PROMO66 LICEO GUATEMALA

jueves, abril 26, 2007

Evocación de un presidente digno: Juan José Arévalo

Juan José Arévalo nació en Taxisco, municipio del departamento de Santa Rosa, el 10 de Septiembre del año 1904. Murió en la ciudad Guatemala, el 7 de Octubre del año 1990. Sus padres fueron Mariano Arévalo Bonilla y Elena Bermejo de Paz. Fue Presidente de la República de Guatemala durante el período comprendido entre el 15 de Marzo de 1945, y el 15 de Marzo de 1951.

Durante el gobierno de Juan José, exactamente el 17 de Noviembre de 1948, arribó a Guatemala un nuevo embajador de Estados Unidos de América. Se llamaba Richard Patterson. Los enemigos políticos de Juan José esperaban al nuevo embajador como si fuera un salvador de la nación, amenazada por los comunistas que presuntamente su gobierno toleraba y hasta protegía. Richard era un hombre enérgico, rojizo y de ojos brillantes, que no reía ni sonreía fácilmente. Era copropietario de una fábrica de plumas “de fuente”, o plumas que usan tinta líquida (como las viejas Esterbrook). Su designación de embajador había sido solicitada por la empresa más poderosa que había en Guatemala: la United Fruit Company.

Un embajador de un país de América del Sur, que residía en Honduras, le solicitó una audiencia a Juan José, y le dijo que tenía información confiable según la cual la misión de Richard era derrocarlo. Juan José le dijo al Ministro de Relaciones Exteriores, Enrique Muñoz Meany, que no atendería al nuevo embajador en la oficina presidencial, llamada “despacho”, porque quería evitar expulsarlo de esa oficina. Prefirió, entonces, atenderlo, la primera vez, para que presentara sus “cartas credenciales”, en el Salón de Recepciones, y las veces siguientes, en el Salón de Banquetes.

El primer encuentro entre Juan José y Richard ocurrió el 18 de Noviembre, para la presentación de “cartas credenciales”. Richard no hablaba castellano, y Juan José “no tenía ninguna obligación de mascullar frases en inglés.” Transcurridos ocho días, solicitó la primera entrevista. El propósito era informarle a Juan José que la United Fruit Company se oponía a que el Código de Trabajo, decretado por propuesta de Juan José, se aplicara a los ciudadanos de Estados Unidos de América que trabajaban en la empresa. La ley debía reformarse, para excluir a esos ciudadanos.

Un traductor de Puerto Rico, contratado por el mismo Richard, posibilitaba la comunicación verbal entre Juan José y Richard, quien lucía orgullosamente una de las plumas que producía su fábrica. Richard le dijo al traductor: “Dígale al Señor Presidente que yo soy hombre de negocios y que hablo poco”. Juan José le dijo al traductor: “Por favor, dígale usted al Señor Embajador que yo soy político y que hablo mucho.” Richard no era precisamente un hombre inteligente, y no se percató de la ironía presidencial.

Un semana después, Richard solicitó una segunda entrevista. En esta ocasión Richard le dijo al traductor: “Dígale al Señor Presidente que estoy estudiando español. Así pronto hablaremos sin intermediario.” Juan José le dijo al traductor: “Dígale al Señor Embajador que no se tome esas fatigas. Yo tengo cuarenta años de estar estudiando el idioma, y todavía no lo domino.” Richard tampoco se percató de esta nueva ironía presidencial. Era ya indudable: Richard no era precisamente un hombre inteligente, y comenzaba a brindar inequívocas señales de torpeza.

Las entrevistas continuaron. Juan José optó por atenderlo en la oficina presidencial. Sin embargo, esta vez el traductor había sido elegido por Juan José. El traductor era Miguel Ángel Sandoval, un pianista que había vivido en Estados Unidos de América durante veinticinco años, y que hablaba perfectamente el idioma inglés. En la sexta o en la séptima entrevista, evoca Juan José, “sucedió lo inaudito”. Richard le dijo al traductor: “Dígale al Señor Presidente que vengo a ofrecerle un viaje a Estados Unidos, con el recorrido que él desee y durante el tiempo que le parezca; que mi gobierno no otorga condecoraciones pero que el Presidente Arévalo será condecorado en Washington; que será recibido espléndidamente y que, además, le daremos lo que él pida; pero que cambie de política.”

Juan José le dijo al traductor: “Dile al Señor Embajador que mi esposa y yo hemos estado muy preocupados, en días pasados, por la noticia de que la señora de Patterson padecía un ataque de gripe, y que nos gustaría saber que ya está fuera de peligro.” La respuesta ya no era irónica. Era una franca manera de decirle a Richard que su propuesta merecía desprecio. Richard quedó atónito. “¿Usted le comunicó al presidente mi mensaje?”, le preguntó al traductor, quien respondió así: “Sí, Señor Embajador.”

Comenta Juan José: “La batalla estaba ganada. Guatemala se había salvado de un vil negocio, de esos viles negocios que suelen producirse en el escritorio presidencial.” Richard, sin embargo, aunque no fuera inteligente, era obstinado, y sin pedir previamente audiencia, solicitó hablar con Juan José. Esta vez el traductor fue Raúl Osegueda, Secretario Privado de la Presidencia. Richard le dijo: “Infórmele al Señor Presidente que estaré ocho días en Washington. Dígale que me han dicho que a él le gustan las mujeres; que quiero traerle una pero deseo saber si la prefiere rubia o morena.”

Comenta Juan José: “Yo nunca había escuchado de un diplomático semejante ofrecimiento de servicios celestinos que solamente se justifican en un plano de íntima amistad. Me dió una profunda pena pensar que este hombre representaba a la nación que acababa de ganar una guerra mundial. Con no poco desprecio brindé la respuesta, ya sin ironía.” La respuesta de Juan José, comunicada por el traductor, fue ésta: “Efectivamente, me gustan las mujeres; pero que suelo buscármelas yo mismo.”

Richard se convenció de que era demasiado difícil someter a Juan José, y optó, entonces, por un recurso que fue tan inútil como lo había sido ya la cortesía perversa, la franca intención seductora y la abusiva tentación. Ese recurso era conspirar para derrocarlo.*

Podemos no compartir el pensamiento político o filosófico de Juan José Arévalo y, por supuesto, podemos no compartir el socialismo que él mismo reconocía profesar. Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que fue un digno Presidente de la República. Es especialmente notable que no se haya sometido a la autoridad del embajador de Estados Unidos de América, como se sometieron algunos de sus sucesores, incluidos los más recientes. Esos sucesores no sólo se sintieron glorificados porque el embajador de Estados Unidos de América, sea quien fuera, les solicitaba una audiencia, sino que ellos mismos pedían audiencia, para ratificar su sometimiento, o prometer obediencia o exhibir servilismo, y convertir la humillación en un placer del cual se avergonzaba la patria.

