El Imperio Español
Se denomina Imperio Español al conjunto de territorios conquistados, heredados y reclamados por España o por las dinastías reinantes en España; aunque en algunos de ellos tales como las grandes praderas de América del Norte o la parte más austral de América del Sur, la presencia estable española fue muchas veces más teórica que real. Alcanzó casi los 20 millones de kilómetros cuadrados a finales del siglo XVIII. No fue exactamente un imperio colonial, más bien creó una estructura propia (algo así como una mera prolongación del territorio, estructura está explicada a continuación), durante los siglos XVI y XVII. Es en el siglo XIX cuando adquiere estructura puramente colonial.
No existe una postura unánime entre los historiadores sobre los territorios concretos poseídos por España porque, en ocasiones, resulta difícil delimitar si determinado lugar era parte de España o formaba parte de las posesiones del rey de España.
Especialmente en una época en la que no estaba clara la diferencia entre las posesiones del rey y las del país donde residía, como tampoco lo estaba la hacienda o la herencia. Así, tradicionalmente se considera a los Países Bajos como parte del mismo (tesis mayoritaria en España y los Países Bajos entre otros); pero existen autores como Henry Kamen que proclaman que esos territorios nunca se integraron en el Imperio Español, sino en las posesiones personales de los Austrias.
El español fue el primer imperio global, porque por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes, los cuales, a diferencia de lo que ocurría en el Imperio Romano o en el Carolingio, no se comunicaban por tierra los unos con los otros.
Consideraciones generales
Castilla, además de Portugal, estaba en la vanguardia de la exploración europea y de la apertura de rutas de comercio a través de los océanos (en el Atlántico entre España y las Indias, y en el Pacífico entre Asia Oriental y México, vía Filipinas).
Los conquistadores descubrieron y dominaron vastos territorios pertenecientes a diferentes culturas en América y otros territorios de Asia, África y Oceanía. España, especialmente el reino de Castilla, se expandió, colonizando esos territorios y construyendo con ello el mayor imperio económico del mundo de entonces.
Entre la incorporación del Imperio Portugués en 1580 (perdido en 1640) y la pérdida de las colonias americanas en el siglo XIX, fue el imperio más grande por territorio, a pesar de haber sufrido bancarrotas y derrotas militares a partir de la segunda mitad del siglo XVII.
España dominaba los océanos gracias a su experimentada Armada, sus soldados eran los mejor entrenados y su infantería la más temida. El Imperio Español tuvo su Edad de Oro en el siglo XVII.
Este vasto y disperso imperio estuvo en constante disputa con potencias rivales por causas territoriales, comerciales o religiosas. En el Mediterráneo con el Imperio Otomano; en Europa, con Francia, que tenía un poder semejante; en América, inicialmente con Portugal y más tarde con Inglaterra, y una vez que los holandeses lograron su independencia, se convirtieron también en contendientes.
Las luchas constantes con otras potencias emergentes de Europa, a menudo simultáneamente, durante largos períodos y basadas tanto en diferencias religiosas como políticas, con la pérdida paulatina de territorios, difícilmente defendibles por su dispersión, contribuyeron al lento declive del poder español.
Este declive culminó, en lo que respecta al dominio sobre territorios europeos, con la Paz de Utrecht (1713): España renunciaba a sus territorios en Italia y en los Países Bajos, perdía la hegemonía de su poder y se convertía en una nación de segundo orden en la política europea.
Sin embargo, España mantuvo su extenso imperio de ultramar hasta que sucesivas revoluciones le desposeyeron de sus territorios en el continente americano a principios del siglo XIX.
No obstante, los españoles todavía mantuvieron importantes fracciones de su imperio en América (Cuba y Puerto Rico), Asia (Filipinas) y Oceanía (Guam, Micronesia, Palau, Marianas del Norte) hasta la Guerra Hispano-Estadounidense de 1898, y en África (Guinea Ecuatorial, Norte de Marruecos y Sáhara Occidental) hasta 1975.
Territorios del Imperio español
América
- Virreinato de Nueva España: los actuales países de México, y los estados de California, Nuevo México, Arizona, Texas, Nevada, Florida, Utah y parte de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma en Estados Unidos. España mantuvo bajo su control estos territorios desde 1519 hasta 1821. Sin embargo, es necesario recordar que la independencia de Nueva España fue iniciada en 1810, y declarada formal y legalmente por el Congreso de Chilpancingo en 1813. El período entre ese año y la fecha de consumación de la independencia de México (1821) eran concebidos por el Congreso como una lucha contra la metrópoli y por el reconocimiento internacional de la nueva nación.
- Capitanía General de Guatemala: comprendía los territorios de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica, y el estado mexicano de Chiapas. Declaró su independencia en 1821, para sumarse al Primer Imperio Mexicano, del que se separó (salvo Chiapas) en 1824.
- Luisiana: cedida por Francia, España la mantuvo poco tiempo en su poder, desde 1762 hasta 1801. Incorporaba territorios de los actuales estados de Luisiana, Arkansas, Oklahoma, Kansas, Nebraska, Dakota del Sur, Dakota del Norte, Wyoming, Montana, Idaho, Minnesota y Iowa.
- Virreinato de Nueva Granada: los actuales países de: Panamá, Colombia y Ecuador.
- Capitanía General de Venezuela: la actual Venezuela.
- Virreinato del Perú: el actual Perú.
