o. curso, mientras
esperaba frente al conservatorio el bus urbano #6 , que compartíamos con
el sapo Castro), me dio mucha inspiración existencial y del cual les
comparto unas estrofas:
Yo soy aquel que ayer nomás decía
el verso azul y la canción profana,
en cuya noche un ruiseñor había
que era alondra de luz por la mañana.
El dueño fui de mi jardín de sueños,
lleno de rosas y de cisnes vagos;
el dueño de las tórtolas, el dueño
de góndolas y liras en los lagos;
Y muy siglo diez y ocho y muy antiguo
y muy moderno; audaz, cosmopolita;
con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,
y una sed de ilusiones infinita.....
Mientras
don Javier se desgañitaba con la tiza frente al pizarrón, mi mente, en
ese tiempo con una sed de ilusiones infinita, divagaba en el resto del
poema,
... mientras la boca del fauno el pezón muerde....
Allí va el dios en celo tras la hembra,
la caña de pan se alza del lodo,
la eterna vida sus semillas siembra,
y brota la armonía del gran todo....
exquisitamente apropiado para nuestros fértiles 16 años.
En
fin, buenos tiempos aquellos para disfrutar del genio de Darío,
enterrados sus restos en la Catedral de León desde 1916, permanece
vigente en las letras universales. Y si no, pues al menos en las
mías, acercándose nuevamente a mi momento existencial con la última
estrofa:
La virtud está en ser tranquilo y fuerte,
con el fuego interior todo se abraza,
se triunfa del rencor y de la muerte y,
hacia Belén, la caravana pasa...
SALUTE,
J C Prado S.
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