¿Hubiera permitido Juan José Arévalo que, durante la visita del Presidente de Estados Unidos de América, fuera quien fuere, las fuerzas de seguridad de Guatemala se hubieran sometido a la autoridad de las fuerzas de seguridad presidente visitante? Jamás lo habría permitido. ¿Habría permitido que sus propios ministros de Estado fueran minuciosamente registrados por las fuerzas de seguridad del presidente visitante? Jamás lo habría permitido. ¿Habría permitido convertir al Gobierno de Guatemala en un servil cortesano de un Presidente de Estados Unidos de América que visitaba Guatemala únicamente para descansar y recrearse turísticamente? Jamás lo hubiera permitido. Juan José Arévalo le hubiera brindado seguridad suficiente, sin sometimiento. Habría demostrado confianza en sus propios ministros. Habría sido cortés, sin ser cortesano. En fin: habría sido digno sin ser insolente, y habría suscitado por nuestro país un manifiesto respeto y no un oculto desprecio.
* Fuente de información: Juan José Arévalo. Despacho presidencial. Obra póstuma. Editorial Óscar de León Palacios. Guatemala. 1998.

La Opinión
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Juan José Arévalo es un Presidente que yo siempre he admirado por lo que he leído en la Historia, porque cuando vine a Guatemala él ya no era Presidente, aunque recuerdo que nos fascinaba chingar en los actos públicos del Colegio con un "Viva Arévalo", que a los hermanos ponía como la gran puta ...

Y qué buenas bofetadas verbales le dio al embajador de Estados Unidos ... Imaginate como habría trapeado el piso con un cholero idiota como Hugo Chávez, por ejemplo ...

CUBANO ALVAREZ
jmapromo66@gmail.com

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Tremenda personalidad y presidente fue Arévalo, me acuerdo de la cita
cuando le dijo al Embajador gringo,,,,,,, tiene razón, me gusta las mujeres... pero..... yo las se escoger no se preocupe.. gano las elecciones con mas del 90 %,,,, difícil que tengamos otro ,,,, ni mas o menos parecido.

salute, pepe Muñoz

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"I put in my spoon" (meto mi cuchara)
Quienes nos dedicamos al ejercicio de las Ciencias Sociales solemos apartarnos de calificar a los gobiernos, a los gobernantes y a los representantes de "buenos" y "malos". Tal maniqueísmo tiene la desventaja de ser subjetivo y no apegarse a los hechos por cuanto el ponente juzga las cosas desde su perspectivo y acervo.
A Arévalo hay que evaluarlo en un determinado marco histórico. Luego de la II GM soplan vientos de libertad y de satanización de las dictaduras personalistas. Se privilegia la toga y se anatematiza al sátrapa. Desafortunadamente también surge un nuevo "enemigo", ese apátrida que convierte a los niños en cereal y a los ancianos en detergente: el comunismo, enriquecido "con el oro maldito del Kremlin" y "marioneta movida con hilos atados a la garra sangrienta del oso soviético". Se acabó esa amenaza y seguimos peor de pisados, como país, que entonces.
¿Arévalo bueno o malo? Ni uno ni otro. Arévalo es un estadista que hizo gobierno siguiendo lineamientos populista-peronistas y un humanismo filosófico que no tiene ideología, como todo lo que privilegia al humano y no a sus intereses y al poder que genera su capacidad de maniobra en la instancia política. El humano ni es bueno ni malo. Es. Y toda acción social es ideológica y, si posible, se concreta si se tiene el poder y si se aprovecha el momento histórico.
Yo tuve oportunidad de encontrar al Dr. Arévalo en un elevador de un edificio del centro, lo saludé y nos tomamos un café. Ni es el Mesías que salvó a Guatemala -talvez hizo lo que Evita concretó en Argentina pero guardando las distancias, por supuesto- ni quien propició un gobierno que fue "caballo de Troya del comunismo" como afirmó un recalcitrante derechista cabeza hueca.
¿Arévalo de izquierda? Lo poco que he estudiado de sus escritos y su obra como presidente, no me permite ubicarlo con propiedad en ese lado del abanico. El Congreso de entonces, sí era más de izquierda aunque con mucho de populismo. Gente joven, sí, que creía en una Guatemala menos excluyente, menos exclusiva. Lo comprueba la Constitución del 45 y la legislación posterior que culminó con el audaz Decreto 900 cuya historia todos conocemos.
Si lo comparamos con Arbenz, no encontramos continuidad en la línea ideológico-programática que hubiera fortalecido una transición que apuntalara el esfuerzo revolucionario. Arévalo fue humanista social -que no quiere decir mucho-, Arbenz no fue comunista, más bien fue un nacionalista vinculado al capitalismo clase mediero que representaba los intereses de los pequeños empresarios que no podían crecer dada la camisa de fuerza que representaba el sector tradicional, la élite cafetalera que venía consolidándose desde época de Barrios y sobrevivió -a costillas de la mayoría de la clase media y el sudor de la masa indígena- a la gran depresión de los años 30. Arévalo y Arbenz no fueron capaces de incorporar a la masa silenciosa y silenciada a los cambios ni a las acciones que nos hubieran permitido comenzar a caminar hacia el desarrollo, no hacia el progreso.
El "exilio" de Arévalo no es comparable con el "ostracismo" que sufrió Arbenz. Tal comparación es un buen indicador de la distancia que la historia hace que guardemos entre uno y otro régimen.
Así que, en mi humilde y descalificada opinión, no hay ni buenos ni malos presidentes. Hay presidentes. El poder no es malo en sí. Es el uso que se haga de él lo que permite afirmar que un régimen fue eficaz, eficiente, de proyección social, de élite, oligárquico, oclocrático, plutocrático o demagógico, siguiendo la toponimia aristotélica.
Dixit
Charamila
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Saludos:

En los anos 1974 al 1976 tuve la oportunidad de platicar muchas veces con el Presidente Arévalo. Una serie de coincidencias hicieron que pudiera verlo y platicar muchas horas con el. En esos días, ya no estaba metido en el asunto político abiertamente. Sin embargo tenia una memoria perfecta de los hechos y una capacidad intelectual increíble. Además de un don de gente que lo hacia aun mas interesante. Tenia la habilidad de hacer que todos se sintieran bien a su alrededor. Respetuoso, amigable, interesante, inteligente y con un gran carisma. Platicamos de sus anos en Argentina y su regreso a Guatemala.

