PROMO66 LICEO GUATEMALA

martes, febrero 27, 2007

Crisis de la Edad Media en España



La crisis de los siglos XIV y XV: A finales del siglo XIII, Europa había llegado al límite del modo de producción feudal: era cada vez más difícil alcanzar el equilibrio entre producción de alimentos y población. En el caso de los pueblos hispanos, el esfuerzo militar y repoblador de la llamada Reconquista había sido inmenso, el avance territorial excesivamente rápido, etc. De este modo, en el siglo XIV se rompe el precario equilibrio de todos estos elementos y se produce una crisis, que es general en toda Europa. Esta crisis del siglo XIV se considera, desde el punto de vista historiográfico, como la muerte de la Edad Media y el surgimiento de estados modernos. En Europa Occidental se configura la formación social conocida como Antiguo Régimen, caracterizada por una economía en transición del feudalismo al capitalismo, una sociedad estamental y unas monarquías autoritarias que evolucionan hacia monarquías absolutistas. El feudalismo no desaparece, aunque sí cambia para sobrevivir hasta el fin del Antiguo Régimen, en el siglo XIX.

Sólo en Inglaterra los cambios se produjeron en una dirección peculiar, apareciendo una burguesía muy poderosa asociada a un comercio y a una industria muy innovadora que dará a este país una ventaja de casi un siglo en todos los aspectos respecto a Europa.


Hay que prevenir que la crisis es muy amplia y complicada y que afecta a todos los aspectos de la Edad Media (económicos, políticos, sociales, culturales) sin que se pueda decir que uno de esos puntos haya desencadenado la crisis en los demás, más bien se imbrican unos fenómenos con otros. Durante el siglo XIV la crisis fue global, mientras que durante el siglo XV puede decirse que hay una recuperación económica y demográfica, pero persisten la crisis política y la social.

La Peste Negra




Una gran cantidad de epidemias que sufrió Europa en el siglo XIV son conocidas como Peste negra. Aunque se sospecha que se trata de un conjunto de enfermedades bacterianas —generalmente variantes de la Peste pulmonar, como la Peste bubónica y la Peste septicémica; unidas quizá al Ántrax— que atacaban juntas, no hay una explicación definitiva. Estas enfermedades vinieron de oriente transportadas por las ratas negras de los barcos y se habla de ella por primera vez en el año 1348. La peste tomó su nombre de uno de sus más terribles síntomas: unos ganglios, llamados bubones o landres, de aspecto negruzco que, si reventaban, supuraban sangre y pus. Otros síntomas eran, la fiebre alta, el dolor de cabeza, los escalofríos y los delirios. La mayor parte moría en un plazo de 48 horas pero, afortunadamente, una minoría lograba superar la enfermedad y sobrevivir, quedando inmunizados.

Los focos de peste partían de zonas costeras, pero en pocos meses afectaban a toda Europa, cebándose en los peor alimentados, los heridos por las continuas guerras y los más pobres. En el caso de España, se piensa que llegó por primera vez al puerto de Palma de Mallorca (febrero de 1348), de allí pasó a las costas del resto de la Corona de Aragón (mayo de 1348) y, poco a poco, fue penetrando hacia el interior favorecida por las malas cosechas y por las guerras civiles que sufrió la Península; en Castilla los datos son muy escasos, aunque sabemos que en octubre la enfermedad ha llegado a Galicia. La peste volvía a atacar recurrentemente cada 8 ó 10 años (1362, 1371, 1381, 1396..., y así siguió durante el siglo XV); cada vez con menos virulencia, tal vez por encontrarse con una población mejor alimentada o, tal vez, con un mejor sistema inmunitario.

Las zonas más afectadas eran las más pobladas, sobre todo la costa y las ciudades: Cataluña perdió en estas epidemias casi el 40% de su población, pero en Barcelona se sospecha que superó el 60% de afectados. Además, toda la administración local quedó desbaratada, murieron cuatro de los cinco consellers y la mayor parte de los oficiales reales, no habiendo candidatos para sustituirlos.

Muchos campesinos intentaron huir, lo que obligó a los nobles a recurrir a los "malos usos" al amparo de teorías de superioridad de sangre que se generalizó en toda la corona de Aragón desde 1370, aplicando se también a artesanos y comerciantes. Sin embargo, los estudios más recientes tienden a reducir estas cifras a la mitad, considerándolas exageradas.

