PROMO66 LICEO GUATEMALA

martes, agosto 22, 2006

Hasta pronto Gordo


V.J.M.J. Pittsburgh 20 de agosto de 2006.

Temprano por la mañana me despertó la llamada de mi hijo, con la triste noticia de que lo había llamado Carlos Luna para enterarlo del fallecimiento del gordo Barrera hoy a las 3 de la madrugada.


Triste porque sabemos que ya no estará más con nosotros. Triste por su familia, triste por sus compañeros de trabajo, triste por la ausencia de su creatividad y optimismo, triste por nosotros, que extrañamos su amistad desde antes que empeorará su enfermedad. Sin embargo conformes porque ya no sufre y está en un lugar mejor que el que nosotros conocemos. Talvez creando una pequeña revolución con su peculiar estilo y determinación.

Al recordar los años de niñez y adolescencia inundan nuestra memoria las imágenes de todos aquellos condiscípulos con los que compartimos ese tiempo, con quienes descubrimos el sentido, razones y sinrazones de la vida, con los que nos conocemos desde hace muchos años, de esa época en que se es más inocente, más sincero, más auténtico, más optimista; en la que todo se percibe como posible. Imágenes y memorias que, dicho sea de paso, forman parte de nuestra esencia. Por eso debe ser tan triste entregarlos a la eternidad, por eso debe ser que nos duele tanto decirles adiós, resistiéndonos a aceptar que físicamente ya no estarán más nunca con nosotros, pues juntos aprendimos de la vida y compartimos con ellos tiempo y vivencias, a veces más que con algunos de los miembros de nuestra familia. Cuando se van se llevan con ellos parte de nuestra vida, y nunca podremos olvidarles.

Hoy damos este temido y doloroso adiós al gordo Barrera. Condiscípulo, amigo, pintor, músico, maestro, basquetbolista, poeta, cantinero, cantineador, político, religioso, funcionario, empresario y varios más. ¿Cómo poder definirle con un vocablo? Los calificativos anteriores le describen en alguna etapa de su vida, y nos faltan otros, algunos que incluso aún no han sido concebidos. El gordo se lleva en este viaje sin retorno un buen pedazo de nuestro corazón, dejándonos de consolación un inmenso número de recuerdos. Algunos de ellos hasta ignoramos que a él se los debemos. Así de polifacético era el gordo.

Los que le conocimos sabemos que su imaginación y creatividad eran privilegiadas, su optimismo contagioso y su fe, entusiasmo y amor por la vida desmedidos. De carácter franco, frontal, abierto, de singular estilo y talante, compartía por igual con vendedores ambulantes, ejecutivos, obreros, profesionales, pintores, alumnos, clientes, periodistas, alcaldes y hasta algunos presidentes. Cuando se es como el gordo la vida siempre es corta, el tiempo limitado, las experiencias escasas y el intercambio de ideas insuficiente, siempre hace falta más, y un poco más aún.

Anécdotas nos deja por cientos. Podría escribirse un libro con su vida y aún nos haría falta. Unas son jocosas, otras más formales y otras muy serias y emotivas. De mis más recientes experiencias personales sobresalen las siguientes:

1. La situación del whisky extraviado en el Club Monte María al cierre de la celebración del XXV Aniversario, suscitado por confusión de pepe Enríquez y que inadvertidamente solventó Ezzio antes que tuviésemos que lamentar desgracias personales, quedando muy claro que todos, excepto Ezzio, habíamos bebido más de la cuenta.

2. Una madrugada en que, acompañados también por Carlos Luna, nos pidieron nos retiráramos de Grillos, supuestamente por lo avanzado de la hora, en forma muy educada, pero por demás firme, a pesar de la amplia y eficaz defensa presentada por el gordo y la condición de cliente frecuente que precedía a Luna.

3. Una tarde que llegué a su galería y que, con mucho cariño me dijo, “negrito, les pinté esté cuadro para que lo cuelguen en la sala de la casa. Pero lo quiero ver colgado, negrito…”.

4. El día en que murió mi madre tuve que quedarme en casa buscando unos documentos mientras el personal de la funeraria se encargaba de trasladar su cuerpo al establecimiento; cuando alterado y confundido llegué finalmente a funerales Reforma, lugar en el que en ese momento yo no esperaba encontrar a nadie, noté al gordo sentado en un sillón del pasillo, todavía le pregunté “gordo ¿Qué te pasó? que andás haciendo por aquí” y cuando me respondió “esperándote negrito para acompañarte”, no pude evitar las lágrimas.

5. En estos últimos años que he estado lejos de Guatemala, cuando el gordo se encontraba ya enfermo y luchando por la vida a brazo partido, al llamarle para enterarme de su salud invariablemente me interrumpía al inicio de la conversación, preguntándome “pero contáme negrito, y tu mujer ¿Cómo se siente?”, disminuyendo así la gravedad de su propia enfermedad, la que enfrentó como vivió, de frente, sin tapujos y sin autocompasión.

Esas, junto a otras muchas que incluyen los años del colegio son las memorias del gordo que vivirán por siempre en mis recuerdos, del amigo que vivía en continua búsqueda de la excelencia, habiendo hecho suyo el concepto de que en lo que hacía tenía que dar lo mejor de si, sin escatimar esfuerzo, inteligencia y voluntad, con una entrega total y sin reservas. Y así precisamente actuaba. Con su familia, con sus amigos, con sus empleados. Como escribiera Manolo Álvarez en alguna de sus “Memorias con Barrera”: “le entró con la fe y entusiasmo que le caracterizaba” que, al final de cuentas, era la única forma que el gordo conocía de hacer las cosas.

Gordo, que El Señor te bendiga y te tenga en su Gloria, que Carolina, Juan Carlos, Pili y María Dolores encuentren cristiana resignación en Dios, en tu recuerdo y en el ejemplo que les dejas, igualmente para tus hermanos, especialmente María del Carmen, que siempre estuvo tan cerca tuyo. Nosotros nos quedamos extrañando tu amistad, tu fuerte risa, tus particulares dichos, tus chistes, tus bruscas y casi siempre acertadas opiniones, tus invaluables aportes y tu franca personalidad. Para mientras te alcanzo me despido con un fraternal,

HASTA PRONTO GORDO

Julio César Prado S.