Evocación de un presidente digno: Juan José Arévalo
Juan José Arévalo nació en Taxisco, municipio del departamento de Santa Rosa, el 10 de Septiembre del año 1904. Murió en la ciudad Guatemala, el 7 de Octubre del año 1990. Sus padres fueron Mariano Arévalo Bonilla y Elena Bermejo de Paz. Fue Presidente de la República de Guatemala durante el período comprendido entre el 15 de Marzo de 1945, y el 15 de Marzo de 1951.
Durante el gobierno de Juan José, exactamente el 17 de Noviembre de 1948, arribó a Guatemala un nuevo embajador de Estados Unidos de América. Se llamaba Richard Patterson. Los enemigos políticos de Juan José esperaban al nuevo embajador como si fuera un salvador de la nación, amenazada por los comunistas que presuntamente su gobierno toleraba y hasta protegía. Richard era un hombre enérgico, rojizo y de ojos brillantes, que no reía ni sonreía fácilmente. Era copropietario de una fábrica de plumas “de fuente”, o plumas que usan tinta líquida (como las viejas Esterbrook). Su designación de embajador había sido solicitada por la empresa más poderosa que había en Guatemala: la United Fruit Company.
Un embajador de un país de América del Sur, que residía en Honduras, le solicitó una audiencia a Juan José, y le dijo que tenía información confiable según la cual la misión de Richard era derrocarlo. Juan José le dijo al Ministro de Relaciones Exteriores, Enrique Muñoz Meany, que no atendería al nuevo embajador en la oficina presidencial, llamada “despacho”, porque quería evitar expulsarlo de esa oficina. Prefirió, entonces, atenderlo, la primera vez, para que presentara sus “cartas credenciales”, en el Salón de Recepciones, y las veces siguientes, en el Salón de Banquetes.
El primer encuentro entre Juan José y Richard ocurrió el 18 de Noviembre, para la presentación de “cartas credenciales”. Richard no hablaba castellano, y Juan José “no tenía ninguna obligación de mascullar frases en inglés.” Transcurridos ocho días, solicitó la primera entrevista. El propósito era informarle a Juan José que la United Fruit Company se oponía a que el Código de Trabajo, decretado por propuesta de Juan José, se aplicara a los ciudadanos de Estados Unidos de América que trabajaban en la empresa. La ley debía reformarse, para excluir a esos ciudadanos.
Un traductor de Puerto Rico, contratado por el mismo Richard, posibilitaba la comunicación verbal entre Juan José y Richard, quien lucía orgullosamente una de las plumas que producía su fábrica. Richard le dijo al traductor: “Dígale al Señor Presidente que yo soy hombre de negocios y que hablo poco”. Juan José le dijo al traductor: “Por favor, dígale usted al Señor Embajador que yo soy político y que hablo mucho.” Richard no era precisamente un hombre inteligente, y no se percató de la ironía presidencial.
Un semana después, Richard solicitó una segunda entrevista. En esta ocasión Richard le dijo al traductor: “Dígale al Señor Presidente que estoy estudiando español. Así pronto hablaremos sin intermediario.” Juan José le dijo al traductor: “Dígale al Señor Embajador que no se tome esas fatigas. Yo tengo cuarenta años de estar estudiando el idioma, y todavía no lo domino.” Richard tampoco se percató de esta nueva ironía presidencial. Era ya indudable: Richard no era precisamente un hombre inteligente, y comenzaba a brindar inequívocas señales de torpeza.
Las entrevistas continuaron. Juan José optó por atenderlo en la oficina presidencial. Sin embargo, esta vez el traductor había sido elegido por Juan José. El traductor era Miguel Ángel Sandoval, un pianista que había vivido en Estados Unidos de América durante veinticinco años, y que hablaba perfectamente el idioma inglés. En la sexta o en la séptima entrevista, evoca Juan José, “sucedió lo inaudito”. Richard le dijo al traductor: “Dígale al Señor Presidente que vengo a ofrecerle un viaje a Estados Unidos, con el recorrido que él desee y durante el tiempo que le parezca; que mi gobierno no otorga condecoraciones pero que el Presidente Arévalo será condecorado en Washington; que será recibido espléndidamente y que, además, le daremos lo que él pida; pero que cambie de política.”
Juan José le dijo al traductor: “Dile al Señor Embajador que mi esposa y yo hemos estado muy preocupados, en días pasados, por la noticia de que la señora de Patterson padecía un ataque de gripe, y que nos gustaría saber que ya está fuera de peligro.” La respuesta ya no era irónica. Era una franca manera de decirle a Richard que su propuesta merecía desprecio. Richard quedó atónito. “¿Usted le comunicó al presidente mi mensaje?”, le preguntó al traductor, quien respondió así: “Sí, Señor Embajador.”
Comenta Juan José: “La batalla estaba ganada. Guatemala se había salvado de un vil negocio, de esos viles negocios que suelen producirse en el escritorio presidencial.” Richard, sin embargo, aunque no fuera inteligente, era obstinado, y sin pedir previamente audiencia, solicitó hablar con Juan José. Esta vez el traductor fue Raúl Osegueda, Secretario Privado de la Presidencia. Richard le dijo: “Infórmele al Señor Presidente que estaré ocho días en Washington. Dígale que me han dicho que a él le gustan las mujeres; que quiero traerle una pero deseo saber si la prefiere rubia o morena.”
Comenta Juan José: “Yo nunca había escuchado de un diplomático semejante ofrecimiento de servicios celestinos que solamente se justifican en un plano de íntima amistad. Me dió una profunda pena pensar que este hombre representaba a la nación que acababa de ganar una guerra mundial. Con no poco desprecio brindé la respuesta, ya sin ironía.” La respuesta de Juan José, comunicada por el traductor, fue ésta: “Efectivamente, me gustan las mujeres; pero que suelo buscármelas yo mismo.”
Richard se convenció de que era demasiado difícil someter a Juan José, y optó, entonces, por un recurso que fue tan inútil como lo había sido ya la cortesía perversa, la franca intención seductora y la abusiva tentación. Ese recurso era conspirar para derrocarlo.*
Podemos no compartir el pensamiento político o filosófico de Juan José Arévalo y, por supuesto, podemos no compartir el socialismo que él mismo reconocía profesar. Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que fue un digno Presidente de la República. Es especialmente notable que no se haya sometido a la autoridad del embajador de Estados Unidos de América, como se sometieron algunos de sus sucesores, incluidos los más recientes. Esos sucesores no sólo se sintieron glorificados porque el embajador de Estados Unidos de América, sea quien fuera, les solicitaba una audiencia, sino que ellos mismos pedían audiencia, para ratificar su sometimiento, o prometer obediencia o exhibir servilismo, y convertir la humillación en un placer del cual se avergonzaba la patria.
¿Hubiera permitido Juan José Arévalo que, durante la visita del Presidente de Estados Unidos de América, fuera quien fuere, las fuerzas de seguridad de Guatemala se hubieran sometido a la autoridad de las fuerzas de seguridad presidente visitante? Jamás lo habría permitido. ¿Habría permitido que sus propios ministros de Estado fueran minuciosamente registrados por las fuerzas de seguridad del presidente visitante? Jamás lo habría permitido. ¿Habría permitido convertir al Gobierno de Guatemala en un servil cortesano de un Presidente de Estados Unidos de América que visitaba Guatemala únicamente para descansar y recrearse turísticamente? Jamás lo hubiera permitido. Juan José Arévalo le hubiera brindado seguridad suficiente, sin sometimiento. Habría demostrado confianza en sus propios ministros. Habría sido cortés, sin ser cortesano. En fin: habría sido digno sin ser insolente, y habría suscitado por nuestro país un manifiesto respeto y no un oculto desprecio.
