La Academia Guatemalteca de la Lengua
El viernes 15 de este mes, hace justo dos semanas, la Academia Guatemalteca de la Lengua, correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española, en Asamblea General eligió nuevamente junta directiva, la cual quedó integrada así: Director, quien esto escribe, subdirector monseñor Gonzalo de Villa, secretaria Margarita Carrera, tesorero Dieter Lehnhoff, y vocal Gustavo Adolfo Wyld. Según lo expresa Francisco Albizurez, exdirector de la Academia, “este no es un club de literatos. Dentro de sus limitaciones físicas y económicas intenta ser un laboratorio de lingüística. Además, ha tenido un programa de radio y periódicamente ofrece cursos para profesores de Lengua y Literatura y comunicadores sociales. La Academia Guatemalteca de la Lengua pertenece a la Asociación de Academias de la Lengua Española. En consecuencia, participa activamente de las labores que esta entidad, con la RAE a la cabeza, realiza. Por ejemplo: cada cinco años va un académico a Madrid para integrar la comisión permanente; hay ya tres lexicógrafas egresadas de la Escuela de Lexicografía que la RAE y la Asociación tienen en Madrid. Se participa activamente, y cada vez más gracias al Internet, en la confección y actualización del DRAE. Se asiste, cada cuatro años, a los congresos de la Asociación. Se ha trabajado tenazmente en la preparación de la nueva ortografía, del Diccionario Panhispánico de Dudas, de la nueva Gramática. Se colabora en la elaboración del Diccionario de Americanismos y del Diccionario histórico.
En 1981 la Academia editó las obras completas de Batres Montúfar, acompañadas por estudios de ilustres literatos que se refieren a tan célebre autor. En 1988 publicó el volumen Cuestiones Filológicas, de Antonio José de Irisarri, obra que permanecería inédita. Publica, además, el boletín donde se encuentran los discursos de ingreso de los miembros, las respuestas a esos discursos y variados estudios sobre Lengua y Literatura. Todo se ha logrado, agrego yo, no sin cierto asombro, con una asignación gubernamental de Q6 mil mensuales, para pagar una secretaria de medio tiempo, cuota de mantenimiento del edificio, teléfono e Internet, extracción de basura, energía eléctrica, etcétera. En los últimos tiempos se han obtenido ingresos extraordinarios cuyo origen y propósito la nueva junta directiva aún no ha tenido tiempo de estudiar.
El lema de la Real Academia de la Lengua Española desde su inicio, en el siglo XVIII, ha sido “limpia, fija y da esplendor” al idioma español que, como sabemos, es el idioma nacional de nuestro país. Aún cuando los idiomas se modifican y enriquecen como resultado de su contacto con otros, especialmente con aquellos que pertenecen a civilizaciones más avanzadas en las ciencias el comercio y la industria, también se corrompen innecesariamente. En mi calidad de columnista, durante mucho tiempo he tratado de señalar el hecho de que es innecesario decir “definitivamente”, por ejemplo, cuando se quiere decir “por supuesto”, “que no le quepa duda”. Según lo he señalado en más de una ocasión, aquellos que “doblan” las películas originalmente habladas en inglés, por causa de su propio desconocimiento del idioma español, traducen el término inglés definitely por el español “definitivamente”, que no es su equivalente en español. El equivalente de “definitivamente” es el término inglés definitively, que es muy poco usado. “Definitivamente” es un adverbio de modo y significa “para siempre” y significa lo contrario de “temporalmente”.
A un policía se le destituye “definitivamente”. Otro ejemplo: traductores de libros de Matemática traducen el verbo inglés to assume por “asumir” que en español significa otra cosa. En español se asume un cargo y en Matemática “se supone” o “se da por sentado” algo, pero no se asume. Me parece que las academias europeas de la lengua, especialmente la francesa, que de seguro inspiró la fundación de la Real Academia Española, responden a lo que Hayek llama “racionalismo constructivista”, que se originó en la filosofía de Descartes. Pero la limpia del idioma, de adherencias que lo afean, es ajena al mencionado racionalismo.
Rigoberto Juárez-Paz
En 1981 la Academia editó las obras completas de Batres Montúfar, acompañadas por estudios de ilustres literatos que se refieren a tan célebre autor. En 1988 publicó el volumen Cuestiones Filológicas, de Antonio José de Irisarri, obra que permanecería inédita. Publica, además, el boletín donde se encuentran los discursos de ingreso de los miembros, las respuestas a esos discursos y variados estudios sobre Lengua y Literatura. Todo se ha logrado, agrego yo, no sin cierto asombro, con una asignación gubernamental de Q6 mil mensuales, para pagar una secretaria de medio tiempo, cuota de mantenimiento del edificio, teléfono e Internet, extracción de basura, energía eléctrica, etcétera. En los últimos tiempos se han obtenido ingresos extraordinarios cuyo origen y propósito la nueva junta directiva aún no ha tenido tiempo de estudiar.
El lema de la Real Academia de la Lengua Española desde su inicio, en el siglo XVIII, ha sido “limpia, fija y da esplendor” al idioma español que, como sabemos, es el idioma nacional de nuestro país. Aún cuando los idiomas se modifican y enriquecen como resultado de su contacto con otros, especialmente con aquellos que pertenecen a civilizaciones más avanzadas en las ciencias el comercio y la industria, también se corrompen innecesariamente. En mi calidad de columnista, durante mucho tiempo he tratado de señalar el hecho de que es innecesario decir “definitivamente”, por ejemplo, cuando se quiere decir “por supuesto”, “que no le quepa duda”. Según lo he señalado en más de una ocasión, aquellos que “doblan” las películas originalmente habladas en inglés, por causa de su propio desconocimiento del idioma español, traducen el término inglés definitely por el español “definitivamente”, que no es su equivalente en español. El equivalente de “definitivamente” es el término inglés definitively, que es muy poco usado. “Definitivamente” es un adverbio de modo y significa “para siempre” y significa lo contrario de “temporalmente”.
A un policía se le destituye “definitivamente”. Otro ejemplo: traductores de libros de Matemática traducen el verbo inglés to assume por “asumir” que en español significa otra cosa. En español se asume un cargo y en Matemática “se supone” o “se da por sentado” algo, pero no se asume. Me parece que las academias europeas de la lengua, especialmente la francesa, que de seguro inspiró la fundación de la Real Academia Española, responden a lo que Hayek llama “racionalismo constructivista”, que se originó en la filosofía de Descartes. Pero la limpia del idioma, de adherencias que lo afean, es ajena al mencionado racionalismo.
Rigoberto Juárez-Paz
Guatemala, jueves 28 de junio de 2007
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