En la Meseta, al haber menos densidad de población, y ser las ciudades más pequeñas, la incidencia fue menor; estimándose un 25% de bajas (lo malo, es que los datos son mucho más escasos, si exceptuamos la zona de Andalucía). Pero cabe destacar que el propio rey castellano, Alfonso XI, murió de Peste negra en 1350.

Una de las reacciones más espectaculares de la epidemia, aunque no directa, es el abandono de pueblos enteros (despoblados), aunque no siempre es por el exterminio, también hay que tener en en cuenta la deserción de sus pobladores. En Palencia se han llegado a contabilizar 82 despoblados por las pestes de 1348 o sucesivas. En realidad este fenómeno también es común a toda Europa occidental (en Francia se llaman villages désertés; en Alemania, wüstungen (en la wiki alemana); en Inglaterra, lost villages (en la wiki inglesa),...); y su culmen tuvo lugar a finales del siglo XIV y principios del siglo XV.

Los despoblados no siempre pueden asociarse a la peste, pero es seguro que ésta es un factor importante, junto con las hambrunas y los malos usos señoriales.


fuente: wikipedia

domingo, febrero 25, 2007

Metro de Valparaíso Chile

lunes, febrero 19, 2007

EL CLUB

jueves, febrero 15, 2007

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lunes, febrero 12, 2007

Al-Ándalus

Se conoce como al-Ándalus (árabe الأندلس) al territorio de la Península Ibérica bajo poder musulmán durante la Edad Media (711-1492).

Al-Ándalus no debe confundirse con la Andalucía actual, ya que la extensión de al-Ándalus fue muy variable en el transcurso del tiempo, llegando a abarcar casi toda la península, excepción hecha de las provincias de Almería, Málaga y Granada, y algunos territorios limítrofes que formaron el llamado Reino de Granada. "Sólo durante unos pocos siglos" su silueta podría confundirse con la de Andalucía. Algunos historiadores argumentan, además, que "la influencia musulmana" en la Andalucía actual no es tan amplia como recogen determinadas visiones foráneas (herederas de los prejuicios de algunos viajeros románticos) y prácticamente se reduce a ciertos elementos en la gastronomía, costumbres o pronunciación, aparte de los monumentos. Aunque la ciencia demográfica aplicada a la historia y arqueología andaluza lo desmiente, para algunos "seguramente queden más descendientes de andalusí en Valencia o en Murcia que en la propia Andalucía", a los que se denominaba como tagarins.

Para otros historiadores, en cambio, al-Ándalus y Andalucía son la misma línea de identidad, salvada la distancia histórica, cultural, religiosa, etc., no sólo por el nombre, sino por la geografía y la historia de este extenso período histórico, forjada básicamente en sus tierras, e irradiando desde ellas su influencia y dominación sobre gran parte de la Península Ibérica como así atestigua la arqueología, y la evolución de sus influencias. La numismática de la primera época identifica al-Andalus con Hispania a través de numerosas monedas encontradas en Andalucía, en la que los dos términos aparecen acuñados, como ambivalentes e idénticos. El Califato de Córdoba se fundamentó de manera natural y administrativa, sobre la última capital de la Bética hispanorromana, Corduba, y todo su entramado territorial. La Mezquita de Córdoba representa, en la historia del Arte Andaluz y universal, el eslabón perdido entre la cristiandad mediterránea occidental antigua, el arrianismoIslam y el catolicismo del pasado moderno andaluz.

Etimología

No se conoce con precisión el origen de la palabra al-Ándalus, para varios autores proviene de los vándalos: bandalus (Vandalucía o tierra de los vándalos), otros la relacionan con la lengua tamazightanna = río, lus = tierra cultivada, para otros proviene del germano: land = tierra, lus = de sorteo, lo que encajaría con el reparto histórico a las tribus germánicas de los dominios del extinto Imperio Romano de Occidente. Andalucía proviene del término arabizado: "al-Andalusíya", con su sufijo activo y femenino, o sea al-Ándalus por antonomasia. El problema de estas controversias es que están incardinadas en conflictos históricos, políticos y religiosos del pasado, lo que da lugar a distintas interpretaciones históricas. de los bereberes:

Corán del siglo XII del Al-Ándalus
Corán del siglo XII del Al-Ándalus

La conquista

Entre los años 711 y 716, los musulmanes ocuparon gran parte de la Península Ibérica, excepción hecha de las zonas montañosas cántabras y pirenaicas. Pese a que la conquista contara con algunos episodios violentos, en términos generales, se llevó a cabo de una forma pacífica y sin que encontrara grandes resistencias. Por ejemplo, el establecimiento de los árabes en tierras levantinas, empezó con el pacto de Abd al-Aziz ibn Mussa con Teodomiro, un representante del gobierno del rey visigodo de Toledo que cambió tierra por privilegios, por lo que no hubo invasión propiamente dicha. Los árabes se fueron instalando en esas tierras de manera paulatina sin que se registrara batalla alguna.