* Fuente de información: Juan José Arévalo. Despacho presidencial. Obra póstuma. Editorial Óscar de León Palacios. Guatemala. 1998.
La Opinión
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Juan José Arévalo es un Presidente que yo siempre he admirado por lo que he leído en la Historia, porque cuando vine a Guatemala él ya no era Presidente, aunque recuerdo que nos fascinaba chingar en los actos públicos del Colegio con un "Viva Arévalo", que a los hermanos ponía como la gran puta ...
Y qué buenas bofetadas verbales le dio al embajador de Estados Unidos ... Imaginate como habría trapeado el piso con un cholero idiota como Hugo Chávez, por ejemplo ...
CUBANO ALVAREZ
jmapromo66@gmail.com
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Tremenda personalidad y presidente fue Arévalo, me acuerdo de la cita
cuando le dijo al Embajador gringo,,,,,,, tiene razón, me gusta las mujeres... pero..... yo las se escoger no se preocupe.. gano las elecciones con mas del 90 %,,,, difícil que tengamos otro ,,,, ni mas o menos parecido.
salute, pepe Muñoz
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"I put in my spoon" (meto mi cuchara)
Quienes nos dedicamos al ejercicio de las Ciencias Sociales solemos apartarnos de calificar a los gobiernos, a los gobernantes y a los representantes de "buenos" y "malos". Tal maniqueísmo tiene la desventaja de ser subjetivo y no apegarse a los hechos por cuanto el ponente juzga las cosas desde su perspectivo y acervo.
A Arévalo hay que evaluarlo en un determinado marco histórico. Luego de la II GM soplan vientos de libertad y de satanización de las dictaduras personalistas. Se privilegia la toga y se anatematiza al sátrapa. Desafortunadamente también surge un nuevo "enemigo", ese apátrida que convierte a los niños en cereal y a los ancianos en detergente: el comunismo, enriquecido "con el oro maldito del Kremlin" y "marioneta movida con hilos atados a la garra sangrienta del oso soviético". Se acabó esa amenaza y seguimos peor de pisados, como país, que entonces.
¿Arévalo bueno o malo? Ni uno ni otro. Arévalo es un estadista que hizo gobierno siguiendo lineamientos populista-peronistas y un humanismo filosófico que no tiene ideología, como todo lo que privilegia al humano y no a sus intereses y al poder que genera su capacidad de maniobra en la instancia política. El humano ni es bueno ni malo. Es. Y toda acción social es ideológica y, si posible, se concreta si se tiene el poder y si se aprovecha el momento histórico.
Yo tuve oportunidad de encontrar al Dr. Arévalo en un elevador de un edificio del centro, lo saludé y nos tomamos un café. Ni es el Mesías que salvó a Guatemala -talvez hizo lo que Evita concretó en Argentina pero guardando las distancias, por supuesto- ni quien propició un gobierno que fue "caballo de Troya del comunismo" como afirmó un recalcitrante derechista cabeza hueca.
¿Arévalo de izquierda? Lo poco que he estudiado de sus escritos y su obra como presidente, no me permite ubicarlo con propiedad en ese lado del abanico. El Congreso de entonces, sí era más de izquierda aunque con mucho de populismo. Gente joven, sí, que creía en una Guatemala menos excluyente, menos exclusiva. Lo comprueba la Constitución del 45 y la legislación posterior que culminó con el audaz Decreto 900 cuya historia todos conocemos.
Si lo comparamos con Arbenz, no encontramos continuidad en la línea ideológico-programática que hubiera fortalecido una transición que apuntalara el esfuerzo revolucionario. Arévalo fue humanista social -que no quiere decir mucho-, Arbenz no fue comunista, más bien fue un nacionalista vinculado al capitalismo clase mediero que representaba los intereses de los pequeños empresarios que no podían crecer dada la camisa de fuerza que representaba el sector tradicional, la élite cafetalera que venía consolidándose desde época de Barrios y sobrevivió -a costillas de la mayoría de la clase media y el sudor de la masa indígena- a la gran depresión de los años 30. Arévalo y Arbenz no fueron capaces de incorporar a la masa silenciosa y silenciada a los cambios ni a las acciones que nos hubieran permitido comenzar a caminar hacia el desarrollo, no hacia el progreso.
El "exilio" de Arévalo no es comparable con el "ostracismo" que sufrió Arbenz. Tal comparación es un buen indicador de la distancia que la historia hace que guardemos entre uno y otro régimen.
Así que, en mi humilde y descalificada opinión, no hay ni buenos ni malos presidentes. Hay presidentes. El poder no es malo en sí. Es el uso que se haga de él lo que permite afirmar que un régimen fue eficaz, eficiente, de proyección social, de élite, oligárquico, oclocrático, plutocrático o demagógico, siguiendo la toponimia aristotélica.
Dixit
Charamila
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Saludos:
En los anos 1974 al 1976 tuve la oportunidad de platicar muchas veces con el Presidente Arévalo. Una serie de coincidencias hicieron que pudiera verlo y platicar muchas horas con el. En esos días, ya no estaba metido en el asunto político abiertamente. Sin embargo tenia una memoria perfecta de los hechos y una capacidad intelectual increíble. Además de un don de gente que lo hacia aun mas interesante. Tenia la habilidad de hacer que todos se sintieran bien a su alrededor. Respetuoso, amigable, interesante, inteligente y con un gran carisma. Platicamos de sus anos en Argentina y su regreso a Guatemala.
Tuve la oportunidad de preguntarle directamente cual creía que era el principal problema de Guatemala en esos días. Y su posición era la de que desafortunadamente existía una polarización extrema entre las clases socio-económicas. Y el creía que su error fue el no tratar de alinear al empleado con el empleador. Son un equipo y las necesidades de uno son las del otro y los éxitos del uno mejoran al otro. Y decía el que el no haber reconciliado a los dos grupos sirvió para polarizarlos aun mas. Con el carisma y credibilidad que el poseía cuando era presidente creo que era una posibilidad grañidísima. Polarizar a dos grupos es mas fácil que unirlos.
Antes de que lo conociera, yo lo creía mucho mas grande que lo que era en realidad. Decían que tenia una gran cabeza y por eso le decían el Chilacayote. Sin embargo creo que era bien proporcionado físicamente. En esos día era algo delgado y siempre sonriente. Si tuviera un poco de mas tiempo escribiría un poco mas sobre las conversaciones que es un particular placer haberlas tenido y mas aun, totalmente libres y privadas.
Estoy de acuerdo que fue un gran presidente. Y como tal vemos las grandes cualidades sin embargo también hay que reconocer las imperfecciones. En esos días, mi Padre QEPD, estaba muy envuelto en la situación medica y era director del Hospital General San Juan de Dios y tuvo la oportunidad de trabajar con Arévalo y Arbenz. Y muchas veces platicamos de ellos. El tenia gran admiración por Arévalo en especial y por sus pensamientos Socialistas y Nacionalistas. Desafortunadamente lo que llegamos a conocer de la política es lo que nos dicen otros y lo que quieren que sepamos.
Un abrazo a todos con el cariño de siempre
Eduardo Tschen
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Yo lamento no haber tenido la suerte de Eduardo Tschen y de Chara de haber compartido mucho o poco con una personalidad como el Dr. Arévalo. Y fue realmente por dejadez, pues cuando retornó a Guatemala a partir de los años 70, fue realmente una persona realmente accesible, en su casa por el rumbo del Parque Isabel La Católica. Hubiera podido llegar con sus libros autobiográficos para que me los autografiara. Son realmente interesantes y se revela como un gran escritor.