Tuve la oportunidad de preguntarle directamente cual creía que era el principal problema de Guatemala en esos días. Y su posición era la de que desafortunadamente existía una polarización extrema entre las clases socio-económicas. Y el creía que su error fue el no tratar de alinear al empleado con el empleador. Son un equipo y las necesidades de uno son las del otro y los éxitos del uno mejoran al otro. Y decía el que el no haber reconciliado a los dos grupos sirvió para polarizarlos aun mas. Con el carisma y credibilidad que el poseía cuando era presidente creo que era una posibilidad grañidísima. Polarizar a dos grupos es mas fácil que unirlos.

Antes de que lo conociera, yo lo creía mucho mas grande que lo que era en realidad. Decían que tenia una gran cabeza y por eso le decían el Chilacayote. Sin embargo creo que era bien proporcionado físicamente. En esos día era algo delgado y siempre sonriente. Si tuviera un poco de mas tiempo escribiría un poco mas sobre las conversaciones que es un particular placer haberlas tenido y mas aun, totalmente libres y privadas.

Estoy de acuerdo que fue un gran presidente. Y como tal vemos las grandes cualidades sin embargo también hay que reconocer las imperfecciones. En esos días, mi Padre QEPD, estaba muy envuelto en la situación medica y era director del Hospital General San Juan de Dios y tuvo la oportunidad de trabajar con Arévalo y Arbenz. Y muchas veces platicamos de ellos. El tenia gran admiración por Arévalo en especial y por sus pensamientos Socialistas y Nacionalistas. Desafortunadamente lo que llegamos a conocer de la política es lo que nos dicen otros y lo que quieren que sepamos.

Un abrazo a todos con el cariño de siempre

Eduardo Tschen
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Yo lamento no haber tenido la suerte de Eduardo Tschen y de Chara de haber compartido mucho o poco con una personalidad como el Dr. Arévalo. Y fue realmente por dejadez, pues cuando retornó a Guatemala a partir de los años 70, fue realmente una persona realmente accesible, en su casa por el rumbo del Parque Isabel La Católica. Hubiera podido llegar con sus libros autobiográficos para que me los autografiara. Son realmente interesantes y se revela como un gran escritor.

Memorias de Aldea, el primero, que narra la vida de su familia y de su pueblo, Taxisco. Inquietud Normalista, sobre su juventud en la gloriosa Escuela Normal Central para Varones, que era en ese entonces, por su internado, un crisol donde convivían jóvenes de toda Guatemala. El tercero, La Argentina que yo viví, trata sobre sus estudios superiores en la Argentina, su retorno a Guatemala (donde trabajó durante un tiempo en el Ministerio de Educación, pero fue bloqueado y se sintió asfixiado por el ambiente creado por la dictadura ubiquista) y su vuelta a la Argentina donde ejerció la docencia. Le sigue el Candidato Blanco y el huracán, que trata sobre su campaña electoral y la Revolución de Octubre, para terminar con Despacho Presidencial, publicada póstumamente.

Don JUAN JOSÉ (dicho así con mayúsculas) creo que es el único presidente del siglo XX y lo que va del XXI que merece el apelativo de estadista. Hombre cultísimo, hábil político y excelente conductor. Por lo que se trasluce en sus memorias, era bastante vanidoso y pagado de si mismo, al menos cuando ejerció fue candidato y ejerció la presidencia.

Y, ¿Cómo fue que resultó de candidato de las fuerzas revolucionarias, cuando para la inmensa mayoría de los participantes en las luchas contra la dictadura de Ubica era prácticamente un desconocido, ya no digamos para el ciudadano común y corriente? Como resultado de las jornadas de junio de 1944 que llevaron a la renuncia de Ubico, resultaron dos partidos revolucionarios: el Frente Popular Libertador (FPL), el “partido estudiantil” (caso único en la historia de América Latina) formado y dirigido por los muchachos que desde las asociaciones estudiantiles (resucitaron la AEU fundada en los años 20) fueron los abanderados de la lucha antiubiquista. Entre sus principales dirigentes, todos estudiantes sancarlistas, figuraron los hermanos Méndez Montenegro, Manuel Galich, Manuel María Ávila Ayala, Álvaro Hugo Salguero, Emilio Zea González, Julio Bonillo, Julio Valladares Castillo, Raúl Sierra Franco (papá de nuestro compañero Pancho), Ángel Martínez Franco, José Manuel Fortuny, y muchos más, junto con algunos profesionales jóvenes como Augusto Charnaud y Alfonso Bauer Paiz. Era una comunidad variopinta, como el estudiantado de la U, donde también participaron, aunque no en primera línea, gente como Mario Sandoval Alarcón y Eduardo Taracena, de tendencia conservadora, al lado de dirigentes magisteriales, como Víctor Manuel Gutiérrez y Bernardo Alvarado, que después estarían entre los fundadores del PGT. Este partido creció enormemente en todo el país, pues muchos de los líderes estudiantiles eran de provincia y obviamente tenían liderazgo y prestigio en sus pueblos.

El movimiento contra la dictadura (cabe aquí hacer justicia) se gestó en las aulas de San Carlos (por eso el papel preponderante que la asigna la Constitución de 1945 y que le mantienen las siguientes constituciones). En forma tímida al principio, pues Ubico ejercía un efectivísimo control policial, pero que poco a poco fue creciendo, hasta pasar, como bien dice el título del libro de Manuel Galich, Del Pánico al Ataque. En ese libro cuenta que una de las primeras manifestaciones de inconformidad fue un homenaje a don Flavio Herrera, novelista y profesor, quien había mantenido una postura de dignidad ante Ubico, en una época en la que toda la clase alta y media guatemalteca pasaba al “besamanos” (besándole literalmente la mano enguantada) el día del cumpleaños de “don Jorge”, 2 de noviembre. El clima de terror que vivía Guatemala era de tal naturaleza, que un homenaje a un hombre como don Flavio ya podía ser considerado un desafío al gobierno.