La entrada de los musulmanes en la península se produce, concretamente, con el desembarco en Gibraltar (Yebel Tarik), el 27 de abril de 711, de Táriq Ibn Ziyad lugarteniente del Gobernador de TángerMusa ibn Nusair, que lidera un ejército de 9.000 hombres. Poco después, el 19 de julio, los visigodos fueron derrotados y su rey, Roderico murió en la Batalla de Guadalete. La ocupación de la Península se lleva a cabo en cinco años.

Emirato de Córdoba

En el año 756 Abderramán I llega a Córdoba y establece una dinastía que gobernará al-Ándalus hasta 1031. El 773 Abderramán I establece el emirato de Córdoba independizándose política y administrativamente del Islam, aunque mantuvo, con el mismo, una unidad espiritual y moral. Pese a todo, el verdadero organizador del emirato independiente fue Abderramán II, que delegó los poderes en manos de los visires. La islamización fue muy rápida y el número de mozárabes (cristianos en territorio musulmán) se redujo considerablemente.

En el año 912, asciende al trono Abderramán III cuando ya la decadencia política del emirato era un hecho. Intentando acabar con las sublevaciones y conflictos, se proclama califa en 929 dando paso al califato de Córdoba.

Califato de Córdoba

En el año 929, Abderramán III establece el Califato de Córdoba, declarando la independencia religiosa de Bagdad del califato abasida. Esta proclamación del califato contenía un propósito doble: - En el interior: la Omeyas querían consolidar su posición - En el exterior: consolidar las rutas marítimas para el comercio en la Mediterránea, garantizando las relaciones económicas con Bizancio y asegurando la subadministración del oro.

Tras la ocupación de Melilla en 927, a mediados del siglo X, los omeyas controlaban el triángulo formado por Argelia, Siyimasa y el océano Atlántico. El poder del califato se extendía, asimismo, hacia el norte y en 950 el Sacro Imperio Romano-Germánico intercambiaba embajadores con Córdoba.

Ésta es la etapa política de mayor esplendor, en estado omeya que se transformó en diversos reinos conocidos como reinos de Taifas.

Mapa de la Península Ibérica en el año 1031. Se muestran las diferentes taifas
Mapa de la Península Ibérica en el año 1031. Se muestran las diferentes taifas

Estos reinos aparecieron como consecuencia de la fitna o guerra civil provocada por la posesión del trono entre los partidarios del último califa legítimo, Hisham II, y los sucesores de su primer ministro o hayb: Almanzor. En el trasfondo de todas estas luchas existían, también, los agobiantes problemas de la presión fiscal, necesaria para financiar los costos de las campañas bélicas. La división se reprodujo en diversas ocasiones dando lugar a la creación de otras taifas.

Las sucesivas invasiones provenientes desde el norte de África, como la de los almorávides (1090- 1102), las de los almohades (1145 – 1146) y las de los benimerines (1224) produjeron un debilitamiento progresivo de los reinos lo que provocó que, a mediados del siglo XIII, al-Ándalus quedará reducida al reino nazarí de Granada.

La conclusión de la ocupación musulmana

En 717, Abd-al-Aziz era asesinado violentamente, abriéndose así un periodo de turbulencias en al-Andalus que se extendería durante cuarenta años. Ese mismo año la capital se instaló en Córdoba y entre ese año y el 719 capitularon Pamplona, Huesca y Barcelona, lo que obligó a los hispanogodos resistentes a refugiarse en las montañas del Cantábrico o el Pirineo o emigrar a la zona de Narbona. Aunque Narbona cayo en el año 720, los musulmanes no lograron penetrar en el reino franco merovingio por Aquitania, Provenza, Borgoña o Gascuña, y a pesar de que prosiguieron las expediciones musulmanas, estas fueron definitivamente paralizadas en el 732 en Vouillé (Francia) en la Batalla de Poitiers.

La conflictividad interna de al-Andalus propició asimismo la consolidación de un movimiento insurreccional en la costa del Cantábrico, surgido de la victoria en la batalla de Covadonga el 718, por parte de Don Pelayo, sobre el cual se edificaría paulatinamente durante la primera mitad del siglo el reino de Asturias, al que seguirían más tarde la formación de otros núcleos en la zona oriental.