Memorias de Aldea, el primero, que narra la vida de su familia y de su pueblo, Taxisco. Inquietud Normalista, sobre su juventud en la gloriosa Escuela Normal Central para Varones, que era en ese entonces, por su internado, un crisol donde convivían jóvenes de toda Guatemala. El tercero, La Argentina que yo viví, trata sobre sus estudios superiores en la Argentina, su retorno a Guatemala (donde trabajó durante un tiempo en el Ministerio de Educación, pero fue bloqueado y se sintió asfixiado por el ambiente creado por la dictadura ubiquista) y su vuelta a la Argentina donde ejerció la docencia. Le sigue el Candidato Blanco y el huracán, que trata sobre su campaña electoral y la Revolución de Octubre, para terminar con Despacho Presidencial, publicada póstumamente.
Don JUAN JOSÉ (dicho así con mayúsculas) creo que es el único presidente del siglo XX y lo que va del XXI que merece el apelativo de estadista. Hombre cultísimo, hábil político y excelente conductor. Por lo que se trasluce en sus memorias, era bastante vanidoso y pagado de si mismo, al menos cuando ejerció fue candidato y ejerció la presidencia.
Y, ¿Cómo fue que resultó de candidato de las fuerzas revolucionarias, cuando para la inmensa mayoría de los participantes en las luchas contra la dictadura de Ubica era prácticamente un desconocido, ya no digamos para el ciudadano común y corriente? Como resultado de las jornadas de junio de 1944 que llevaron a la renuncia de Ubico, resultaron dos partidos revolucionarios: el Frente Popular Libertador (FPL), el “partido estudiantil” (caso único en la historia de América Latina) formado y dirigido por los muchachos que desde las asociaciones estudiantiles (resucitaron la AEU fundada en los años 20) fueron los abanderados de la lucha antiubiquista. Entre sus principales dirigentes, todos estudiantes sancarlistas, figuraron los hermanos Méndez Montenegro, Manuel Galich, Manuel María Ávila Ayala, Álvaro Hugo Salguero, Emilio Zea González, Julio Bonillo, Julio Valladares Castillo, Raúl Sierra Franco (papá de nuestro compañero Pancho), Ángel Martínez Franco, José Manuel Fortuny, y muchos más, junto con algunos profesionales jóvenes como Augusto Charnaud y Alfonso Bauer Paiz. Era una comunidad variopinta, como el estudiantado de la U, donde también participaron, aunque no en primera línea, gente como Mario Sandoval Alarcón y Eduardo Taracena, de tendencia conservadora, al lado de dirigentes magisteriales, como Víctor Manuel Gutiérrez y Bernardo Alvarado, que después estarían entre los fundadores del PGT. Este partido creció enormemente en todo el país, pues muchos de los líderes estudiantiles eran de provincia y obviamente tenían liderazgo y prestigio en sus pueblos.
El movimiento contra la dictadura (cabe aquí hacer justicia) se gestó en las aulas de San Carlos (por eso el papel preponderante que la asigna la Constitución de 1945 y que le mantienen las siguientes constituciones). En forma tímida al principio, pues Ubico ejercía un efectivísimo control policial, pero que poco a poco fue creciendo, hasta pasar, como bien dice el título del libro de Manuel Galich, Del Pánico al Ataque. En ese libro cuenta que una de las primeras manifestaciones de inconformidad fue un homenaje a don Flavio Herrera, novelista y profesor, quien había mantenido una postura de dignidad ante Ubico, en una época en la que toda la clase alta y media guatemalteca pasaba al “besamanos” (besándole literalmente la mano enguantada) el día del cumpleaños de “don Jorge”, 2 de noviembre. El clima de terror que vivía Guatemala era de tal naturaleza, que un homenaje a un hombre como don Flavio ya podía ser considerado un desafío al gobierno.
El otro partido, era Renovación Nacional, formado principalmente por maestros y profesionales más maduros, como Juan José Orozco Posadas (de quien se dice que fue el de la ocurrencia de mencionar a don JJ como el indicado para candidato presidencial), los hermanos Nájera Farfán (don Mario Efraín fue después uno de los hombres más influyentes del gobierno de Castillo Armas), Oscar Benítez (familiar de Tulio?), Carlos Leonidas Acevedo (el ministro favorito de Arévalo), Jorge Solís, Oscar Jiménez de León, Mardoqueo García Asturias (papá de Jorge Mario García La guardia). Este grupo no tuvo nunca el empuje político ni el arraigo popular que alcanzó el FPL, pero eran los más cercanos a Arévalo y él los utilizó para hacer contrapeso al FPL y después al PAR (Partido Acción Revolucionaria, que nació de una efímera fusión del FPL y RN, que al separarse resultaron en tres partidos, algo así como lo que pasó con la GANA)
Creo que la falta de una “figura nacional” entre los muchachos del FPL y la necesidad de encontrar un tercero en discordia, que no estuviera comprometido con uno u otro partido, pues si era del frente, el RN habría quedado en una posición marginal y el RN no tenía fuerza suficiente para pelear por un candidato propio. Entonces surge el hombre sin pasado oscuro, sin nexos con la dictadura, con una sólida formación académica, residente en un país que era en ese entonces parte del mundo desarrollado y un verdadero faro cultural en América Latina. Además era maestro (otro grupo que tuvo un papel fundamental en la lucha contra Ubico y que en el interior del país tenía un liderazgo natural y un prestigio enorme).
La candidatura de don Juan José prende de tal manera que se convierte en el huracán que él utiliza como metáfora para titular su libro. Habían surgido otros movimientos políticos, como el Partido Social Democrático, integrado (prueba de la confusión ideológica de ese entonces) por abogados en su mayoría conservadores (Eugenio Silva Peña, Ernesto Viteri, Federico Carbonell) y liderados por un militar distanciado de Ubico, Guillermo Flores Avendaño (alias Sapo de Loza). Este grupo podríamos decir que era una especie de lo que hoy llamaríamos “Club de París”. El otro grupo era la Unión Cívica, encabezada por Jorge Toriello, ligado al “gran capital”. Pero el Ciudadano tuvo la visión de aglutinar a gente de diferentes sectores (estudiantes del FPL, militares como Jacobo Arbenz y Arana) y gente de la “burguesía”, como los del Social Democrático, para terminar con los sueños dictatoriales de Ponce Vaides.
En fin, que Arévalo, con un apoyo casi unánime dentro y fuera de la capital, entre gente de todos los estratos y todas las edades, hombres y mujeres (a pesar de que las doñas no tenían derecho a voto) ganó abrasadoramente las elecciones presidenciales y, poco antes, el FPL y RN junto con otras organizaciones como la misma AEU, que formaban el Frente Unido de Partidos Arevalistas (o algo así) ganó también de forma arrasadora las elecciones para diputados.
Interrumpimos esta narración, que espero no les aburra (en la que trato de guardar la mayor objetividad posible) pues ha entrado una persona con la que tengo una reunión de trabajo y, espero que el Lunes Santo pueda enviarles una siguiente entrega. Un abrazo a todos, LF
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De ninguna forma nos aburre, nos enriquece. Adelante y en espera de la siguiente entrega.
Edgardo
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lic. Linares, Las vivencias a los 21 años en Europa, después sus estudios en Argentina lo hicieron tener una visión diferente de todos los de su tiempo, académico, filosofo, escritor, integral. y con muchos huevos. Como decís en su gobierno hubo como 15 golpes fallidos, pesos y contra pesos.