El otro partido, era Renovación Nacional, formado principalmente por maestros y profesionales más maduros, como Juan José Orozco Posadas (de quien se dice que fue el de la ocurrencia de mencionar a don JJ como el indicado para candidato presidencial), los hermanos Nájera Farfán (don Mario Efraín fue después uno de los hombres más influyentes del gobierno de Castillo Armas), Oscar Benítez (familiar de Tulio?), Carlos Leonidas Acevedo (el ministro favorito de Arévalo), Jorge Solís, Oscar Jiménez de León, Mardoqueo García Asturias (papá de Jorge Mario García La guardia). Este grupo no tuvo nunca el empuje político ni el arraigo popular que alcanzó el FPL, pero eran los más cercanos a Arévalo y él los utilizó para hacer contrapeso al FPL y después al PAR (Partido Acción Revolucionaria, que nació de una efímera fusión del FPL y RN, que al separarse resultaron en tres partidos, algo así como lo que pasó con la GANA)

Creo que la falta de una “figura nacional” entre los muchachos del FPL y la necesidad de encontrar un tercero en discordia, que no estuviera comprometido con uno u otro partido, pues si era del frente, el RN habría quedado en una posición marginal y el RN no tenía fuerza suficiente para pelear por un candidato propio. Entonces surge el hombre sin pasado oscuro, sin nexos con la dictadura, con una sólida formación académica, residente en un país que era en ese entonces parte del mundo desarrollado y un verdadero faro cultural en América Latina. Además era maestro (otro grupo que tuvo un papel fundamental en la lucha contra Ubico y que en el interior del país tenía un liderazgo natural y un prestigio enorme).

La candidatura de don Juan José prende de tal manera que se convierte en el huracán que él utiliza como metáfora para titular su libro. Habían surgido otros movimientos políticos, como el Partido Social Democrático, integrado (prueba de la confusión ideológica de ese entonces) por abogados en su mayoría conservadores (Eugenio Silva Peña, Ernesto Viteri, Federico Carbonell) y liderados por un militar distanciado de Ubico, Guillermo Flores Avendaño (alias Sapo de Loza). Este grupo podríamos decir que era una especie de lo que hoy llamaríamos “Club de París”. El otro grupo era la Unión Cívica, encabezada por Jorge Toriello, ligado al “gran capital”. Pero el Ciudadano tuvo la visión de aglutinar a gente de diferentes sectores (estudiantes del FPL, militares como Jacobo Arbenz y Arana) y gente de la “burguesía”, como los del Social Democrático, para terminar con los sueños dictatoriales de Ponce Vaides.

En fin, que Arévalo, con un apoyo casi unánime dentro y fuera de la capital, entre gente de todos los estratos y todas las edades, hombres y mujeres (a pesar de que las doñas no tenían derecho a voto) ganó abrasadoramente las elecciones presidenciales y, poco antes, el FPL y RN junto con otras organizaciones como la misma AEU, que formaban el Frente Unido de Partidos Arevalistas (o algo así) ganó también de forma arrasadora las elecciones para diputados.

Interrumpimos esta narración, que espero no les aburra (en la que trato de guardar la mayor objetividad posible) pues ha entrado una persona con la que tengo una reunión de trabajo y, espero que el Lunes Santo pueda enviarles una siguiente entrega. Un abrazo a todos, LF
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De ninguna forma nos aburre, nos enriquece. Adelante y en espera de la siguiente entrega.

Edgardo
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lic. Linares, Las vivencias a los 21 años en Europa, después sus estudios en Argentina lo hicieron tener una visión diferente de todos los de su tiempo, académico, filosofo, escritor, integral. y con muchos huevos. Como decís en su gobierno hubo como 15 golpes fallidos, pesos y contra pesos.
Posiblemente Víctor Manuel Gutiérrez el único líder puro, decente, maestro y líder lo acusaban de comunista como siempre paso por tener y buscar justicia social ,desde Arévalo hasta Arbenz y los que vinieron después principalmente los militares, todo era comunista..
Carlos Pellecer le dedico un libro llamado útiles después de muertos e indicaba que Víctor Manuel fue una persona limpia que verdaderamente pensaba y actuaba con la mente clara y dejo de creer en los comunistas desde un principio, lo mataron en el tiempo de Idígoras metiéndolo en bolsas de gamezan y tirándolo al mar.
Despacho presidencial una obra que nos hace ver la diferencia del gobierno arevalista versus los que han pasado y los muchos que vendrán.
De todo le paso, además se enculó de una bailarina rusa y se fue a hacer mierda en Patzún o Patzicía, se enfrento al embajador gringo de esos tiempos y actuó con huevos.
Gran gobierno y gran personalidad, que tuvo errores, claro... pero quien no los ha tenido.
ojala que los que vienen sean por lo menos un 25 % de lo que fue ese gobierno, salute,

pepe Muñoz
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Esperando no aburrirlos y atendiendo la invitación que varios compañeros hicieron para continuar con el tema, les traslado algunas líneas más sobre el primer gobierno revolucionario, parte de lo que en un momento se llamó: “Los diez años de primavera en el país de la eterna dictadura”. Esperando no aburrirlos y atendiendo la invitación que varios compañeros hicieron para continuar con el tema, les traslado algunas líneas más sobre el primer gobierno revolucionario, parte de lo que en un momento se llamó: “Los diez años de primavera en el país de la eterna dictadura”.

Decíamos en una ocasión anterior que el gobierno de don JJ tuvo luces y sombras. Y seguramente podría tener más luces si no hubiera tenido que dedicar mucho tiempo y atención a contrarrestar los numerosos complots que pretendieron interrumpir su período de gobierno. Casi desde el inicio de su gobierno, aparecieron las acusaciones de comunismo, derivadas de la presencia de algunas personas afines en las filas de los partidos revolucionarios y a la llegada a Guatemala de izquierdistas reconocidos, como los exiliados salvadoreños sobrevivientes del levantamiento de los años 30 (1930 si mal no recuerdo) y comunistas sudamericanos, incluso algunos muy amigos de JJ, como el chileno César Godoy.

También le afectó la decisión tomada por la constituyente, por influencia de la Junta Revolucionaria de Gobierno, de crear la Jefatura de las Fuerzas Armadas y el Consejo Superior de la Defensa, que convirtieron al ejército en una institución virtualmente independiente del ejecutivo, pensando que con ese esquema se ponía una salvaguardia contra futuros gobiernos dictatoriales, ya que el poder de Ubico se fundamentó en el control de la estructura militar. El resultado fue, como dice don JJ en sus memorias, que hubo dos presidentes, uno con ametralladora y otro sin ella. Y don Francisco Javier Arana pasó todo el tiempo dedicado a tejer los hilos de la red que le asegurara la candidatura presidencial y, en ciertos momentos, alentó complots, así como conflictos entre los militares de línea, que le eran leales, y los de escuela, más identificados con Arbenz.