La reconquista

Entre los años 718 y 1230, se forman los principales núcleos cristianos en la península en los reinos de Castilla, Portugal, Navarra y la Corona de Aragón.

En el siglo XIII, los cristianos logran un gran avance tras producirse la unión de Castilla con León bajo el reinado de Fernando III. Además empieza la expansión aragonesa por el Mediterráneo.

La Reconquista finaliza en 1492 con la toma de Granada por los Reyes Católicos que la anexionaron a la Corona del Reino Castellano. En este mismo año se produce la expulsión de los judíos de España, y el descubrimiento de América.

Reino nazarí de Granada

En el año 1238, entra en Granada Mohamed-ben-Nazar (o Nasr) conocido, asimismo, como Al-Ahmar el Rojo. Es el creador de la dinastía Nazarí (que tuvo 20 sultanes granadinos) y fue el fundador del Reino de Granada que, si bien al principio, confraternizó con los reyes castellanos, tuvo que convertirse, pasado el tiempo, en tributario de los mismos a fin de mantener su independencia.

El último rey de la dinastía nazarí fue Boabdil (Abu 'Abd Allāh), derrotado en 1492 por los Reyes Católicos.

domingo, febrero 11, 2007

LA INVASION ARABE DE ESPAÑA



LA ISLAMIZACION

La expansión islámica por la cuenca del Mediterráneo y su posterior implantación hasta en regiones tan alejadas del núcleo primitivo del Islam como la India o la Península Ibérica han sido un permanente objeto de interrogación para los historiadores. El avance fulminante de los ejércitos árabes bajo la bandera de una nueva religión, arrollando y suplantando a los Imperios bizantino y sasánida en el Cercano Oriente y Egipto plantea efectivamente una serie de problemas que aún no han sido resueltos en su totalidad. En el siglo VII el mapa político del mundo mediterráneo cambia de una forma irreversible, y esta alteración, que permanece hasta nuestros días, se ha visto considerada con frecuencia como una herida brutal que destruyó -de una forma mucho más definitiva que la empleada por las invasiones bárbaras- el viejo mundo heredado del imperio romano.

La orilla norte del Mediterráneo no permaneció inmune ante el avance musulmán. Pero la penetración de los ejércitos islámicos tomó caracteres muy diversos según se tratase de unas regiones o de otras y su permanencia se extendió en períodos cronológicos muy diversos. La Península Ibérica ha sido, desde luego, la zona de Europa en la cual la presencia de la civilización árabe-islámica se ha dejado sentir durante un mayor tiempo y con más fuerza, si exceptuamos la mucho más moderna y diferente ocupación otomana en los Balcanes. De forma opuesta a lo sucedido en el Norte de Africa, donde por primera vez los ejércitos musulmanes encontraron una fuerte oposición, que detuvo su expansión hacia el oeste, la conquista del reino visigodo hispánico se llevó a cabo con la misma facilidad y rapidez con la que los árabes se hicieron dueños de Siria, Iraq o Egipto. Y de nuevo nos encontramos con las mismas interrogantes, planteadas por estudiosos e investigadores en busca de una explicación al brusco colapso de una civilización y una cultura sustituidas, en lo que parece un abrir y cerrar de ojos, por otra que se siente ajena y lejana.

Las cuestiones relacionadas con la conquista musulmana que han sido objeto de estudio en los últimos tiempos pueden dividirse en dos grandes grupos: en primer lugar, reflexiones y estudios sobre las causas y el significado real de la conquista en la Historia de España, lo que ha producido una abundante bibliografía, no exenta de polémica. A este apartado han contribuido tanto arabistas como medievalistas españoles y extranjeros. Los primeros han consagrado sus esfuerzos, en mayor medida, a un segundo grupo de estudios, en los que se analizan cuestiones más específicas vinculadas sobre todo a los itinerarios de los ejércitos invasores, el examen de los relatos árabes sobre la conquista o los problemas de identificación toponomástica que ellos plantean.

Tras los primeros estudios científicos sobre el tema, escritos en el siglo pasado por autores como R. Dozy, E. Saavedra o F. Codera, la primera versión moderna de los hechos corresponde al arabista francés E. Lévi-Provençal. La traducción española de su obra (que se debe a Emilio García Gómez) apareció en 1950, dentro de la Historia de España dirigida por don Ramón Menéndez Pidal, bajo el título España musulmana hasta la caída del califato de Córdoba.


Fuente: Miguel Moliné Escalona, www.almendron.com


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