Posiblemente Víctor Manuel Gutiérrez el único líder puro, decente, maestro y líder lo acusaban de comunista como siempre paso por tener y buscar justicia social ,desde Arévalo hasta Arbenz y los que vinieron después principalmente los militares, todo era comunista..
Carlos Pellecer le dedico un libro llamado útiles después de muertos e indicaba que Víctor Manuel fue una persona limpia que verdaderamente pensaba y actuaba con la mente clara y dejo de creer en los comunistas desde un principio, lo mataron en el tiempo de Idígoras metiéndolo en bolsas de gamezan y tirándolo al mar.
Despacho presidencial una obra que nos hace ver la diferencia del gobierno arevalista versus los que han pasado y los muchos que vendrán.
De todo le paso, además se enculó de una bailarina rusa y se fue a hacer mierda en Patzún o Patzicía, se enfrento al embajador gringo de esos tiempos y actuó con huevos.
Gran gobierno y gran personalidad, que tuvo errores, claro... pero quien no los ha tenido.
ojala que los que vienen sean por lo menos un 25 % de lo que fue ese gobierno, salute,
pepe Muñoz
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Esperando no aburrirlos y atendiendo la invitación que varios compañeros hicieron para continuar con el tema, les traslado algunas líneas más sobre el primer gobierno revolucionario, parte de lo que en un momento se llamó: “Los diez años de primavera en el país de la eterna dictadura”. Esperando no aburrirlos y atendiendo la invitación que varios compañeros hicieron para continuar con el tema, les traslado algunas líneas más sobre el primer gobierno revolucionario, parte de lo que en un momento se llamó: “Los diez años de primavera en el país de la eterna dictadura”.
Decíamos en una ocasión anterior que el gobierno de don JJ tuvo luces y sombras. Y seguramente podría tener más luces si no hubiera tenido que dedicar mucho tiempo y atención a contrarrestar los numerosos complots que pretendieron interrumpir su período de gobierno. Casi desde el inicio de su gobierno, aparecieron las acusaciones de comunismo, derivadas de la presencia de algunas personas afines en las filas de los partidos revolucionarios y a la llegada a Guatemala de izquierdistas reconocidos, como los exiliados salvadoreños sobrevivientes del levantamiento de los años 30 (1930 si mal no recuerdo) y comunistas sudamericanos, incluso algunos muy amigos de JJ, como el chileno César Godoy.
También le afectó la decisión tomada por la constituyente, por influencia de la Junta Revolucionaria de Gobierno, de crear la Jefatura de las Fuerzas Armadas y el Consejo Superior de la Defensa, que convirtieron al ejército en una institución virtualmente independiente del ejecutivo, pensando que con ese esquema se ponía una salvaguardia contra futuros gobiernos dictatoriales, ya que el poder de Ubico se fundamentó en el control de la estructura militar. El resultado fue, como dice don JJ en sus memorias, que hubo dos presidentes, uno con ametralladora y otro sin ella. Y don Francisco Javier Arana pasó todo el tiempo dedicado a tejer los hilos de la red que le asegurara la candidatura presidencial y, en ciertos momentos, alentó complots, así como conflictos entre los militares de línea, que le eran leales, y los de escuela, más identificados con Arbenz.
Los partidos revolucionarios no ayudaron mayor cosa a la estabilidad del proceso, pues durante los diez años se mantuvieron en una permanente lucha de poder, entre facciones ideológicas que iban desde los revolucionarios moderados hasta los que o eran comunistas o, como se decía en ese entonces, eran compañeros de viaje, a lo que se agregaba los conflictos personales. Esto provocaba constantes divisiones que eran aprovechadas o alentada por Arévalo, siguiendo la máxima de divide y vencerás, pues él no era miembro de ningún partido y los más cercanos a su corazón, los de Renovación Nacional era un grupo de “figuras” sin ningún arraigo popular.
Don JJ era un hombre de gran habilidad política, lo que le permitió jugar a su antojo con los partidos “de gobierno”, llevándolos y sacándoles del gabinete en la medida que se portaban con docilidad o se le ponían brincones, pero esto no ayudó para nada al fortalecimiento de un sistema de partidos políticos, algo esencial para que una democracia funcione de manera adecuada.
También contribuyó a la conflictividad política la temprana lucha por la sucesión, entre Arana, apoyado por los sectores más conservadores del ejército y de los partidos revolucionarios y por políticos opositores al gobierno, como Marroquín Rojas o Cáceres Lenhoff, quienes llegaron al Congreso a realizar una fortísima oposición con el apoyo del mismo Arana. El otro bando, se agrupo alrededor de Arbenz, pero incluso en las elecciones de 1950 participó como un tercer candidato Manuel Galich, quien era una de las principales figuras de la revolución y en plenas elecciones pactó con Arbenz, trasladándole sus votos en el segundo día de las elecciones generales.
La mayor sombra del gobierno de don JJ es sin duda la muerte de Arana. Evidentemente hubo intención de mandarlo al otro mundo. La versión que me parece más completa es la que alguna vez publicó Marroquín Rojas en La Hora y que no es refutada en los hechos esenciales por testimonios posteriores como el del Coronel Paz Tejada. Don Paco Arana cometió el infantil error de hacerse cargo de recoger unos rifles que había prestado a Arévalo para entregárselos a la Legión del Caribe (un grupo de idealistas según unos, y de aventureros según otros, que se organizó para luchar contra las dictaduras de Centro América y del Caribe). Y el gobierno se propuso detenerlo cuando regresara de dicha misión, para enviarlo en calidad de exilado a Cuba, gobernada por un señor de nombre Prió Socarrás. El caso fue que al momento de la “captura” se arma una balacera y Arana queda muerto en el Puente de la Gloria de Amatitlán. Pensando mal, uno no puede menos que llegar a la conclusión de que la intención era matarlo, pues en el exilio se habría convertido de inmediato en el líder un movimiento de oposición y, de repente, conseguido plata para armar una fuerza invasora. Así que la solución práctica era fingir una balacera producto del nerviosismo.
En otra entrega podremos hablar del gobierno de Arbenz y el papel de los comunistas, pero para concluir cabe también señalar que los gobiernos de Arévalo y Arbenz se caracterizaron por una honradez casi generalizada. No se conoce de numerosas fortunas que hubieran surgido al amparo de dichos gobiernos, lo que en procesos similares de otros países, en donde hay un verdadero recambio de poder, se ha dado en gran número. Don JJ vivió y pasó sus últimos años con una gran sencillez y muchos de los líderes políticos revolucionarios se distinguieron, antes y después de hacer gobierno, por su honestidad y decoro.
Dos ejemplos. Uno, contado alguna vez por Manuel Colom Argueta: una de las escuelas públicas más prestigiadas era la República de Costa Rica y contaba don Meme que en una ocasión el director decidió que a partir de tal fecha no serían admitidos niños descalzos, con el evidente afán de sacudirse a los alumnos pobres. Pues dos maestros de esa escuela: Juan José Orozco Posadas (después en el ala conservadora del arevalismo) y Víctor Manuel Gutiérrez, pusieron de su magro salario para comprar zapatos a los niños que no tenían y evitaron que tuvieran que trasladarse a otra escuela. Ambos fueron siempre reconocidos como unos verdaderos apóstoles en el ejercicio del magisterio.
Y otro, más cercano a nosotros, lo dio el papá de Pancho Sierra (DON RAUL SIERRA FRANCO), quien fue destacado líder estudiantil al inicio de la revolución y ministro de Hacienda a la caída de Arbenz. En el caos de los días de la renuncia de Jacobo, quedó en manos de don Raúl un maletín con un millón de dólares y al tranquilizarse la situación, don Raúl hizo entrega de la plata en la Tesorería Nacional, cuando bien pudo quedarse con dicha platita, pues seguramente era parte de los confidenciales que se manejaban desde ese entonces o desde muy antes.