Los partidos revolucionarios no ayudaron mayor cosa a la estabilidad del proceso, pues durante los diez años se mantuvieron en una permanente lucha de poder, entre facciones ideológicas que iban desde los revolucionarios moderados hasta los que o eran comunistas o, como se decía en ese entonces, eran compañeros de viaje, a lo que se agregaba los conflictos personales. Esto provocaba constantes divisiones que eran aprovechadas o alentada por Arévalo, siguiendo la máxima de divide y vencerás, pues él no era miembro de ningún partido y los más cercanos a su corazón, los de Renovación Nacional era un grupo de “figuras” sin ningún arraigo popular.

Don JJ era un hombre de gran habilidad política, lo que le permitió jugar a su antojo con los partidos “de gobierno”, llevándolos y sacándoles del gabinete en la medida que se portaban con docilidad o se le ponían brincones, pero esto no ayudó para nada al fortalecimiento de un sistema de partidos políticos, algo esencial para que una democracia funcione de manera adecuada.

También contribuyó a la conflictividad política la temprana lucha por la sucesión, entre Arana, apoyado por los sectores más conservadores del ejército y de los partidos revolucionarios y por políticos opositores al gobierno, como Marroquín Rojas o Cáceres Lenhoff, quienes llegaron al Congreso a realizar una fortísima oposición con el apoyo del mismo Arana. El otro bando, se agrupo alrededor de Arbenz, pero incluso en las elecciones de 1950 participó como un tercer candidato Manuel Galich, quien era una de las principales figuras de la revolución y en plenas elecciones pactó con Arbenz, trasladándole sus votos en el segundo día de las elecciones generales.

La mayor sombra del gobierno de don JJ es sin duda la muerte de Arana. Evidentemente hubo intención de mandarlo al otro mundo. La versión que me parece más completa es la que alguna vez publicó Marroquín Rojas en La Hora y que no es refutada en los hechos esenciales por testimonios posteriores como el del Coronel Paz Tejada. Don Paco Arana cometió el infantil error de hacerse cargo de recoger unos rifles que había prestado a Arévalo para entregárselos a la Legión del Caribe (un grupo de idealistas según unos, y de aventureros según otros, que se organizó para luchar contra las dictaduras de Centro América y del Caribe). Y el gobierno se propuso detenerlo cuando regresara de dicha misión, para enviarlo en calidad de exilado a Cuba, gobernada por un señor de nombre Prió Socarrás. El caso fue que al momento de la “captura” se arma una balacera y Arana queda muerto en el Puente de la Gloria de Amatitlán. Pensando mal, uno no puede menos que llegar a la conclusión de que la intención era matarlo, pues en el exilio se habría convertido de inmediato en el líder un movimiento de oposición y, de repente, conseguido plata para armar una fuerza invasora. Así que la solución práctica era fingir una balacera producto del nerviosismo.

En otra entrega podremos hablar del gobierno de Arbenz y el papel de los comunistas, pero para concluir cabe también señalar que los gobiernos de Arévalo y Arbenz se caracterizaron por una honradez casi generalizada. No se conoce de numerosas fortunas que hubieran surgido al amparo de dichos gobiernos, lo que en procesos similares de otros países, en donde hay un verdadero recambio de poder, se ha dado en gran número. Don JJ vivió y pasó sus últimos años con una gran sencillez y muchos de los líderes políticos revolucionarios se distinguieron, antes y después de hacer gobierno, por su honestidad y decoro.

Dos ejemplos. Uno, contado alguna vez por Manuel Colom Argueta: una de las escuelas públicas más prestigiadas era la República de Costa Rica y contaba don Meme que en una ocasión el director decidió que a partir de tal fecha no serían admitidos niños descalzos, con el evidente afán de sacudirse a los alumnos pobres. Pues dos maestros de esa escuela: Juan José Orozco Posadas (después en el ala conservadora del arevalismo) y Víctor Manuel Gutiérrez, pusieron de su magro salario para comprar zapatos a los niños que no tenían y evitaron que tuvieran que trasladarse a otra escuela. Ambos fueron siempre reconocidos como unos verdaderos apóstoles en el ejercicio del magisterio.

Y otro, más cercano a nosotros, lo dio el papá de Pancho Sierra (DON RAUL SIERRA FRANCO), quien fue destacado líder estudiantil al inicio de la revolución y ministro de Hacienda a la caída de Arbenz. En el caos de los días de la renuncia de Jacobo, quedó en manos de don Raúl un maletín con un millón de dólares y al tranquilizarse la situación, don Raúl hizo entrega de la plata en la Tesorería Nacional, cuando bien pudo quedarse con dicha platita, pues seguramente era parte de los confidenciales que se manejaban desde ese entonces o desde muy antes.

Un abrazo a todos y SALUTE.

LF

lunes, abril 16, 2007

La independencia de las colonias americanas


Situación del Imperio Español en 1824. En azul los territorios independizados en la Guerra de Independencia Hispanoamericana (1809-1824)

Situación del Imperio Español en 1824. En azul los territorios independizados en la Guerra de Independencia Hispanoamericana (1809-1824)

La Guerra de Independencia Hispanoamericana comenzó a desencadenarse cuando las disputas por el trono entre el rey español Carlos IV y su hijo, el futuro Fernando VII, fueron aprovechadas por Napoleón para intervenir e imponer las llamadas «abdicaciones de Bayona» de 1808, por las cuales ambos renunciaron sucesivamente al trono de España en favor finalmente de José Bonaparte, luego de lo cual Fernando quedó cautivo. Pero la intervención francesa desencadenó un levantamiento popular conocido como Guerra de la Independencia Española (1808-1814) que trajo incertidumbre sobre cuál era la autoridad efectiva que gobernaba España.

Ante la ausencia de una autoridad cierta en España y el cautiverio de Fernando VII, los pueblos hispanoamericanos, bajo la dirección de los criollos, comenzaron una serie de insurrecciones desconociendo a las autoridades coloniales. La primera insurrección se produjo el 25 de mayo de 1809 en la ciudad de Chuquisaca, en el Virreinato del Río de la Plata, a la que le siguieron levantamientos en todo el continente para formar juntas de autogobierno.

Las autoridades españolas en América y luego el rey Fernando VII, al recuperar la corona española en 1814, negaron legitimidad a las juntas de autogobierno americanas y las reprimieron violentamente.

