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lunes, abril 16, 2007

La independencia de las colonias americanas


Situación del Imperio Español en 1824. En azul los territorios independizados en la Guerra de Independencia Hispanoamericana (1809-1824)

Situación del Imperio Español en 1824. En azul los territorios independizados en la Guerra de Independencia Hispanoamericana (1809-1824)

La Guerra de Independencia Hispanoamericana comenzó a desencadenarse cuando las disputas por el trono entre el rey español Carlos IV y su hijo, el futuro Fernando VII, fueron aprovechadas por Napoleón para intervenir e imponer las llamadas «abdicaciones de Bayona» de 1808, por las cuales ambos renunciaron sucesivamente al trono de España en favor finalmente de José Bonaparte, luego de lo cual Fernando quedó cautivo. Pero la intervención francesa desencadenó un levantamiento popular conocido como Guerra de la Independencia Española (1808-1814) que trajo incertidumbre sobre cuál era la autoridad efectiva que gobernaba España.

Ante la ausencia de una autoridad cierta en España y el cautiverio de Fernando VII, los pueblos hispanoamericanos, bajo la dirección de los criollos, comenzaron una serie de insurrecciones desconociendo a las autoridades coloniales. La primera insurrección se produjo el 25 de mayo de 1809 en la ciudad de Chuquisaca, en el Virreinato del Río de la Plata, a la que le siguieron levantamientos en todo el continente para formar juntas de autogobierno.

Las autoridades españolas en América y luego el rey Fernando VII, al recuperar la corona española en 1814, negaron legitimidad a las juntas de autogobierno americanas y las reprimieron violentamente.

Los movimientos populares en las colonias españolas, inspirados por la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, profundizaron las insurrecciones para enfrentarse abiertamente al rey español en una guerra de alcance continental con el objetivo de establecer repúblicas independientes. El primer país en declarar formalmente su independencia de España fue Paraguay, en 1811. En la Guerra de Independencia Hispanoamericana Simón Bolivar se destacó como uno de los más importantes líderes libertadores y condujo el ejército sudamericano que derrotó definitivamente a las tropas españolas en Sudamérica en la batalla de Ayacucho en 1824. Solo Cuba y Puerto Rico permanecieron bajo dominación colonial, pasando a ser controlados (la primera con una independencia mediatizada y la segunda como estado libre asociado) por los Estados Unidos en 1898.

A partir de 1811 y luego de complejos procesos políticos, las colonias españolas en América fueron desapareciendo para formar 17 naciones independientes: Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Además, Puerto Rico se organizó como estado libre asociado a Estados Unidos.

Decadencia final y el Desastre del 98

El expansionismo estadounidense en América comenzó a hacerse presente tanto sobre las recién independizadas repúblicas como sobre lo que quedaba del Imperio Español, siendo de destacar la compra de Florida a España por cinco millones de dólares en 1821.

Bandera de España desde 1834.

Bandera de España desde 1834.

En lo que quedó del Imperio, la Guerra de la Independencia fue seguida por una monarquía absoluta, una década ominosa, guerras civiles de sucesión, una breve república y finalmente una democracia liberal corrupta. En esta época destaca la labor de Leopoldo O'Donnell, artífice de la construcción del primer ferrocarril en España, la anexión de territorios marroquíes y la no reconocida de Saigón.

Las guerras y disputas entre progresistas, liberales y conservadores se hicieron frecuentes. Estos últimos se negaban a aceptar que el país tuviera un estatus bajo a escala internacional. La consecuencia fue una constante inestabilidad que retardó el desarrollo del país. Un breve periodo de mejora se produjo en la década de 1870 cuando Alfonso XII y sus ministros tuvieron cierto éxito en recobrar el vigor de la política y el prestigio españoles, en parte por haber aceptado la realidad de las circunstancias españolas y trabajar inteligentemente.

En el XIX, España se convirtió en un destino exótico, barato y relativamente confortable para la aventura entre la pomposa élite social de Francia e Inglaterra.

No obstante, España mantuvo el control de fragmentos de su imperio hasta el incremento del nivel de nacionalismo y de levantamientos anticoloniales en varias zonas, que acabaron con la Guerra Hispano-estadounidense de 1898, cuando una débil España se enfrentó a unos Estados Unidos mucho más fuertes. El desencadenante de esta guerra que fue esgrimido por Estados Unidos fue el hundimiento del acorazado Maine, del que culpó a España (tras una agresiva campaña de prensa de William Randolph Hearst). Las últimas investigaciones no han llegado a demostrar nada de forma concluyente: ni si fue un accidente o un sabotaje externo, ni quién sería el responsable de haber sido así. Esta guerra acabó con una humillante derrota española y la independencia de Cuba. En Filipinas, los independentistas también contaron con el apoyo estadounidense. España se vio forzada a pedir un armisticio, y se firmó el Tratado de París, por el cual se renunciaba definitivamente a Cuba y se cedían a EE.UU.: Filipinas, Puerto Rico y Guam. Esta serie de fracasos son conocidos como el Desastre del 98.