Un abrazo a todos y SALUTE.
LF
Durante el gobierno de Juan José, exactamente el 17 de Noviembre de 1948, arribó a Guatemala un nuevo embajador de Estados Unidos de América. Se llamaba Richard Patterson. Los enemigos políticos de Juan José esperaban al nuevo embajador como si fuera un salvador de la nación, amenazada por los comunistas que presuntamente su gobierno toleraba y hasta protegía. Richard era un hombre enérgico, rojizo y de ojos brillantes, que no reía ni sonreía fácilmente. Era copropietario de una fábrica de plumas “de fuente”, o plumas que usan tinta líquida (como las viejas Esterbrook). Su designación de embajador había sido solicitada por la empresa más poderosa que había en Guatemala: la United Fruit Company.
Un embajador de un país de América del Sur, que residía en Honduras, le solicitó una audiencia a Juan José, y le dijo que tenía información confiable según la cual la misión de Richard era derrocarlo. Juan José le dijo al Ministro de Relaciones Exteriores, Enrique Muñoz Meany, que no atendería al nuevo embajador en la oficina presidencial, llamada “despacho”, porque quería evitar expulsarlo de esa oficina. Prefirió, entonces, atenderlo, la primera vez, para que presentara sus “cartas credenciales”, en el Salón de Recepciones, y las veces siguientes, en el Salón de Banquetes.
El primer encuentro entre Juan José y Richard ocurrió el 18 de Noviembre, para la presentación de “cartas credenciales”. Richard no hablaba castellano, y Juan José “no tenía ninguna obligación de mascullar frases en inglés.” Transcurridos ocho días, solicitó la primera entrevista. El propósito era informarle a Juan José que la United Fruit Company se oponía a que el Código de Trabajo, decretado por propuesta de Juan José, se aplicara a los ciudadanos de Estados Unidos de América que trabajaban en la empresa. La ley debía reformarse, para excluir a esos ciudadanos.
Un traductor de Puerto Rico, contratado por el mismo Richard, posibilitaba la comunicación verbal entre Juan José y Richard, quien lucía orgullosamente una de las plumas que producía su fábrica. Richard le dijo al traductor: “Dígale al Señor Presidente que yo soy hombre de negocios y que hablo poco”. Juan José le dijo al traductor: “Por favor, dígale usted al Señor Embajador que yo soy político y que hablo mucho.” Richard no era precisamente un hombre inteligente, y no se percató de la ironía presidencial.
Un semana después, Richard solicitó una segunda entrevista. En esta ocasión Richard le dijo al traductor: “Dígale al Señor Presidente que estoy estudiando español. Así pronto hablaremos sin intermediario.” Juan José le dijo al traductor: “Dígale al Señor Embajador que no se tome esas fatigas. Yo tengo cuarenta años de estar estudiando el idioma, y todavía no lo domino.” Richard tampoco se percató de esta nueva ironía presidencial. Era ya indudable: Richard no era precisamente un hombre inteligente, y comenzaba a brindar inequívocas señales de torpeza.
Las entrevistas continuaron. Juan José optó por atenderlo en la oficina presidencial. Sin embargo, esta vez el traductor había sido elegido por Juan José. El traductor era Miguel Ángel Sandoval, un pianista que había vivido en Estados Unidos de América durante veinticinco años, y que hablaba perfectamente el idioma inglés. En la sexta o en la séptima entrevista, evoca Juan José, “sucedió lo inaudito”. Richard le dijo al traductor: “Dígale al Señor Presidente que vengo a ofrecerle un viaje a Estados Unidos, con el recorrido que él desee y durante el tiempo que le parezca; que mi gobierno no otorga condecoraciones pero que el Presidente Arévalo será condecorado en Washington; que será recibido espléndidamente y que, además, le daremos lo que él pida; pero que cambie de política.”
Juan José le dijo al traductor: “Dile al Señor Embajador que mi esposa y yo hemos estado muy preocupados, en días pasados, por la noticia de que la señora de Patterson padecía un ataque de gripe, y que nos gustaría saber que ya está fuera de peligro.” La respuesta ya no era irónica. Era una franca manera de decirle a Richard que su propuesta merecía desprecio. Richard quedó atónito. “¿Usted le comunicó al presidente mi mensaje?”, le preguntó al traductor, quien respondió así: “Sí, Señor Embajador.”
Comenta Juan José: “La batalla estaba ganada. Guatemala se había salvado de un vil negocio, de esos viles negocios que suelen producirse en el escritorio presidencial.” Richard, sin embargo, aunque no fuera inteligente, era obstinado, y sin pedir previamente audiencia, solicitó hablar con Juan José. Esta vez el traductor fue Raúl Osegueda, Secretario Privado de la Presidencia. Richard le dijo: “Infórmele al Señor Presidente que estaré ocho días en Washington. Dígale que me han dicho que a él le gustan las mujeres; que quiero traerle una pero deseo saber si la prefiere rubia o morena.”
Comenta Juan José: “Yo nunca había escuchado de un diplomático semejante ofrecimiento de servicios celestinos que solamente se justifican en un plano de íntima amistad. Me dió una profunda pena pensar que este hombre representaba a la nación que acababa de ganar una guerra mundial. Con no poco desprecio brindé la respuesta, ya sin ironía.” La respuesta de Juan José, comunicada por el traductor, fue ésta: “Efectivamente, me gustan las mujeres; pero que suelo buscármelas yo mismo.”
Richard se convenció de que era demasiado difícil someter a Juan José, y optó, entonces, por un recurso que fue tan inútil como lo había sido ya la cortesía perversa, la franca intención seductora y la abusiva tentación. Ese recurso era conspirar para derrocarlo.*
Podemos no compartir el pensamiento político o filosófico de Juan José Arévalo y, por supuesto, podemos no compartir el socialismo que él mismo reconocía profesar. Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que fue un digno Presidente de la República. Es especialmente notable que no se haya sometido a la autoridad del embajador de Estados Unidos de América, como se sometieron algunos de sus sucesores, incluidos los más recientes. Esos sucesores no sólo se sintieron glorificados porque el embajador de Estados Unidos de América, sea quien fuera, les solicitaba una audiencia, sino que ellos mismos pedían audiencia, para ratificar su sometimiento, o prometer obediencia o exhibir servilismo, y convertir la humillación en un placer del cual se avergonzaba la patria.
¿Hubiera permitido Juan José Arévalo que, durante la visita del Presidente de Estados Unidos de América, fuera quien fuere, las fuerzas de seguridad de Guatemala se hubieran sometido a la autoridad de las fuerzas de seguridad presidente visitante? Jamás lo habría permitido. ¿Habría permitido que sus propios ministros de Estado fueran minuciosamente registrados por las fuerzas de seguridad del presidente visitante? Jamás lo habría permitido. ¿Habría permitido convertir al Gobierno de Guatemala en un servil cortesano de un Presidente de Estados Unidos de América que visitaba Guatemala únicamente para descansar y recrearse turísticamente? Jamás lo hubiera permitido. Juan José Arévalo le hubiera brindado seguridad suficiente, sin sometimiento. Habría demostrado confianza en sus propios ministros. Habría sido cortés, sin ser cortesano. En fin: habría sido digno sin ser insolente, y habría suscitado por nuestro país un manifiesto respeto y no un oculto desprecio.
* Fuente de información: Juan José Arévalo. Despacho presidencial. Obra póstuma. Editorial Óscar de León Palacios. Guatemala. 1998.