Los movimientos populares en las colonias españolas, inspirados por la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, profundizaron las insurrecciones para enfrentarse abiertamente al rey español en una guerra de alcance continental con el objetivo de establecer repúblicas independientes. El primer país en declarar formalmente su independencia de España fue Paraguay, en 1811. En la Guerra de Independencia Hispanoamericana Simón Bolivar se destacó como uno de los más importantes líderes libertadores y condujo el ejército sudamericano que derrotó definitivamente a las tropas españolas en Sudamérica en la batalla de Ayacucho en 1824. Solo Cuba y Puerto Rico permanecieron bajo dominación colonial, pasando a ser controlados (la primera con una independencia mediatizada y la segunda como estado libre asociado) por los Estados Unidos en 1898.

A partir de 1811 y luego de complejos procesos políticos, las colonias españolas en América fueron desapareciendo para formar 17 naciones independientes: Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Además, Puerto Rico se organizó como estado libre asociado a Estados Unidos.

Decadencia final y el Desastre del 98

El expansionismo estadounidense en América comenzó a hacerse presente tanto sobre las recién independizadas repúblicas como sobre lo que quedaba del Imperio Español, siendo de destacar la compra de Florida a España por cinco millones de dólares en 1821.

Bandera de España desde 1834.

Bandera de España desde 1834.

En lo que quedó del Imperio, la Guerra de la Independencia fue seguida por una monarquía absoluta, una década ominosa, guerras civiles de sucesión, una breve república y finalmente una democracia liberal corrupta. En esta época destaca la labor de Leopoldo O'Donnell, artífice de la construcción del primer ferrocarril en España, la anexión de territorios marroquíes y la no reconocida de Saigón.

Las guerras y disputas entre progresistas, liberales y conservadores se hicieron frecuentes. Estos últimos se negaban a aceptar que el país tuviera un estatus bajo a escala internacional. La consecuencia fue una constante inestabilidad que retardó el desarrollo del país. Un breve periodo de mejora se produjo en la década de 1870 cuando Alfonso XII y sus ministros tuvieron cierto éxito en recobrar el vigor de la política y el prestigio españoles, en parte por haber aceptado la realidad de las circunstancias españolas y trabajar inteligentemente.

En el XIX, España se convirtió en un destino exótico, barato y relativamente confortable para la aventura entre la pomposa élite social de Francia e Inglaterra.

No obstante, España mantuvo el control de fragmentos de su imperio hasta el incremento del nivel de nacionalismo y de levantamientos anticoloniales en varias zonas, que acabaron con la Guerra Hispano-estadounidense de 1898, cuando una débil España se enfrentó a unos Estados Unidos mucho más fuertes. El desencadenante de esta guerra que fue esgrimido por Estados Unidos fue el hundimiento del acorazado Maine, del que culpó a España (tras una agresiva campaña de prensa de William Randolph Hearst). Las últimas investigaciones no han llegado a demostrar nada de forma concluyente: ni si fue un accidente o un sabotaje externo, ni quién sería el responsable de haber sido así. Esta guerra acabó con una humillante derrota española y la independencia de Cuba. En Filipinas, los independentistas también contaron con el apoyo estadounidense. España se vio forzada a pedir un armisticio, y se firmó el Tratado de París, por el cual se renunciaba definitivamente a Cuba y se cedían a EE.UU.: Filipinas, Puerto Rico y Guam. Esta serie de fracasos son conocidos como el Desastre del 98.

domingo, abril 08, 2007

Virreinato de Nueva España




Virreinato de Nueva España
(1535–1821) era el virreinato español que se extendía desde Columbia Británica, en Canadá, y los estados de Washington, Oregon, Idaho, Arizona, California, Colorado, Nevada, Nuevo México, Wyoming y Utah en los Estados Unidos hasta Costa Rica en Centroamérica, estando bajo su dominio, la Capitanía General de Cuba, la Capitanía General de Guatemala, la Capitanía General de Filipinas y los Territorios de Florida, Louisiana y Nootka, teniendo su capital en la Ciudad de México. Nueva España no sólo administraba las tierras comprendidas entre estos límites sino también el archipiélago de las Filipinas en Asia y varias islas menores en Oceanía como Guam. Tras la derrota del ejército español por las tropas de Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, todo el territorio fue independiente. El Virreinato de Nueva España es el antecedente histórico inmediato del cual surgió México.



Si bien los españoles iniciaron en 1492 una serie de expediciones a las costas atlánticas del continente, es el 22 de abril de 1519, cuando Hernán Cortés toca las playas y funda la Villa Rica de la Vera-Cruz, la fecha que marca el inicio de los casi 303 años de la hegemonía española, que se dividen entre La conquista de México y el Virreinato de Nueva España, hasta su independencia en 1821.

En este largo período de tiempo, tres siglos, tanto España, Europa, América y el Virreinato viven diferentes momentos históricos, culturales, sociales, económicos y políticos, por lo que es necesario hacer una gran cantidad de distingos para poder caracterizar el desarrollo ocurrido, tanto por los ideales como por los hechos que se discurren en ese largo proceso histórico, tan grande que es más largo que el período de independencia de México que apenas llega a los dos siglos.

Además, la vastedad de la Nueva España y el comercio de esta con las Filipinas a través de la Nao de China, así como los viajes de los navíos de bandera española en el siglo XVIII, para eludir a los piratas del Caribe, impusieron complejas y cambiantes estrategias económicas y militares, así como España cambió desde los Reyes Católicos a los reyes liberales y a José Bonaparte, también cambiaron dentro del virreinato las doctrinas políticas que se adoptaron.

La presencia española en el continente americano suele criticarse con gran pasión, en especial por la desaparición de las culturas preexistentes, las cuales fueron simplemente extinguidas y no fue hasta el siglo XX, en que se inició un amplio esfuerzo antropológico por rescatar y preservar los elementos culturales que pertenecieron a esas culturas.

El Reino Español de los siglos XVI al XIX instauró una sociedad en la que la de castaspeninsulare, sin permitir que la sociedad criolla, mestiza, mulata o sus variantes pudiese participar en la toma de decisiones donde la oligarquía política y religiosa correspondía exclusivamente a los peninsulares, sin permitir que la sociedad criolla, mestiza, mulata o sus variantes pudiese participar en la toma de decisiones.


Población de Nueva España a fines del
siglo XVIII
Área Población
México 5.837.100
América Central 870.200
Antillas 950.000
Total 7.657.300







El inicial mal trato a los indígenas —aunque no tan malo como el que recibieron otros nativos americanos que fueron exterminados, como los caribes y taínos, o como los que hoy viven en reservas— y las enfermedades traídas desde Europa, causaron la disminución de la población original. El Reino de España promulgó a lo largo de la Colonia una serie de leyes que intentaron poner orden en el trato a los indígenas, legislando en contra del abuso de los encomenderos contra la población originaria. A la legislación española promulgada para ser aplicada en las colonias americanas se la conoció como Leyes de Indias o Leyes de Indias Occidentales.