- Virreinato del Río de la Plata: los actuales países de Bolivia, Argentina (excepto la región de Patagonia), Paraguay y Uruguay.
- Capitanía General de Chile: el actual Chile y la región de Patagonia.
- Territorios Insulares: los actuales países de Cuba, Puerto Rico, República Dominicana, Bahamas (hasta 1670), Antigua y Barbuda (desde 1493 hasta 1632), Trinidad y Tobago, Granada (desde 1498 hasta 1674), Jamaica (hasta 1655), San Cristóbal y Nevis (Saint Kitts y Nevis), Dominica (desde 1493 hasta 1783), Barbados (desde 1518 hasta 1624), Santa Lucía (desde 1504 hasta 1654),
Asia
- Filipinas (1521-1898)
- Protectorado sobre Camboya (1597-1599)
- Norte de Taiwan (1626-1642)
- También existieron algunos asentamientos españoles en las islas de Nueva Guinea y Borneo.
África
- Sahara Español: desde 1885 hasta 1975.
- Protectorado Español de Marruecos: desde 1912 hasta 1956.
- Ifni: desde 1860 hasta 1969.
- Guinea Española: desde 1843 hasta 1968.
Europa
- Portugal: desde 1580 hasta 1640. Además se incluyeron todos los territorios del Imperio Portugués.
- Reino de Nápoles: el actual sur de Italia, junto con las islas de Sicilia, Cerdeña y Malta.
- Franco Condado: en la zona centro-oriental de Francia.
- Ducado de Milán en el norte de Italia.
- Países Bajos Españoles: los actuales países de Bélgica, Luxemburgo y Países Bajos.
La mayoría de los territorios europeos españoles se perdieron en 1710 en la Paz de Utrecht.
Oceanía
- Guam, hasta 1898, perdida en la Guerra Hispano-estadounidense.
- Islas Carolinas, Marianas y Palau: hasta 1899, vendidas a Alemania.
Administración del Imperio
El matrimonio de los Reyes Católicos (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón) supuso una única dirección de ambos reinos bajo una administración superior única, el Consejo Real. Se unificó la hacienda (pero no los impuestos), la política interior y exterior, el ejército, las órdenes militares y la Inquisición, y, en lo que no afectase a estos temas, cada reino mantuvo su propia administración, moneda, leyes etc.
De esa forma, la formación de un estado unificado al estilo de las Naciones-Estado nunca llegó a ser una realidad en España. Los Reyes Católicos introdujeron un estado moderno absolutista en sus dominios, restringiendo el poder de la nobleza, organizando su gobierno en torno a los Consejos y dividiendo el país en Reales Audiencias como órganos superiores de justicia, y manteniendo los fueros y tradiciones de sus pueblos.
La organización administrativa de las nuevas conquistas en América parte con la incorporación de las Indias a la Corona Castellana a título de "descubrimiento" (res nullius), apoyados por la donación papal. Isabel la Católica, en su testamento, refuerza la pertenencia a esta corona. Sin embargo, será el Consejo de Indias y no el Consejo de Castilla el que asesore al rey sobre las nuevas tierras. Este Consejos se convirtió en el máximo órgano administrativo sobre las colonias. El comercio con América se centralizó en la Casa de Contratación de Sevilla, restringiéndose a ests los derechos comerciales sobre el nuevo mundo, lo que supuso un impulso demográfico para Sevilla, al obligar a los comerciantes españoles y extranjeros a establecerse en Sevilla.
A la muerte de los Reyes Católicos Carlos I de España, manteniendo formalmente a su madre como reina, pasó a gobernar las nuevas tierras. Las Indias fueron incorporadas definitivamente a la Corona de Castilla en 1519.
La situación se mantuvo similar durante el reinado de Felipe II, que hereda de su padre la Corona de España, pero no la del Sacro Imperio Romano Germánico y las posesiones de los Habsburgo. Bajo su reinado, se incluyó Portugal entre los dominios del rey de España, fundando el Gran Imperio Español. Sin embargo, la incorporación de Portugal fue dinástica, manteniéndose el Imperio Portugués y su estado. Bajo los llamados Austrias Menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) las Provincias Unidas alcanzaron una independencia de facto que les sería reconocida en 1648.
A la muerte de Carlos II, le sucede Felipe V. Dos años después de su toma de posesión, se presenta un nuevo pretendiente, Carlos de Austria, apoyado por Inglaterra y Austria, y esto provoca Guerra de Sucesión Española, que supuso, la pérdida de los reinos italianos y de lo que quedaba de los Países Bajos Españoles.
Tras la derrota del pretendiente austriaco a la sucesión del trono, el nuevo rey, Felipe V de España va publicando los decretos de Nueva Planta, diferentes para Aragón y Valencia (1707), Aragón (1711), Baleares (1715), y Cataluña (1716). En ellos, como castigo por su rebelión, deroga parte de los fueros y derechos de los territorios de la Corona de Aragón sobre los que considera tener derecho de conquista. Los decretos tenían matices y efectos diferentes según el territorio histórico (por ejemplo, Cataluña mantiene su derecho civil y parte de sus fueros e instituciones, mientras que Valencia no) y no afectaron ni al Valle de Arán, ni a Navarra ni a las Provincias Vascongadas, los cuales mantienen todos sus fueros por haber sido leales a Felipe de Anjou.
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