La Opinión
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Juan José Arévalo es un Presidente que yo siempre he admirado por lo que he leído en la Historia, porque cuando vine a Guatemala él ya no era Presidente, aunque recuerdo que nos fascinaba chingar en los actos públicos del Colegio con un "Viva Arévalo", que a los hermanos ponía como la gran puta ...
Y qué buenas bofetadas verbales le dio al embajador de Estados Unidos ... Imaginate como habría trapeado el piso con un cholero idiota como Hugo Chávez, por ejemplo ...
CUBANO ALVAREZ
jmapromo66@gmail.com
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Tremenda personalidad y presidente fue Arévalo, me acuerdo de la cita
cuando le dijo al Embajador gringo,,,,,,, tiene razón, me gusta las mujeres... pero..... yo las se escoger no se preocupe.. gano las elecciones con mas del 90 %,,,, difícil que tengamos otro ,,,, ni mas o menos parecido.
salute, pepe Muñoz
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"I put in my spoon" (meto mi cuchara)
Quienes nos dedicamos al ejercicio de las Ciencias Sociales solemos apartarnos de calificar a los gobiernos, a los gobernantes y a los representantes de "buenos" y "malos". Tal maniqueísmo tiene la desventaja de ser subjetivo y no apegarse a los hechos por cuanto el ponente juzga las cosas desde su perspectivo y acervo.
A Arévalo hay que evaluarlo en un determinado marco histórico. Luego de la II GM soplan vientos de libertad y de satanización de las dictaduras personalistas. Se privilegia la toga y se anatematiza al sátrapa. Desafortunadamente también surge un nuevo "enemigo", ese apátrida que convierte a los niños en cereal y a los ancianos en detergente: el comunismo, enriquecido "con el oro maldito del Kremlin" y "marioneta movida con hilos atados a la garra sangrienta del oso soviético". Se acabó esa amenaza y seguimos peor de pisados, como país, que entonces.
¿Arévalo bueno o malo? Ni uno ni otro. Arévalo es un estadista que hizo gobierno siguiendo lineamientos populista-peronistas y un humanismo filosófico que no tiene ideología, como todo lo que privilegia al humano y no a sus intereses y al poder que genera su capacidad de maniobra en la instancia política. El humano ni es bueno ni malo. Es. Y toda acción social es ideológica y, si posible, se concreta si se tiene el poder y si se aprovecha el momento histórico.
Yo tuve oportunidad de encontrar al Dr. Arévalo en un elevador de un edificio del centro, lo saludé y nos tomamos un café. Ni es el Mesías que salvó a Guatemala -talvez hizo lo que Evita concretó en Argentina pero guardando las distancias, por supuesto- ni quien propició un gobierno que fue "caballo de Troya del comunismo" como afirmó un recalcitrante derechista cabeza hueca.
¿Arévalo de izquierda? Lo poco que he estudiado de sus escritos y su obra como presidente, no me permite ubicarlo con propiedad en ese lado del abanico. El Congreso de entonces, sí era más de izquierda aunque con mucho de populismo. Gente joven, sí, que creía en una Guatemala menos excluyente, menos exclusiva. Lo comprueba la Constitución del 45 y la legislación posterior que culminó con el audaz Decreto 900 cuya historia todos conocemos.
Si lo comparamos con Arbenz, no encontramos continuidad en la línea ideológico-programática que hubiera fortalecido una transición que apuntalara el esfuerzo revolucionario. Arévalo fue humanista social -que no quiere decir mucho-, Arbenz no fue comunista, más bien fue un nacionalista vinculado al capitalismo clase mediero que representaba los intereses de los pequeños empresarios que no podían crecer dada la camisa de fuerza que representaba el sector tradicional, la élite cafetalera que venía consolidándose desde época de Barrios y sobrevivió -a costillas de la mayoría de la clase media y el sudor de la masa indígena- a la gran depresión de los años 30. Arévalo y Arbenz no fueron capaces de incorporar a la masa silenciosa y silenciada a los cambios ni a las acciones que nos hubieran permitido comenzar a caminar hacia el desarrollo, no hacia el progreso.
El "exilio" de Arévalo no es comparable con el "ostracismo" que sufrió Arbenz. Tal comparación es un buen indicador de la distancia que la historia hace que guardemos entre uno y otro régimen.
Así que, en mi humilde y descalificada opinión, no hay ni buenos ni malos presidentes. Hay presidentes. El poder no es malo en sí. Es el uso que se haga de él lo que permite afirmar que un régimen fue eficaz, eficiente, de proyección social, de élite, oligárquico, oclocrático, plutocrático o demagógico, siguiendo la toponimia aristotélica.
Dixit
Charamila
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Saludos:
En los anos 1974 al 1976 tuve la oportunidad de platicar muchas veces con el Presidente Arévalo. Una serie de coincidencias hicieron que pudiera verlo y platicar muchas horas con el. En esos días, ya no estaba metido en el asunto político abiertamente. Sin embargo tenia una memoria perfecta de los hechos y una capacidad intelectual increíble. Además de un don de gente que lo hacia aun mas interesante. Tenia la habilidad de hacer que todos se sintieran bien a su alrededor. Respetuoso, amigable, interesante, inteligente y con un gran carisma. Platicamos de sus anos en Argentina y su regreso a Guatemala.
Tuve la oportunidad de preguntarle directamente cual creía que era el principal problema de Guatemala en esos días. Y su posición era la de que desafortunadamente existía una polarización extrema entre las clases socio-económicas. Y el creía que su error fue el no tratar de alinear al empleado con el empleador. Son un equipo y las necesidades de uno son las del otro y los éxitos del uno mejoran al otro. Y decía el que el no haber reconciliado a los dos grupos sirvió para polarizarlos aun mas. Con el carisma y credibilidad que el poseía cuando era presidente creo que era una posibilidad grañidísima. Polarizar a dos grupos es mas fácil que unirlos.
Antes de que lo conociera, yo lo creía mucho mas grande que lo que era en realidad. Decían que tenia una gran cabeza y por eso le decían el Chilacayote. Sin embargo creo que era bien proporcionado físicamente. En esos día era algo delgado y siempre sonriente. Si tuviera un poco de mas tiempo escribiría un poco mas sobre las conversaciones que es un particular placer haberlas tenido y mas aun, totalmente libres y privadas.
Estoy de acuerdo que fue un gran presidente. Y como tal vemos las grandes cualidades sin embargo también hay que reconocer las imperfecciones. En esos días, mi Padre QEPD, estaba muy envuelto en la situación medica y era director del Hospital General San Juan de Dios y tuvo la oportunidad de trabajar con Arévalo y Arbenz. Y muchas veces platicamos de ellos. El tenia gran admiración por Arévalo en especial y por sus pensamientos Socialistas y Nacionalistas. Desafortunadamente lo que llegamos a conocer de la política es lo que nos dicen otros y lo que quieren que sepamos.
Un abrazo a todos con el cariño de siempre
Eduardo Tschen
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Yo lamento no haber tenido la suerte de Eduardo Tschen y de Chara de haber compartido mucho o poco con una personalidad como el Dr. Arévalo. Y fue realmente por dejadez, pues cuando retornó a Guatemala a partir de los años 70, fue realmente una persona realmente accesible, en su casa por el rumbo del Parque Isabel La Católica. Hubiera podido llegar con sus libros autobiográficos para que me los autografiara. Son realmente interesantes y se revela como un gran escritor.