Utilizando instrumentos como el Santo Oficio el gobierno virreinal español suprimía la difusión de las ideas liberales generadas durante la Ilustración, la Revolución Francesa o la Guerra de Independencia de los Estados Unidos al tiempo que no toleraba otra religión distinta a la católica.

Tras el Grito de Dolores del cura Miguel Hidalgo y Costilla el ejército insurgente inició una guerra de 11 años que culminaría con el triunfo de los mexicanos, quienes ofrecieron la corona del nuevo imperio a Fernando VII o al miembro de la nobleza que él designase. Tras la negativa del monarca español a reconocer la independencia de México la jerarquía del Ejército Trigarante cortó cualquier nexo político o económico con el Reino de España.

lunes, abril 02, 2007

El Imperio Español




Cruz de Borgoña, emblema de los Tercios y Bandera del Imperio Español hasta su sustitución por la rojigualda (1785).

Se denomina Imperio Español al conjunto de territorios conquistados, heredados y reclamados por España o por las dinastías reinantes en España; aunque en algunos de ellos tales como las grandes praderas de América del Norte o la parte más austral de América del Sur, la presencia estable española fue muchas veces más teórica que real. Alcanzó casi los 20 millones de kilómetros cuadrados a finales del siglo XVIII. No fue exactamente un imperio colonial, más bien creó una estructura propia (algo así como una mera prolongación del territorio, estructura está explicada a continuación), durante los siglos XVI y XVII. Es en el siglo XIX cuando adquiere estructura puramente colonial.

No existe una postura unánime entre los historiadores sobre los territorios concretos poseídos por España porque, en ocasiones, resulta difícil delimitar si determinado lugar era parte de España o formaba parte de las posesiones del rey de España.

Especialmente en una época en la que no estaba clara la diferencia entre las posesiones del rey y las del país donde residía, como tampoco lo estaba la hacienda o la herencia. Así, tradicionalmente se considera a los Países Bajos como parte del mismo (tesis mayoritaria en España y los Países Bajos entre otros); pero existen autores como Henry Kamen que proclaman que esos territorios nunca se integraron en el Imperio Español, sino en las posesiones personales de los Austrias.

El español fue el primer imperio global, porque por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes, los cuales, a diferencia de lo que ocurría en el Imperio Romano o en el Carolingio, no se comunicaban por tierra los unos con los otros.

Consideraciones generales

Mapa anacrónico que muestra las áreas que pertenecían al Imperio Español en algún momento durante un periodo de 400 años. Para más detalle, véase el mapa.     El Imperio español en su cúspide territorial alrededor de 1790     Regiones de influencia (exploradas y/o reclamadas pero nunca controladas) o colonias en disputa o de corto control     Posesiones del Imperio Portugués gobernadas por España entre 1580-1640 por anexión dinástica      Territorios perdidos en o después de 1717 por la Paz de Utrecht     Marruecos y Sahara Occidental 1884-1975.

Mapa anacrónico que muestra las áreas que pertenecían al Imperio Español en algún momento durante un periodo de 400 años. Para más detalle, véase el mapa.

El Imperio español en su cúspide territorial alrededor de 1790

Regiones de influencia (exploradas y/o reclamadas pero nunca controladas) o colonias en disputa o de corto control

Posesiones del Imperio Portugués gobernadas por España entre 1580-1640 por anexión dinástica

Territorios perdidos en o después de 1717 por la Paz de Utrecht

Marruecos y Sahara Occidental 1884-1975.


Durante los siglos XVI y XVII, España llegó a ser la primera potencia mundial, en competencia directa fundamentalmente con Portugal.

Castilla, además de Portugal, estaba en la vanguardia de la exploración europea y de la apertura de rutas de comercio a través de los océanos (en el Atlántico entre España y las Indias, y en el Pacífico entre Asia Oriental y México, vía Filipinas).

Los conquistadores descubrieron y dominaron vastos territorios pertenecientes a diferentes culturas en América y otros territorios de Asia, África y Oceanía. España, especialmente el reino de Castilla, se expandió, colonizando esos territorios y construyendo con ello el mayor imperio económico del mundo de entonces.

Entre la incorporación del Imperio Portugués en 1580 (perdido en 1640) y la pérdida de las colonias americanas en el siglo XIX, fue el imperio más grande por territorio, a pesar de haber sufrido bancarrotas y derrotas militares a partir de la segunda mitad del siglo XVII.

España dominaba los océanos gracias a su experimentada Armada, sus soldados eran los mejor entrenados y su infantería la más temida. El Imperio Español tuvo su Edad de Oro en el siglo XVII.

Este vasto y disperso imperio estuvo en constante disputa con potencias rivales por causas territoriales, comerciales o religiosas. En el Mediterráneo con el Imperio Otomano; en Europa, con Francia, que tenía un poder semejante; en América, inicialmente con Portugal y más tarde con Inglaterra, y una vez que los holandeses lograron su independencia, se convirtieron también en contendientes.


La Corona de Aragón en su máximo esplendor.

La Corona de Aragón en su máximo esplendor.

Las luchas constantes con otras potencias emergentes de Europa, a menudo simultáneamente, durante largos períodos y basadas tanto en diferencias religiosas como políticas, con la pérdida paulatina de territorios, difícilmente defendibles por su dispersión, contribuyeron al lento declive del poder español.

Este declive culminó, en lo que respecta al dominio sobre territorios europeos, con la Paz de Utrecht (1713): España renunciaba a sus territorios en Italia y en los Países Bajos, perdía la hegemonía de su poder y se convertía en una nación de segundo orden en la política europea.

Sin embargo, España mantuvo su extenso imperio de ultramar hasta que sucesivas revoluciones le desposeyeron de sus territorios en el continente americano a principios del siglo XIX.

No obstante, los españoles todavía mantuvieron importantes fracciones de su imperio en América (Cuba y Puerto Rico), Asia (Filipinas) y Oceanía (Guam, Micronesia, Palau, Marianas del Norte) hasta la Guerra Hispano-Estadounidense de 1898, y en África (Guinea Ecuatorial, Norte de Marruecos y Sáhara Occidental) hasta 1975.

