EN RECORDACION DE DOÑA ELISA MARTINEZ
“sin
esconder la mano”
EN
RECORDACION DE DOÑA ELISA MARTINEZ
por:
Flaminio Bonilla Valdizón
Hace
algunos días la Secretaría de Bienestar Social, arribó a sus 50
años de existencia y funcionamiento. En esa ocasión se recordó que
nuestra inolvidable doña ELISA MARTINEZ CONTRERAS, ex‑Primera
Dama de la Nación es la pionera del servicio social en Guatemala.
Con
doña Elisa Martínez, mi familia tuvo una cariñosa y estrecha
relación. Es madrina de bautizo de Cristina mi hija mayor; a mi
madre confió gran parte de su archivos personales y textos
inéditos de sus obras; en algunas de sus estadías en
Guatemala, vivió en nuestra casa o en casa de mis tíos Atilio y
Mary, aunque su hogar en Guatemala cuando retornó por varios años
lo fue la casa de don Ramiro Samayoa, frente al Parque de la
Industria. Mis padres, cuando doña Elisa viajó a radicar en San
Carlos de Bariloche, República de Argentina, mantuvieron una
comunicación permanente con ella y sus sobrinos Rodolfo y Nelly
García Sussini; igualmente mi madre fue una observadora e
investigadora de la obra de doña Elisa Martínez y en abril de
1974, presentó al Certamen convocado por la Mesa Redonda
Panamericana con motivo del Día Mundial de las Américas, un pequeño
estudio titulado "INICIACION DEL SERVICIO SOCIAL ASISTENCIAL
EN GUATEMALA. ELISA MARTINEZ CONTRERAS, MUJER DESTACADA DE AMÉRICA",
que junto con el ensayo presentado sobre la vida de Helen Keller
‑trabajo ganador de ese certamen‑, mereció una mención
honorífica. No es por resaltar cualidades literarias de mi señora
madre, pero ese estudio revela con muchísima exactitud por qué
ELISA MARTINEZ CONTRERAS fue una MUJER DESTACADA DE AMÉRICA, y
sobre todo, porque en ese trabajo se resalta y reconoce el merito
hasta hoy inalcanzable de doña Elisa Martínez, en su amor por
nuestros niños, "porque honró a Guatemala y eso le dará por
siempre un justo título dentro de nuestra nacionalidad y ocupará un
lugar preeminente en nuestro corazón"
Doña
Elisa murió en Bariloche el 15 de abril de 1985. Ella siempre
manifestó su deseo de morir en tierra guatemalteca y ser
acogida en nuestro fértil y bendito suelo. Su primer deseo no se
satisfizo, pero el segundo sí porque sus restos, a instancias de sus
sobrinos Nelly y Rodolfo y de mis padres, descansarán por siempre en
Guatemala. Efectivamente, sus sobrinos pidieron a mis padres recibir
las cenizas de doña Elisa y el 7 de julio de 1985, tanto sus
relacionados familiares como mi madre hicieron entrega a Guatemala
de las cenizas de esa MUJER DE AMÉRICA.
El
fin de semana fui a casa de mis padres a husmear entre el material
que ellos tienen sobre la obra de doña Elisa Martínez y me
encontré con un tesoro incalculable de realizaciones y logros que
concretó doña Elisa durante el histórico período presidencial del
sexenio 1945/1951, como esposa entonces del Dr. Juan José Arévalo
Bermejo. Al leer ese material nos damos cuenta exacta del valor
humano que poseía doña Elisa Martínez y podrían llenarse
cuartillas para resumir su amorosa y desinteresada obra en pro de
nuestra niñez.
Otro
aspecto de la grandeza de doña Elisa fue su auténtica
vocación de MAESTRA. Ella se graduó de Maestra de Educación
Primaria en el año 1921 y de inmediato inició la docencia en una
Escuelita de Buenos Aires, ejerciendo ininterrumpidamente por
más de 20 años. Cuando el mandato Presidencial del Dr. Arévalo
la trajo a nuestras tierras, interrumpió su elevado ministerio, pero
cuando por circunstancias de la vida volvió a su patria
Argentina, ella retornó "a su puesto de Maestra en aquella
misma y amada escuelita de Buenos Aires". La obra que doña
Elisa realizó en Guatemala, la desconocieron sus compatriotas en
toda su dimensión. Cuando luego del período presidencial del Dr.
Arévalo, vuelve a Buenos Aires, los diarios bonaerenses "La
Razón y "El Mundo" dan la inusitada noticia, que "la
esposa de un ex‑Presidente volvió a su cargo de Maestra en
Buenos Aires". De los archivos de mi madre obtengo que el más
cariñoso de los artículos que se escribieron sobre ella en
Argentina, lo fue en el diario "Critica" del 5 de mayo de
1951, del cual transcribo literalmente el siguiente parágrafo: "Del
Palacio Presidencial al aula primaria. De la alta figuración de un
gobierno que varias veces pasó al primer plano de la actualidad en
los últimos años por obra de sus inquietudes políticas, a la
sencilla y quieta pero no menos alta y augusta función pedagógica.
He aquí la trayectoria de nuestra compatriota, la señora Doña
Elisa Martínez de Arévalo, esposa del ex‑presidente de
Guatemala. Cumplido el mandato constitucional de su marido, la
ex‑primera dama de la república centroamericana, ha vuelto a
dar paso a su vocación de educacionista, asumiendo en el ingenuo
ambiente de un primer grado primario, el primerísimo papel que
cantara el poeta: USTED SERA SIEMPRE/ LA BRUJULA NUESTRA/ LA SIEMPRE
QUERIDA/ SEGUNDA MAMA.../"
Por
ello mi madre cuando el 7 de julio de 1985, entregó sus cenizas a la
Nación y al Pueblo de Guatemala, expresó: "Doña Elisa no
sólo daba sino su dación la hacía con inmenso amor. Por eso NUNCA
la habremos perdido, porque su ejemplo, su proyección, su semilla la
esparció a los cuatro vientos y hoy queda aquí en forma definitiva.
ELLA nos exigirá y requerirá la aplicación de sus normas de amor
y comprensión. Ella percibió y se cimentó en los valores
cristianos, creció con ellos, fue apasionada del respeto y la
consideración hacia los demás. Ella no necesitó aprender la
teoría de esos valores. Nació y murió con ellos. El hacer el bien
y ejercer la bondad fueron peculiares de doña Elisa"
Esta
columna es hoy de homenaje a una mujer de estatura continental que
fue toda bondad, amor, solidaridad y desprendimiento con los
niños desnutridos y desvalidos de Guatemala. Una mujer de
dimensiones exactas y futuros siempre vivos, que tuvo un corazón
inmenso para los ángeles sucios que tienen la cara roñosa y los
pantalones rotos, que visten como camisa un trapo lleno de parches.
A los que tiene el ombligo abultado y quejas lastimeras por el
dolor y la angustia. Una mujer que se prodigó a los niños que
tiene frío, sed y hambre y que en sus caritas se adivina que son
hijos del sufrimiento. Un homenaje a quien en 1952 fue declarada
"MADRE SIMBÓLICA DE LOS NIÑOS DE GUATEMALA".
Publicado
en “La Hora” el 21 de septiembre de 1995.
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