Memorias de Aldea, el primero, que narra la vida de su familia y de su pueblo, Taxisco. Inquietud Normalista, sobre su juventud en la gloriosa Escuela Normal Central para Varones, que era en ese entonces, por su internado, un crisol donde convivían jóvenes de toda Guatemala. El tercero, La Argentina que yo viví, trata sobre sus estudios superiores en la Argentina, su retorno a Guatemala (donde trabajó durante un tiempo en el Ministerio de Educación, pero fue bloqueado y se sintió asfixiado por el ambiente creado por la dictadura ubiquista) y su vuelta a la Argentina donde ejerció la docencia. Le sigue el Candidato Blanco y el huracán, que trata sobre su campaña electoral y la Revolución de Octubre, para terminar con Despacho Presidencial, publicada póstumamente.
Don JUAN JOSÉ (dicho así con mayúsculas) creo que es el único presidente del siglo XX y lo que va del XXI que merece el apelativo de estadista. Hombre cultísimo, hábil político y excelente conductor. Por lo que se trasluce en sus memorias, era bastante vanidoso y pagado de si mismo, al menos cuando ejerció fue candidato y ejerció la presidencia.
Y, ¿Cómo fue que resultó de candidato de las fuerzas revolucionarias, cuando para la inmensa mayoría de los participantes en las luchas contra la dictadura de Ubica era prácticamente un desconocido, ya no digamos para el ciudadano común y corriente? Como resultado de las jornadas de junio de 1944 que llevaron a la renuncia de Ubico, resultaron dos partidos revolucionarios: el Frente Popular Libertador (FPL), el “partido estudiantil” (caso único en la historia de América Latina) formado y dirigido por los muchachos que desde las asociaciones estudiantiles (resucitaron la AEU fundada en los años 20) fueron los abanderados de la lucha antiubiquista. Entre sus principales dirigentes, todos estudiantes sancarlistas, figuraron los hermanos Méndez Montenegro, Manuel Galich, Manuel María Ávila Ayala, Álvaro Hugo Salguero, Emilio Zea González, Julio Bonillo, Julio Valladares Castillo, Raúl Sierra Franco (papá de nuestro compañero Pancho), Ángel Martínez Franco, José Manuel Fortuny, y muchos más, junto con algunos profesionales jóvenes como Augusto Charnaud y Alfonso Bauer Paiz. Era una comunidad variopinta, como el estudiantado de la U, donde también participaron, aunque no en primera línea, gente como Mario Sandoval Alarcón y Eduardo Taracena, de tendencia conservadora, al lado de dirigentes magisteriales, como Víctor Manuel Gutiérrez y Bernardo Alvarado, que después estarían entre los fundadores del PGT. Este partido creció enormemente en todo el país, pues muchos de los líderes estudiantiles eran de provincia y obviamente tenían liderazgo y prestigio en sus pueblos.
El movimiento contra la dictadura (cabe aquí hacer justicia) se gestó en las aulas de San Carlos (por eso el papel preponderante que la asigna la Constitución de 1945 y que le mantienen las siguientes constituciones). En forma tímida al principio, pues Ubico ejercía un efectivísimo control policial, pero que poco a poco fue creciendo, hasta pasar, como bien dice el título del libro de Manuel Galich, Del Pánico al Ataque. En ese libro cuenta que una de las primeras manifestaciones de inconformidad fue un homenaje a don Flavio Herrera, novelista y profesor, quien había mantenido una postura de dignidad ante Ubico, en una época en la que toda la clase alta y media guatemalteca pasaba al “besamanos” (besándole literalmente la mano enguantada) el día del cumpleaños de “don Jorge”, 2 de noviembre. El clima de terror que vivía Guatemala era de tal naturaleza, que un homenaje a un hombre como don Flavio ya podía ser considerado un desafío al gobierno.
El otro partido, era Renovación Nacional, formado principalmente por maestros y profesionales más maduros, como Juan José Orozco Posadas (de quien se dice que fue el de la ocurrencia de mencionar a don JJ como el indicado para candidato presidencial), los hermanos Nájera Farfán (don Mario Efraín fue después uno de los hombres más influyentes del gobierno de Castillo Armas), Oscar Benítez (familiar de Tulio?), Carlos Leonidas Acevedo (el ministro favorito de Arévalo), Jorge Solís, Oscar Jiménez de León, Mardoqueo García Asturias (papá de Jorge Mario García La guardia). Este grupo no tuvo nunca el empuje político ni el arraigo popular que alcanzó el FPL, pero eran los más cercanos a Arévalo y él los utilizó para hacer contrapeso al FPL y después al PAR (Partido Acción Revolucionaria, que nació de una efímera fusión del FPL y RN, que al separarse resultaron en tres partidos, algo así como lo que pasó con la GANA)
Creo que la falta de una “figura nacional” entre los muchachos del FPL y la necesidad de encontrar un tercero en discordia, que no estuviera comprometido con uno u otro partido, pues si era del frente, el RN habría quedado en una posición marginal y el RN no tenía fuerza suficiente para pelear por un candidato propio. Entonces surge el hombre sin pasado oscuro, sin nexos con la dictadura, con una sólida formación académica, residente en un país que era en ese entonces parte del mundo desarrollado y un verdadero faro cultural en América Latina. Además era maestro (otro grupo que tuvo un papel fundamental en la lucha contra Ubico y que en el interior del país tenía un liderazgo natural y un prestigio enorme).
La candidatura de don Juan José prende de tal manera que se convierte en el huracán que él utiliza como metáfora para titular su libro. Habían surgido otros movimientos políticos, como el Partido Social Democrático, integrado (prueba de la confusión ideológica de ese entonces) por abogados en su mayoría conservadores (Eugenio Silva Peña, Ernesto Viteri, Federico Carbonell) y liderados por un militar distanciado de Ubico, Guillermo Flores Avendaño (alias Sapo de Loza). Este grupo podríamos decir que era una especie de lo que hoy llamaríamos “Club de París”. El otro grupo era la Unión Cívica, encabezada por Jorge Toriello, ligado al “gran capital”. Pero el Ciudadano tuvo la visión de aglutinar a gente de diferentes sectores (estudiantes del FPL, militares como Jacobo Arbenz y Arana) y gente de la “burguesía”, como los del Social Democrático, para terminar con los sueños dictatoriales de Ponce Vaides.
En fin, que Arévalo, con un apoyo casi unánime dentro y fuera de la capital, entre gente de todos los estratos y todas las edades, hombres y mujeres (a pesar de que las doñas no tenían derecho a voto) ganó abrasadoramente las elecciones presidenciales y, poco antes, el FPL y RN junto con otras organizaciones como la misma AEU, que formaban el Frente Unido de Partidos Arevalistas (o algo así) ganó también de forma arrasadora las elecciones para diputados.
Interrumpimos esta narración, que espero no les aburra (en la que trato de guardar la mayor objetividad posible) pues ha entrado una persona con la que tengo una reunión de trabajo y, espero que el Lunes Santo pueda enviarles una siguiente entrega. Un abrazo a todos, LF
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De ninguna forma nos aburre, nos enriquece. Adelante y en espera de la siguiente entrega.
Edgardo
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lic. Linares, Las vivencias a los 21 años en Europa, después sus estudios en Argentina lo hicieron tener una visión diferente de todos los de su tiempo, académico, filosofo, escritor, integral. y con muchos huevos. Como decís en su gobierno hubo como 15 golpes fallidos, pesos y contra pesos.
Posiblemente Víctor Manuel Gutiérrez el único líder puro, decente, maestro y líder lo acusaban de comunista como siempre paso por tener y buscar justicia social ,desde Arévalo hasta Arbenz y los que vinieron después principalmente los militares, todo era comunista..