Territorios del Imperio español

América

Legado español: el mundo hispanoparlante

Legado español: el mundo hispanoparlante

  • Virreinato de Nueva España: los actuales países de México, y los estados de California, Nuevo México, Arizona, Texas, Nevada, Florida, Utah y parte de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma en Estados Unidos. España mantuvo bajo su control estos territorios desde 1519 hasta 1821. Sin embargo, es necesario recordar que la independencia de Nueva España fue iniciada en 1810, y declarada formal y legalmente por el Congreso de Chilpancingo en 1813. El período entre ese año y la fecha de consumación de la independencia de México (1821) eran concebidos por el Congreso como una lucha contra la metrópoli y por el reconocimiento internacional de la nueva nación.
  • Capitanía General de Guatemala: comprendía los territorios de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica, y el estado mexicano de Chiapas. Declaró su independencia en 1821, para sumarse al Primer Imperio Mexicano, del que se separó (salvo Chiapas) en 1824.
  • Luisiana: cedida por Francia, España la mantuvo poco tiempo en su poder, desde 1762 hasta 1801. Incorporaba territorios de los actuales estados de Luisiana, Arkansas, Oklahoma, Kansas, Nebraska, Dakota del Sur, Dakota del Norte, Wyoming, Montana, Idaho, Minnesota y Iowa.
  • Virreinato de Nueva Granada: los actuales países de: Panamá, Colombia y Ecuador.
  • Capitanía General de Venezuela: la actual Venezuela.
  • Virreinato del Perú: el actual Perú.
  • Virreinato del Río de la Plata: los actuales países de Bolivia, Argentina (excepto la región de Patagonia), Paraguay y Uruguay.
  • Capitanía General de Chile: el actual Chile y la región de Patagonia.
  • Territorios Insulares: los actuales países de Cuba, Puerto Rico, República Dominicana, Bahamas (hasta 1670), Antigua y Barbuda (desde 1493 hasta 1632), Trinidad y Tobago, Granada (desde 1498 hasta 1674), Jamaica (hasta 1655), San Cristóbal y Nevis (Saint Kitts y Nevis), Dominica (desde 1493 hasta 1783), Barbados (desde 1518 hasta 1624), Santa Lucía (desde 1504 hasta 1654),

Asia

  • Filipinas (1521-1898)
  • Protectorado sobre Camboya (1597-1599)
  • Norte de Taiwan (1626-1642)
  • También existieron algunos asentamientos españoles en las islas de Nueva Guinea y Borneo.

África

  • Sahara Español: desde 1885 hasta 1975.
  • Protectorado Español de Marruecos: desde 1912 hasta 1956.
  • Ifni: desde 1860 hasta 1969.
  • Guinea Española: desde 1843 hasta 1968.

Europa

  • Portugal: desde 1580 hasta 1640. Además se incluyeron todos los territorios del Imperio Portugués.
  • Reino de Nápoles: el actual sur de Italia, junto con las islas de Sicilia, Cerdeña y Malta.
  • Franco Condado: en la zona centro-oriental de Francia.
  • Ducado de Milán en el norte de Italia.
  • Países Bajos Españoles: los actuales países de Bélgica, Luxemburgo y Países Bajos.


La mayoría de los territorios europeos españoles se perdieron en 1710 en la Paz de Utrecht.

Oceanía

  • Guam, hasta 1898, perdida en la Guerra Hispano-estadounidense.
  • Islas Carolinas, Marianas y Palau: hasta 1899, vendidas a Alemania.

Administración del Imperio

El matrimonio de los Reyes Católicos (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón) supuso una única dirección de ambos reinos bajo una administración superior única, el Consejo Real. Se unificó la hacienda (pero no los impuestos), la política interior y exterior, el ejército, las órdenes militares y la Inquisición, y, en lo que no afectase a estos temas, cada reino mantuvo su propia administración, moneda, leyes etc.

De esa forma, la formación de un estado unificado al estilo de las Naciones-Estado nunca llegó a ser una realidad en España. Los Reyes Católicos introdujeron un estado moderno absolutista en sus dominios, restringiendo el poder de la nobleza, organizando su gobierno en torno a los Consejos y dividiendo el país en Reales Audiencias como órganos superiores de justicia, y manteniendo los fueros y tradiciones de sus pueblos.

La organización administrativa de las nuevas conquistas en América parte con la incorporación de las Indias a la Corona Castellana a título de "descubrimiento" (res nullius), apoyados por la donación papal. Isabel la Católica, en su testamento, refuerza la pertenencia a esta corona. Sin embargo, será el Consejo de Indias y no el Consejo de Castilla el que asesore al rey sobre las nuevas tierras. Este Consejos se convirtió en el máximo órgano administrativo sobre las colonias. El comercio con América se centralizó en la Casa de Contratación de Sevilla, restringiéndose a ests los derechos comerciales sobre el nuevo mundo, lo que supuso un impulso demográfico para Sevilla, al obligar a los comerciantes españoles y extranjeros a establecerse en Sevilla.

A la muerte de los Reyes Católicos Carlos I de España, manteniendo formalmente a su madre como reina, pasó a gobernar las nuevas tierras. Las Indias fueron incorporadas definitivamente a la Corona de Castilla en 1519.

La situación se mantuvo similar durante el reinado de Felipe II, que hereda de su padre la Corona de España, pero no la del Sacro Imperio Romano Germánico y las posesiones de los Habsburgo. Bajo su reinado, se incluyó Portugal entre los dominios del rey de España, fundando el Gran Imperio Español. Sin embargo, la incorporación de Portugal fue dinástica, manteniéndose el Imperio Portugués y su estado. Bajo los llamados Austrias Menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) las Provincias Unidas alcanzaron una independencia de facto que les sería reconocida en 1648.

A la muerte de Carlos II, le sucede Felipe V. Dos años después de su toma de posesión, se presenta un nuevo pretendiente, Carlos de Austria, apoyado por Inglaterra y Austria, y esto provoca Guerra de Sucesión Española, que supuso, la pérdida de los reinos italianos y de lo que quedaba de los Países Bajos Españoles.

Tras la derrota del pretendiente austriaco a la sucesión del trono, el nuevo rey, Felipe V de España va publicando los decretos de Nueva Planta, diferentes para Aragón y Valencia (1707), Aragón (1711), Baleares (1715), y Cataluña (1716). En ellos, como castigo por su rebelión, deroga parte de los fueros y derechos de los territorios de la Corona de Aragón sobre los que considera tener derecho de conquista. Los decretos tenían matices y efectos diferentes según el territorio histórico (por ejemplo, Cataluña mantiene su derecho civil y parte de sus fueros e instituciones, mientras que Valencia no) y no afectaron ni al Valle de Arán, ni a Navarra ni a las Provincias Vascongadas, los cuales mantienen todos sus fueros por haber sido leales a Felipe de Anjou.


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