Carlos Pellecer le dedico un libro llamado útiles después de muertos e indicaba que Víctor Manuel fue una persona limpia que verdaderamente pensaba y actuaba con la mente clara y dejo de creer en los comunistas desde un principio, lo mataron en el tiempo de Idígoras metiéndolo en bolsas de gamezan y tirándolo al mar.
Despacho presidencial una obra que nos hace ver la diferencia del gobierno arevalista versus los que han pasado y los muchos que vendrán.
De todo le paso, además se enculó de una bailarina rusa y se fue a hacer mierda en Patzún o Patzicía, se enfrento al embajador gringo de esos tiempos y actuó con huevos.
Gran gobierno y gran personalidad, que tuvo errores, claro... pero quien no los ha tenido.
ojala que los que vienen sean por lo menos un 25 % de lo que fue ese gobierno, salute,
pepe Muñoz
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Esperando no aburrirlos y atendiendo la invitación que varios compañeros hicieron para continuar con el tema, les traslado algunas líneas más sobre el primer gobierno revolucionario, parte de lo que en un momento se llamó: “Los diez años de primavera en el país de la eterna dictadura”. Esperando no aburrirlos y atendiendo la invitación que varios compañeros hicieron para continuar con el tema, les traslado algunas líneas más sobre el primer gobierno revolucionario, parte de lo que en un momento se llamó: “Los diez años de primavera en el país de la eterna dictadura”.
Decíamos en una ocasión anterior que el gobierno de don JJ tuvo luces y sombras. Y seguramente podría tener más luces si no hubiera tenido que dedicar mucho tiempo y atención a contrarrestar los numerosos complots que pretendieron interrumpir su período de gobierno. Casi desde el inicio de su gobierno, aparecieron las acusaciones de comunismo, derivadas de la presencia de algunas personas afines en las filas de los partidos revolucionarios y a la llegada a Guatemala de izquierdistas reconocidos, como los exiliados salvadoreños sobrevivientes del levantamiento de los años 30 (1930 si mal no recuerdo) y comunistas sudamericanos, incluso algunos muy amigos de JJ, como el chileno César Godoy.
También le afectó la decisión tomada por la constituyente, por influencia de la Junta Revolucionaria de Gobierno, de crear la Jefatura de las Fuerzas Armadas y el Consejo Superior de la Defensa, que convirtieron al ejército en una institución virtualmente independiente del ejecutivo, pensando que con ese esquema se ponía una salvaguardia contra futuros gobiernos dictatoriales, ya que el poder de Ubico se fundamentó en el control de la estructura militar. El resultado fue, como dice don JJ en sus memorias, que hubo dos presidentes, uno con ametralladora y otro sin ella. Y don Francisco Javier Arana pasó todo el tiempo dedicado a tejer los hilos de la red que le asegurara la candidatura presidencial y, en ciertos momentos, alentó complots, así como conflictos entre los militares de línea, que le eran leales, y los de escuela, más identificados con Arbenz.
Los partidos revolucionarios no ayudaron mayor cosa a la estabilidad del proceso, pues durante los diez años se mantuvieron en una permanente lucha de poder, entre facciones ideológicas que iban desde los revolucionarios moderados hasta los que o eran comunistas o, como se decía en ese entonces, eran compañeros de viaje, a lo que se agregaba los conflictos personales. Esto provocaba constantes divisiones que eran aprovechadas o alentada por Arévalo, siguiendo la máxima de divide y vencerás, pues él no era miembro de ningún partido y los más cercanos a su corazón, los de Renovación Nacional era un grupo de “figuras” sin ningún arraigo popular.
Don JJ era un hombre de gran habilidad política, lo que le permitió jugar a su antojo con los partidos “de gobierno”, llevándolos y sacándoles del gabinete en la medida que se portaban con docilidad o se le ponían brincones, pero esto no ayudó para nada al fortalecimiento de un sistema de partidos políticos, algo esencial para que una democracia funcione de manera adecuada.
También contribuyó a la conflictividad política la temprana lucha por la sucesión, entre Arana, apoyado por los sectores más conservadores del ejército y de los partidos revolucionarios y por políticos opositores al gobierno, como Marroquín Rojas o Cáceres Lenhoff, quienes llegaron al Congreso a realizar una fortísima oposición con el apoyo del mismo Arana. El otro bando, se agrupo alrededor de Arbenz, pero incluso en las elecciones de 1950 participó como un tercer candidato Manuel Galich, quien era una de las principales figuras de la revolución y en plenas elecciones pactó con Arbenz, trasladándole sus votos en el segundo día de las elecciones generales.
La mayor sombra del gobierno de don JJ es sin duda la muerte de Arana. Evidentemente hubo intención de mandarlo al otro mundo. La versión que me parece más completa es la que alguna vez publicó Marroquín Rojas en La Hora y que no es refutada en los hechos esenciales por testimonios posteriores como el del Coronel Paz Tejada. Don Paco Arana cometió el infantil error de hacerse cargo de recoger unos rifles que había prestado a Arévalo para entregárselos a la Legión del Caribe (un grupo de idealistas según unos, y de aventureros según otros, que se organizó para luchar contra las dictaduras de Centro América y del Caribe). Y el gobierno se propuso detenerlo cuando regresara de dicha misión, para enviarlo en calidad de exilado a Cuba, gobernada por un señor de nombre Prió Socarrás. El caso fue que al momento de la “captura” se arma una balacera y Arana queda muerto en el Puente de la Gloria de Amatitlán. Pensando mal, uno no puede menos que llegar a la conclusión de que la intención era matarlo, pues en el exilio se habría convertido de inmediato en el líder un movimiento de oposición y, de repente, conseguido plata para armar una fuerza invasora. Así que la solución práctica era fingir una balacera producto del nerviosismo.
En otra entrega podremos hablar del gobierno de Arbenz y el papel de los comunistas, pero para concluir cabe también señalar que los gobiernos de Arévalo y Arbenz se caracterizaron por una honradez casi generalizada. No se conoce de numerosas fortunas que hubieran surgido al amparo de dichos gobiernos, lo que en procesos similares de otros países, en donde hay un verdadero recambio de poder, se ha dado en gran número. Don JJ vivió y pasó sus últimos años con una gran sencillez y muchos de los líderes políticos revolucionarios se distinguieron, antes y después de hacer gobierno, por su honestidad y decoro.
Dos ejemplos. Uno, contado alguna vez por Manuel Colom Argueta: una de las escuelas públicas más prestigiadas era la República de Costa Rica y contaba don Meme que en una ocasión el director decidió que a partir de tal fecha no serían admitidos niños descalzos, con el evidente afán de sacudirse a los alumnos pobres. Pues dos maestros de esa escuela: Juan José Orozco Posadas (después en el ala conservadora del arevalismo) y Víctor Manuel Gutiérrez, pusieron de su magro salario para comprar zapatos a los niños que no tenían y evitaron que tuvieran que trasladarse a otra escuela. Ambos fueron siempre reconocidos como unos verdaderos apóstoles en el ejercicio del magisterio.
Y otro, más cercano a nosotros, lo dio el papá de Pancho Sierra (DON RAUL SIERRA FRANCO), quien fue destacado líder estudiantil al inicio de la revolución y ministro de Hacienda a la caída de Arbenz. En el caos de los días de la renuncia de Jacobo, quedó en manos de don Raúl un maletín con un millón de dólares y al tranquilizarse la situación, don Raúl hizo entrega de la plata en la Tesorería Nacional, cuando bien pudo quedarse con dicha platita, pues seguramente era parte de los confidenciales que se manejaban desde ese entonces o desde muy antes.
Un abrazo a todos y SALUTE.
LF
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